Poemas poderosos para inspirar tu día

Te recomendamos, antes de cualquier cosa, empezar tu día con un poema. Estos dos son una fuente de alegría y motivación que seguro te hacen ver la vida muy diferente. Estos poemas fueron seleccionados por Miguel Pedro Solís y Jeimmy Nava Ibarra, ambos estudiantes de la Licenciatura en Letras UDEM.

NO TE RINDAS

Mario Benedetti

No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cura el tiempo,
abrir las puertas, quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estás sola,
porque yo te quiero.

¡BAILEN, HOMBRES!

CORAZÓN DE VIENTO

Miguel Pedro Solís

(Escrito originalmente en náhuatl)

¡Bailen, hombres! Ahora que las flores viven.
Que sus pétalos saben a chocolate y a néctar,
que su olor entra en las casas,
que su aroma enamora nuestros corazones.
Bailen mientras tengan fuerzas para hacerlo.

¡Canten, hombres! ¡Eleven sus cantos!
Que el sol alumbre sus voces.
Que sus corazones ardan con su canto,
que los pies se unan bailando.
Canten antes de que se acaben sus cantos.

¡Vivan, hombres! Mientras puedan seguir viviendo,
que pronto las máscaras se rompen,
pronto las flores se marchitan,
pronto las voces ensordecen.

¡Alégrense, hombres! Embriáguense con el néctar florido,
todos a morir venimos, ¡canten, alegres conmigo!
Resuenen sus tambores con flores y bailes.
Todos a morir venimos.