¿Siempre usaremos pants?
Desde que comenzó el confinamiento, nuestro clóset sufrió un cambio. Las camisas formales, los vestidos, los pantalones y hasta los zapatos empezaron a acumular polvo mientras que los pants, las sudaderas y las pijamas entraron en rotación constante.
Claro, son muy cómodos y es obvia la elección, pero la manera en la que se dispararon las ventas de estas prendas dice más de la dirección a la que se dirige la industria de la moda. La pandemia fue la última (inesperada) gota que derramó el vaso para acelerar los cambios inevitables y necesarios que debe hacer para sobrevivir.
Los gigantes vs. las pequeñas marcas
Como lo narró a The New York Times, Entireworld, una marca de básicos con apenas dos años de existencia fue una de las beneficiadas de la pandemia. Ni su fundador lo esperaba, al contrario, pensaba que los negocios grandes serían los que podrían lidiar con la depresión económica y que marcas pequeñas como Entireworld cerrarían en un par de meses.
Lo que realmente sucedió fue que gigantes como J. Crew, Brooks Brothers, Barney’s y Neiman Marcus se declararon en quiebra. En abril, la venta de ropa en EUA habían bajado en un 79% mientras que las ventas de pants subieron en un 80%. Para julio, Diane von Furstenberg con presencia a nivel internacional, anunció que se cerrarían 18 de 19 tiendas y corrieron a 300 personas.
Por otro lado, en un solo día de marzo, Entireworld vendió más de mil sets de pants. Antes de esto, el promedio eran 46. Lo siguiente en agotarse fueron las camisetas, calcetines y ropa interior. Para el fin de mes, sus ventas habían subido en un 662% comparado a marzo de 2019.
Bendito y maldito internet
El factor que mayor presión ha puesto en el ecosistema de la moda global, especialmente en el lujo, es el internet. Ofreciendo que las personas pueden ver las colecciones de las semanas de la moda de forma simultánea en redes sociales o transmisiones en vivo, aceleró la demanda por tener esa prenda de la siguiente temporada en ese mismo mes. Y de forma inconsciente eliminó la necesidad de viajar para asistir presencialmente al desfile si lo puedes ver en tu sofa, como sucedió en la pandemia.
El sistema que fue creado para tener seis meses de anticipación en los que sucedía la producción y compra quedó obsoleto. Se comenzaron a hacer hasta siete colecciones al año para satisfacer la demanda, saturaron el mercado creando más de lo que se podía consumir; las tiendas online empezaron a quitarle el negocio a las físicas y… llegó la crisis económica del 2008. Las tiendas como Neiman Marcus recurrieron a reducir los precios para vender pero, al hacerlo al siguiente año, acostumbraron a los consumidores a comprar y perseguir las rebajas devaluando su propio producto.
El ritmo de producción se volvió insostenible, las ventas no crecieron como esperaban y permeó en todo el sistema llegando hasta el fast fashion arruinando la temporalidad de la moda. Esto explica por que vendían vestidos de verano en enero con descuento, ignorando el clima real. En resumen, el sistema se aniquiló a sí mismo pero luchaba por mantenerse como pudiera y… apareció el Covid-19 para detenerlo en seco.
¿Y a todo esto, qué tiene que ver con los pants?
Cuando llegó la covid-19, dejamos de tener necesidad por ropa en tendencia pero no fue la primera vez que aparecía esta idea. En la última década, poco a poco surgió el anti fashion: la idea de no tener temporadas ni desfiles ni novedades temporales, sino prendas enfocadas en la calidad de si mismas. Aparecieron estas marcas directas al consumidor, es decir, las que compras por anuncios de Instagram que no tienen (o son pocas) tiendas físicas y que todo lo hacen por su cuenta, sin intermediarios. La atemporalidad de la moda irónicamente es el futuro.
La idea de que la moda es tendencias, como “el blanco es el nuevo rosa” o viceversa que debes tener esta temporada o año, es una definición muy limitada de todo el ecosistema.
La nueva realidad de la industria debe ser calidad sobre cantidad, regresar a un calendario semestral lógico en términos de producción y clima, al igual que mantener los básicos atemporales. Los pants son parte de esas prendas en las que siempre se van a invertir, especialmente en momentos de crisis, como lo demostró la pandemia.