50 años, 50 películas: Medio siglo de amor cinéfilo
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No es un trabajo fácil pero alguien tenía que hacerlo. Nos dimos a la tarea de recopilar las 50 películas más representativas de 1969 a 2019 (¡con dos años con empate!), sin importar el género: ciencia ficción, comedia, drama o aventura, todo cabe en la deliciosa subjetividad de una lista. Los hermanos Lumière estarían orgullosos.
1969: Midnight Cowboy (John Schlesinger) – La amistad de dos perdedores en una Nueva York nada cosmopolita: sucia, violenta, tan real. John Voight y Dustin Hoffman forman una de las mejores parejas del cine, unidos por una terrible soledad.
1970: Let It Be (Michael Lindsay-Hogg) – Documental que retrata la grabación del disco homónimo de The Beatles y la crónica de un rompimiento anunciado. Punk antes del punk.
1971: A Clockwork Orange (Stanley Kubrick) – Hiperviolencia a ritmo de Beethoven. El listo de Kubrick dirigió una sátira futurista para criticar a la sociedad de su presente, que poco ha cambiado.
1972: The Godfather (Francis Ford Coppola) – Acaso el mejor reparto jamás reunido en una película, liderado por un Brando que, con su Vito Corleone, creó el molde del que saldrían todos los capos de la mafia por venir. Y no es queja.
1973: The Exorcist (William Friedkin) – El diablo se apodera de una adolescente y su atormentada madre recurre a dos sacerdotes — con sus propios demonios — para el exorcismo. Con unos 20 minutos finales electrizantes, esta obra marcó un parteaguas en el cine de terror.
1974: The Godfather Part II (Francis Ford Coppola) – Secuela del ascenso (o caída) de Michael Corleone. Una continuación que hubiera estado a la altura de la primera parte, pero Coppola agregó la historia del joven Vito y firmó así una obra maestra.
1975: Jaws (Steven Spielberg) – Spielberg aún no cumplía los treinta cuando inventó el blockbuster tal y como lo conocemos. Le dio la vuelta a una producción limitada y desastrosa para generar terror: pocos fueron los valientes que se metieron a la playa después.
1976: Taxi Driver (Martin Scorsese) – De Niro dio vida a un veterano con una misión, protector de una prostituta adolescente (la maravillosa Jodie Foster), con una de las mejores frases de la historia del cine: “You talkin’ to me?” y todo funciona (cameo de Scorsese incluido).
1977: Annie Hall (Woody Allen) – Además de innovar en la forma — subtítulos en las conversaciones, el uso de animación y el rompimiento de la Cuarta Pared—, Allen (hoy apestado) lo hizo también en el fondo y nos regaló uno de los mejores personajes femeninos de la historia.
1978: The Deer Hunter (Michael Cimino) – Puede que el terrible escenario de la guerra de Vietnam haga que la clasifiquemos como una cinta bélica. Tal vez, pero en realidad es una historia de amistad y compromiso entre dos seres aun en la más terrible oscuridad.
1979: Apocalypse Now (Francis Ford Coppola) – La megalomanía de Coppola casi termina con su carrera. Una filmación desastrosa, Brando en diva y un infarto que por poco mata a Martin Sheen, pero al final todo valió la pena: es la película definitiva sobre Vietnam.
1980: Raging Bull (Martin Scorsese) – Aquí la violencia no viene de los golpes dentro del ring, sino debajo de éste. La elegancia del blanco y negro contrasta con la rudeza de la biografía del boxeador Jake LaMotta, la mejor interpretación de Robert De Niro.
1981: Raiders of the Lost Ark (Steven Spielberg) – Un tal George Lucas le contó la idea a su amigo Spielberg durante unas vacaciones. El arqueólogo Indiana Jones sólo podría ser interpretado por el tipo más cool de Hollywood, Harrison Ford, en una película clásica de aventuras que no pretendía nada más que entretener.
1982: Blade Runner (Ridley Scott) – De nuevo Ford, esta vez en la piel del detective Deckard en un film noir futurista. Visualmente es impactante y la historia — basada en un libro de Philip K. Dick — plantea más preguntas que respuestas. El monólogo final del replicante Roy (Rutger Hauer) aún emociona: “El tiempo se perderá como lágrimas en la lluvia”.
