El dilema de las cápsulas de café
En el siglo 17, el papa Clemente VIII dijo que el café era “la bebida del diablo”. En los años de 1700, mujeres londinenses se manifestaron contra los cafés y argumentaron que la “pócima caliente” hacía impotentes a sus esposos. En el siglo XXI, estos juicios son cosa del pasado y estamos menos preocupados por lo que nos hace el café y más preocupados por lo que el café le hace al mundo.
En la última década, los consumidores se han mostrado cada vez más inconformes por la gran cantidad de basura causado por las cápsulas de café. Halo, una empresa que fabrica cápsulas reciclables, estima que de las 39 mil cápsulas que se fabrican cada minuto, 29 mil terminarán en los basureros municipales.
En la actualidad, cada año se venden alrededor de 14 mil millones de cápsulas de la empresa suiza Nespresso, tanto online como en sus 810 boutiques en 84 países. Las estimaciones arrojan que se beben más de 400 Nespressos por segundo
La mulitinacional suiza usa aluminio en sus pods porque es liviano, fuerte y duradero, lo que lo convierte en el mejor material para un contenedor sellado que debe volar alrededor del mundo y luego someterse a calor y presión extremas en la cocina de alguien. Solo se usa una pequeña cantidad de café en cada cápsula, por lo que se desperdicia menos café que en una cafetería, o con otros métodos, en los que se pueden usar muchos gramos por taza.
Sus cápsulas son, en teoría, 100% reciclables. Pero debido a que contienen plástico además de aluminio, no se pueden tirar en un contenedor de reciclaje (verde). Por lo mismo, las cápsulas usadas deben entregarse en las boutiques Nespresso o en otros puntos específicos (en algunos países, Nespresso ofrece el servicio de recoger las cápsulas utilizadas en los hogares de sus clientes).
Además, Nespresso dice que su tasa de reciclaje global es del 30% y que el 91% de sus usuarios tiene acceso a uno de sus 100 mil puntos de recolección en todo el mundo. Pero algunos expertos han sugerido que solo el 5% de las cápsulas Nespresso se reciclan.
Incluso si la cifra de Nespresso es precisa, con una estimación conservadora de 14 mil millones de cápsulas vendidas cada año y 0,9 gramos de aluminio por cápsula, eso significa que 12 mil 600 toneladas de aluminio Nespresso terminan en basureros municipales al año… lo mismo que 60 Estatuas de la Libertad -solamente de capsulitas de colores-.
Un problema más grande
La sostenibilidad la industria café es compleja. Gran parte de la contaminación que genera este commodity está en el transporte (llevar el producto de Colombia a Nueva York, o de Chiapas a San Pedro, por ejemplo). Siendo objetivos, el uso más eficiente y “ecológico” de los granos es el café instantáneo, donde solo se usa una pequeña cantidad de café por taza. Pero como ese café tiende a provenir de grandes fincas que cultivan granos baratos, puede ser una desventaja para los agricultores y fomentar tipos de cultivo que tienen un impacto más dañino en el medio ambiente.
Una solución son las cápsulas reutilizables, donde se puede cargar café recién hecho en una cápsula compatible con Nespresso, pero a un costo significativo para la comodidad del usuario (al final de cuentas, el chiste de un café Nespresso es la sencillez en su elaboración).
Los defensores de las monodosis afirman que además de utilizar un volumen menor de café, consumen menos energía, ya que la máquina solo calienta la pequeña cantidad de agua necesaria para cada espresso. Pero hasta que las cápsulas de Nespresso se puedan incluir en el reciclaje doméstico, es poco probable que mejoren las cifras de reciclaje.
Solo imagina la cantidad de basura que generamos por tener un buen café en casa, en menos de 30 segundos. ¿Vale la pena?
Con información de The Long Read.