
Paz interior en tiempos de prisa
Por: Vania Esquivel, 9.° semestre de la Licenciatura en Psicología
En una cultura que ha convertido la productividad en una identidad, detenerse puede sentirse como un retroceso en comparación a los que “avanzan”. Vivimos en un mundo que nos dice que incluso el descanso debe aprovecharse, ya sea escuchando un podcast para aprender en el tráfico, ver películas en otro idioma para practicar, contestar mensajes mientras caminamos, ver redes sociales en nuestros descansos.
Es ahí cuando la pregunta inevitable aparece: ¿cuándo fue la última vez que realmente descansaste? No un descanso útil, o uno que te prepare para trabajar mejor, sino un descanso que simplemente te permita existir.
Las festividades, en lugar de ser un momento para reconectar con nosotros mismos y con los que nos rodean, suelen intensificar la tensión entre el deseo de descanso y la inercia de la productividad.
En este artículo, proponemos la posibilidad de cultivar paz interior aun en tiempos de prisa, especialmente durante las festividades. La recuperación de prácticas espirituales, entendidas no como rituales religiosos necesariamente, sino como hábitos de conexión profunda con nosotros, los demás y con un propósito mayor al de la productividad.

1. Reconocer el ruido para abrir espacio al silencio
Vivir en constante aceleración deteriora la capacidad de autorregulación emocional (Varas-Julca, et al. 2024). La prisa no solo nos vuelve menos eficientes, sino menos presentes. El primer paso hacia la paz interior es reconocer que estamos saturados.
La espiritualidad ofrece un punto clave: la importancia del silencio intencional. Jon Kabat-Zinn (2013), referente del mindfulness, explica que la atención plena no es solo una técnica, sino una forma de estar en el mundo que nos permite “habitar” cada momento en vez de reaccionar automáticamente. Bastan cinco minutos diarios de no hacer nada: observar la respiración, el ambiente, el cuerpo. Cinco minutos de no producir nada.
2. Practicar la compasión hacia uno mismo
Nuestra cultura nos repite mensajes como “ámate”, “no te compares”, “sé auténtico”, pero esto se convierte en nuevas expectativas a cumplir. La comparación está incrustada en nuestras dinámicas desde que nacemos: en calificaciones, prendas, cuerpos, logros y redes sociales.
Pareciera que nuestra estabilidad emocional comienza a depender de los logros profesionales y sociales que adquirimos. La verdadera paz interior empieza cuando dejamos de exigirnos sentirnos bien todo el tiempo, empezar a ser más compasivos con lo que hoy somos y estamos construyendo.

Crédito: Foto por Hernán Sanchez en Unsplash
3. Recuperar la conexión con otros desde la presencia
Las festividades son, en esencia, una invitación a convivir. Sin embargo, la convivencia real implica presencia, no solo coincidencia física. Quien escucha tiene gran impacto en el bienestar emocional de una persona cuando decide prestar atención (Nils y Rimé, 2012). Reír con un amigo, escuchar a alguien sin prisa, mirar a otro a los ojos con atención, también es una práctica espiritual.
Lo espiritual no siempre está en lo extraordinario; muchas veces se encuentra en lo cotidiano, cuando somos capaces de estar atentos. Durante esta temporada, una estrategia simple es establecer momentos libres de tecnología (durante la cena, una caminata, un café) con el fin de cultivar presencia.
4. Cambiar el ángulo de la mirada: vivir desde propósito, no desde prisa
Solo nos falta pensar diferente, con la vista orientada en un ángulo un poco distinto. La psicología humanista de Viktor Frankl (1959), coincide en que vivir con sentido reduce el estrés y aumenta la resiliencia.

En estas festividades en lugar de preguntarnos “¿qué hacer?”, hay que preguntarnos “¿para qué hacerlo?” Cambiar el ángulo implica priorizar lo valioso sobre lo urgente. Elegir conscientemente aquello que nutre, no lo que solo ocupa.
Es importante empezar a decir “no” a los planes que nos desgastan, descansar en silencio sin ver redes sociales, cantar fuerte en el tráfico las canciones que nos gustan, llorar libremente sabiendo que al día siguiente nos levantaremos porque nos permitimos sentir la tristeza, aprovechar nuestra libertad para hacerle justicia a la experiencia humana.
Cultivar paz interior en tiempos de prisa no significa escapar de la vida, ni abandonar responsabilidades. Significa aprender a vivir desde un centro más profundo, recordando que la productividad no es sinónimo de valor personal.
En un mundo que nos dice cómo vivir, tenemos la oportunidad, tal vez, por primera vez en mucho tiempo, de empezar a elegir desde otro lugar.
Referencias
Frankl, V. (1959). Man’s search for meaning. Beacon Press.
Kabat-Zinn, J. (2013). Full catastrophe living. Bantam.
Nils, F. y Rimé, B. (2012). Más allá del mito de la descarga: Las formas de compartir en redes sociales determinan los beneficios de la apertura emocional. Revista Europea de Psicología Social, 42, 672-681. https://doi.org/10.1002/ejsp.1880.
Varas-Julca, C., Palacios-Serna, L., y Santana-Mora, C. (2024). Managing Perceived Stress and Emotional Self-regulation for Sustainable Mental Health Practice. Revista de Gestão Social e Ambiental. https://doi.org/10.24857/rgsa.v18n9-168.