1983: Monty Python’s the Meaning of Life (Terry Jones) – Estructurada por sketches que tienen por hilo conductor la pregunta ¿Cuál es el sentido de la vida?, el grupo británico se pone filosófico pero no deja de arrancar carcajadas. El número musical “Every Sperm is Sacred”, sobre un matrimonio que tienen los hijos que dios le mande, tiene una vigencia que asusta.
1984: Amadeus (Milos Forman) – Un tratado sobre la mediocridad y el talento disfrazada de biopic de Mozart. Pocas veces se ha descrito la música de manera tan bella como aquí: Música henchida de anhelo, de un insaciable anhelo. A mí me parecía oír la voz de Dios. Los genios no deben morir.
1985: Back to the Future (Robert Zemeckis) – Un adolescente viaje al pasado a bordo de un DeLorean, al momento donde se conocieron sus padres. Una aventura de ciencia ficción protagonizada por una pareja (el mentor y el alumno) que derrocha química en cada escena. Entretenimiento del viejo Hollywood, en estado puro. Puntos extra por el número musical Johnny B. Goode.
1986: Blue Velvet (David Lynch) – Hay varios momentos icónicos en este clásico de Lynch, pero si tuviéramos que elegir uno nos quedamos con el de un Dean Stockwell maquillado haciendo fonomímica de In Dreams, del gran Roy Orbison, mientras Dennis Hopper lo ve entre embelesado y enojado. Perturbador, como toda la película.
1987: Full Metal Jacket (Stanley Kubrick) – Cuenta la leyenda que Ronald Lee Ermey podía maldecir 15 minutos sin repetir una sola palabra. Impresionó al mismísimo Kubrick: muchos de sus diálogos como el temible Sargento Hartman fueron improvisados. Irónicamente, Lee Ermey era un veterano de Vietman y está enterrado en el Cementerio Nacional de Arlington, junto a los grandes.
1988: Cinema Paradiso (Giuseppe Tornatore) – La historia de un niño y su mentor en un pueblo de Italia es en realidad una carta de amor al séptimo arte. Pasan y pasan los años, pero ese final del metraje de los besos censurados (el proyeccionista del cine es el propio Tornatore) con la bellísima música de Ennio Morricone aún conmueve.
1989: Do the Right Thing (Spike Lee) – Lee es un cineasta activista, pero lo sabe hacer. Do the… es su primera obra mayor, la historia de las distintas comunidades (latinas, afroamericanas, italianas) en el Brooklyn ochentero, antes de que se gentrificara. Es también un ejemplo de cómo todos, por más distintos que seamos entre sí, podemos vivir en armonía, así sólo sea en el barrio.
1990: Goodfellas (Martin Scorsese) – Tuvieron que pasar casi 30 años para que alguien hiciera una cinta sobre la mafia a la altura de The Godfather, que ya es decir. Scorsese se hizo de un gran elenco (De Niro, Liotta, Sorvino), pero es Joe Pesci el robaescenas. No sabes en dónde cabe tanta ira y desprecio en ese cuerpecito. Funny How?
1991: The Silence of the Lambs (Jonathan Demme) – Aparece como 16 minutos en pantalla, pero el Doctor Lecter que se inventó Anthony Hopkins es electrizante. El mérito también es para su coprotagonista Jodie Foster, quien no se achica en ese juego de miradas cómplices. Podría ser la mejor película de terror jamás filmada, pero es tal vez una de las mejores películas. Así, sin género.
1992: Unforgiven (Clint Eastwood) – Eastwood le apredió bien a Sergio Leone (incluso la cinta está dedicada a él), autor de varios de los mejores westerns de la historia. Y el alumno superó al maestro: arropado por grandes actores, como Gene Hackman o Richard Harris, Clint firmó la película del oeste definitiva.
1993: Jurassic Park (Steven Spielberg) – Los efectos especiales han evolucionado de una manera tal que casi no distinguimos qué es real o CGI, pero la escena de los braquiosaurios a campo abierto con la música de John Williams aún no se olvida. Spielberg materializó el sueño de infancia de miles.
1994: Pulp Fiction (Quentin Tarantino) – Una trama sencilla, casi un lugar común —mafiosos de medio pelo que buscan recuperar un motín— que en las manos de Tarantino revolucionó el cine de los noventa y resucitó la carrera de Travolta, que él mismo se encargaría de sepultar otra vez.
