¿Y QUÉ ONDA CON EL VAPING?

El uso de cigarrillos electrónicos (CE) se ha vuelto popular entre los jóvenes en nuestra sociedad. Estos aditamentos, también conocidos como vapeadores, mods, e-Hookahs, entre otros, han crecido exponencialmente en la última década. ¿Qué son? Dispositivos electrónicos que funcionan con baterías que calientan una solución líquida para crear un vapor que se inhala.

Dicha solución es una mezcla de propilenglicol, glicerina, aldehídos (acroleína) y saborizantes, disponibles con o sin nicotina y en ciertos casos con tetrahidrocannabinol. El concepto de un cigarrillo electrónico se remonta a la década de 1960, cuando Herbert A. Gilbert patentó un dispositivo que producía vapor en lugar de humo, pero nunca se comercializó. Su aparición para uso comercial se atribuye a Hon Lik en 2003, quien diseño un producto para dejar de fumar que pudiera imitar la apariencia, la sensación y la experiencia de fumar sin experimentar las toxicidades asociadas.

Parecían cigarrillos tradicionales, se conocían como cigalikes y utilizaban cartuchos desechables.
Sin embargo, el corto periodo de duración de la batería y el bajo suministro de nicotina dio lugar a la aparición de los CE de segunda generación, conocidos como eGo, que permitían llenar y recargarlos con líquidos de diferentes intensidades de nicotina. Con el tiempo quedó claro que la producción de aerosoles era un factor importante, dando así paso a los CE de tercera generación, comúnmente conocidos como modificables (mods), que permiten un mayor control sobre la potencia, la temperatura y la producción de vapor.

Finalmente, a partir del año 2020 salieron al mercado los CE de cuarta generación, portátiles, atractivos y menos agresivos a la garganta, con la capacidad de suministrar nicotina rápidamente y de manera similar a los cigarrillos convencionales.

Foto: Crédito Cortesía.

Otra vez la mercadotecnia y la publicidad
Una situación particular que ha influido en el consumo de CE en los menores de edad y adolescentes es el marketing —diseños atractivos, colores llamativos y la adición de saborizantes—, sin olvidar la presión social a la que son sometidos. Esto conlleva a que muchos de ellos empiecen con CE sin exposición previa a cigarrillos convencionales. Un estudio demostró que los estudiantes de preparatoria consumidores de CE, sin exposición previa, tenían siete veces más probabilidades de consumir cigarrillos convencionales, constituyendo así la puerta de entrada a futuras adicciones.

Inicialmente fueron percibidos por algunas personas como una alternativa “más segura” a los cigarros tradicionales, bajo la premisa de que el aerosol del CE contiene menos sustancias tóxicas que las más de siete mil sustancias químicas contenidas en el humo del cigarrillo convencional.

Sin embargo, el aerosol de cigarrillo electrónico no es inofensivo: contiene sustancias como la nicotina que, además de ser adictiva, puede interferir en el desarrollo cerebral de adolescentes, afectando su desempeño académico y áreas del cerebro responsables del control de impulsos, la atención y el aprendizaje.

Cigarrillos electrónicos vs cigarrillos convencionales
Ante la interrogante de si los CE son una alternativa razonable para ayudar a las personas a dejar de fumar, hay muchas controversias, partiendo del conocimiento de que la causa del tabaquismo es
la adicción a la nicotina. Algunos pacientes y médicos han decidido probar los CE como método para abandonar el hábito tabáquico (cigarrillo, tabaco o pipa). La literatura médica es controversial al respecto: hay un estudio que menciona que los fumadores de CE tenían casi el doble de probabilidades de lograr la abstinencia de fumar en la semana 52, en comparación con el grupo de terapia de reemplazo con nicotina. Cabe mencionar que alrededor del 80 % de los sujetos del grupo de CE todavía usaba sus productos al término del estudio, lo que nos hace pensar nuevamente en que la adicción a analizar y/o a erradicar es la de la nicotina.

Mientras que los cigarrillos electrónicos pueden ofrecer una alternativa menos perjudicial para los fumadores adultos que buscan dejar el tabaco, su uso generalizado entre los jóvenes plantea serios riesgos para la salud pública, que van desde adicciones a otras sustancias hasta implicaciones en el desempeño académico por abstinencia a la nicotina, efectos pulmonares y cardiovasculares.