Un sirio muy regio… o un regio muy sirio
“Necesitamos hacer nuestra chamba para lograr nuestros sueños,” dice Jackdar. El suyo es ayudar a los demás, aquí o en Siria (“en el país que sea”), siempre y cuando tenga un impacto positivo en las personas. Lo primordial, para él, es estudiar y ayudarse a sí mismo. Así construye su camino. O lo reconstruye: Jackdar Mohammed llegó a Monterrey de Siria, de donde se tuvo que ir por la guerra civil. Un exiliado en tierras regias.
Jacko –conocido así por sus amigos– llegó a Monterrey a través de Adrián Meléndez, quien fundó Proyecto Habesha para traer estudiantes sirios a México a que continuaran con su formación universitaria. Adrián conoció a Jacko en un campo de refugiados en Irak –a donde llegó al escapar de Damasco. Ahí le prometió que lo ayudaría a continuar con sus estudios en México. Y así fue: hace año y medio que estudia en la UDEM con beca completa. Desde el momento en que aterrizó en Monterrey se sintió bienvenido, pero fue en la universidad donde se sintió acogido: “Antes, la palabra humano era sólo mercadotecnia para mí, pero cuando entré a la UDEM entendí su significado. Todos los días recibo apoyo de maestros, personal, alumnos, de todos. Este apoyo se queda conmigo. Lo llevo en el corazón”.
Jackdar tiene una energía expansiva, contagiosa, “esta ciudad es mi sueño, una ciudad multicultural, de trabajo, donde hay de todo.” Monterrey le emociona, la UDEM le emociona. A pesar de tener poco tiempo, siempre le sobra gran disposición. A veces, en sus ratos libres, juega fútbol como delantero o cocina comida árabe para sus amigos.
Lo que siempre inenta, tenga el tiempo que tenga, es hablar con su familia, que se encuentran en Alemania. Jacko tiene siete hermanas y procura hablar con ellas al menos dos veces a la semana: “Yo necesito saludar para no olvidar”.
Estudia la Licenciatura en Dirección y Administración de Empresas. Habla español, inglés, está aprendiendo alemán y después quiere ir por el francés. Vive con Hazem, un compañero sirio que llegó también con el proyecto Habesha, y quien estudia lo mismo. Los dos, además de compartir hogar, comparten identidad –son kurdos (Kurdistán es un territorio que atraviesa cuatro países, incluyendo Siria)–. A Jacko le gusta contar su experiencia como kurdo en una Siria antes de la guerra civil en donde no podía decir expresamente que lo era. En México no tiene que esconderlo. “Es muy importante disfrutar todo lo que hay, porque sirve para mi futuro”, dice Jackdar. Si entendemos bien su mensaje, su futuro es una inversión expansiva –porque incluye a los demás en él.