1995: The Usual Suspects (Bryan Singer) – Otra de matones de medio pelo, pero con uno de los mejores plot twist de la historia. Al temible personaje de Keyser Söze no le vemos siquiera la cara, sólo conocemos las leyendas negras que se dicen de él. Y es espeluznante.
1996: Trainspotting (Danny Boyle) – Uno de los comienzos más memorables del cine, prólogo de una historia de adicciones, futbol y amistad en Edimburgo. También tiene un poderoso soundtrack que acompaña imágenes oníricas que hacen ver bonitas las sobredosis de heroína. Choose life.
1997: Gattaca (Andrew Niccol) – En un futuro, los humanos son genéticamente modificados para ser perfectos. Uno de los aún normalitos tiene el sueño de viajar al espacio, así que suplanta la identidad de otro superior. ¿Un film noir futurista, historia de amor y rollos familiares? Funciona. Gattaca ha resisitido con honor el paso del tiempo.
1998: The Big Lebowski (Joel e Ethan Coen) – ¿Quién iba a pensar que un bueno para nada, desempleado, aficionado al boliche y pacifista que se autoproclama The Dude iba a convertirse en un personaje de culto? Sólo los Coen y el grandísimo Jeff Bridges. Y benditos sean por ello.
1999: Magnolia (Paul Thomas Anderson) – Obra coral que encabeza Tom Cruise en la mejor actuación de su carrera. Todo funciona con precisión, incluso la lluvia de ranas en Los Ángeles. Es como ver jugar al Barcelona de Guardiola: la obra maestra de un director de por sí infalible.
The Matrix (Lana y Lilly Wachowski) – Las Wachowski cambiaron la forma de hacer cine. Punto. Pensaron que era buena idea mezclar filosofías ancestrales de oriente y occidente con artes marciales y mucha acción. Los efectos de especiales, como el bullet time, nunca se habían visto. Ni sus dos fallidas secuelas pudieron empañar algo que, dos décadas después, sigue maravillando.
2000: Memento (Christopher Nolan) – Nolan mostó sus cartas —discretamente, eso sí— de lo que nos tenía preparado en el futuro. Su segunda película es más que nada un trabajo de guión, narrada de adelante hacia atrás. Más matematícas que letras. ¿O serán lo mismo? Con Nolan ya no se sabe.
2001: Mulholland Drive (David Lynch) – Una aspirante actriz llega a Hollywood en busca de fama. Hasta aquí todo bien, hasta flojito, quizá. Pero en las manos de Lynch se sale de control, en el buen sentido. Hay sitios web, libros y documentales para tratar de entender exactamente de qué va la cinta. No lo sabemos y no nos interesa: así está bien.
2002: Cidade de Deus (Fernando Meirelles) – La historia de la favela Cidade de Deus a través de la mirada de dos amigos, contada a toda velocidad y con movimientos de cámara poco antes vistos en una película latinoamericana. Al final puedes salir del barrio, pero el barrio nunca saldrá de ti.
2003: Lost in Translation (Sofia Coppola) – La película hipster por antonomasia. ¿Quién iba a pensar que Scarlett Johansson y Bill Murray tendrían tanta química? No se dice mucho, pero las imágenes, luces y sonidos de Tokio son el escenario ideal para una historia sobre la comunicación en el siglo XXI.
2004: Eternal Sunshine of the Spotless Mind (Michel Gondry) – Charlie Kaufman era ya el guionista más famoso de Hollywood cuando escribió esta historia de amor moderna. Como su paisano Georges Méliès, Gondry es un mago y artesano en un cine cada vez más digital. Y Kate Winslet es encantadora como Clementine: cómo no enamorarse de ella. ¿Para qué olvidarla?
2005: Capote (Bennett Miller) – La historia de cómo Truman Capote escribió In Cold Blood, sobre el asesinato de una familia en Kansas. Un personaje como Capote tienta para la caricatura, pero en la piel de Philip Seymour Hoffman es un fresco renacentista. Lo extrañamos.
2006: El laberinto del fauno (Guillermo del Toro) – La fábula del mexicano está filmada de una manera tan bella que nos hace olvidar la historia tan terrible que está contando. Para Del Toro son peores los seres humanos, como el Capitán Vidal (poderosísimo Sergi López), y la guerra, que cualquiera de sus imaginarios monstruos.
2007: Le Scaphandre et le Papillon (Julian Schnabel)- Jean-Dominique Bauby, editor de la revista Elle, sufre un ataque que lo paraliza casi por completo: sólo puede comunicarse a través del movimiento de los ojos. En lugar de presentarnos un dramón, Schnabel plantea que mientras tengamos intacta la memoria y la imaginación podemos ir a dónde queramos, como una mariposa.
2008: Man on Wire (James Marsh) – El funambulista Philippe Petit es un personaje a la altura de su hazaña: en 1974 caminó sobre un cable entre las Torres Gemelas de Nueva York. Este documental retrata el llamado crimen artístico del siglo XX, pero también la Joie de vivre de un artista.
2009: El secreto de sus ojos (Juan José Campanella) – En las escuelas de cine debería de comenzar a estudiarse ese plano de secuencia —¿truqueado? Tal vez, pero funciona — a la mitad de la película. Un crimen horrible es el contexto para contar una historia de amor a través de los años. También presenciamos una de las mejores venganzas del cine (“Usted dijo perpetua”).
2010: Social Network (David Fincher) – Fincher es uno de los mejores cineastas estadounidenses vivos, sólo necesitaba una materia prima a su altura. Las palabras que escribió Aaron Sorkin tienen la velocidad con la que Zuckerberg fue ganando enemigos. Al final puedes tener todo el dinero del mundo, pero no eres nadie sin gente que te quiera.
2011: The Tree of Life (Terrence Malick) – Cinema total. La obra más ambiciosa de Malick — que ya es decir — va del origen del universo a la historia de una familia disfuncional en la América profunda, todo fotografiado de forma bellísima por el mexicano Emmanuel El Chivo Lubezki.
2012: Amour (Michael Haneke) – La obra más “accesible” del austriaco Haneke cuenta la historia de un matrimonio en el crepúsculo de su vida. Cuando ella enferma, él se encarga de cuidarla pese a todo. Amor es sacrificio, dolor y muerte. Pero no por ello deja de ser el sentimiento más hermoso que podemos experimentar.
2013: La grande bellezza (Paolo Sorrentino) – Una película más italiana que el espagueti. Llena de ritmo, surrealista, con sentido del humor, como su protagonista, Jep Gambardella (el gran Toni Servillo). También es la historia del primer amor, aquel que nunca olvidamos, aquel que se queda marcado como la primera vez que vimos el mar.
2014: Birdman or (The Unexpected Virtue of Ignorance) (Alejandro González Iñárritu) – Una puesta arriesgada: un guion pretencioso que protagoniza un actor de media tabla del que ya pasaron sus mejores días, filmada en un plano secuencia (truqueado, pero que funciona perfectamente). Y El Negro ganó. Todos caímos rendidos ante este acto de prestidigitación sobre la fama.
2015: Mad Max: Fury Road (George Miller) – Un artista casi en sus 70 años dirigió una de las mejores películas de acción de los últimos tiempos. Miller no da tregua en esta nueva aventura postapocalíptica de Mad Max hecha casi de manera artesanal, como antes, sin CGI. Y con una Charlize Theron que derrocha fuerza, ira y furia en cada escena.
2016: Arrival (Denis Villeneuve) – Ciencia ficción con un enfoque filosófico: más cerca de 2001… que de Alien. Aquí los extraterrestres buscan nuestra ayuda, no destruir el mundo. El entendimiento y el amor son armas más poderosas que cualquier bomba nuclear. Y también está Amy Adams. Todo bien.
2017: Phantom Thread (Paul Thomas Anderson) – La despedida cinéfila de Daniel Day-Lewis (esperemos que se arrepienta) es una historia de amor retorcida, llena de humor y exquisitamente actuada. El pedante donjuán Reynolds Woodcock se topó con una mujer que se le puso al tú por tú y él cayó rendido.
2018: Roma (Alfonso Cuarón) – Se habló durante meses de esta obra. Que si es la “mejor película mexicana”, que si es racista, que si… Cuarón hizo un ejercicio de memoria detalladamente filmado (a veces excesivo) para contarnos parte de su infancia. A pesar de ser algo tan personal, se volvió universal. Y eso es impresionante.
2019:
La verdad, no sabemos. Y no nos atrevemos a estas alturas a decir si The Irishman, Toy Story 4, Once Upon a Time in Hollywood (o hasta Avengers: Endgame, quién sabe) será la más icónica de 2019… pero ni por error te las pierdas.
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