
Cuando se vive el duelo de una mascota
Por: Karol Luciana Ramos Navar, estudiante de 5.° semestre de la Licenciatura en Psicología
El vínculo con los animales o las mascotas es único, ya que, a diferencia de las relaciones humanas que suelen ser complejas, la relación con las mascotas es constante, segura y libre de juicio. Esta relación con los animales activa mecanismos similares a los que se establecen en el apego con humanos; esta conexión se relaciona con los niveles de oxitocina, entre otras hormonas. Un estudio realizado por Odendaal y Meintjes (2003) encontró que, entre 5 a 24 minutos después de estar en compañía con perros, el nivel de oxitocina aumenta considerablemente. Precisamente por la profundidad de este vínculo, resulta muy dolorosa la pérdida de una mascota; una vez fallece, se inicia el proceso del duelo.
De acuerdo con Worden (2009), el duelo es un proceso que se sigue tras la pérdida de un ser significativo y, para su resolución, se necesitan cumplir ciertas tareas que ayudan al doliente a adaptarse a la nueva realidad sin el fallecido. Más adelante se hablará de estas.

Una de las razones por las que el duelo de una mascota podría ser mucho más abrumador o doloroso es que se trata de un duelo no validado, el cual Doka (1989) define como: aquel que la sociedad no reconoce como legítimo y no apoya; es decir, cuando no se reconoce el derecho de una persona a expresar su dolor por una pérdida.
Las personas que pasan por duelos que sí son validados suelen tener más apoyo de la sociedad, es decir, podrías pedir días en el trabajo o no asistir a la escuela, lo cual ayudaría a procesar tanto la pérdida como el dolor y el irte familiarizando con la ausencia. Además, podrías compartir ese dolor con más personas, ya que es más reconocido. Sin embargo, si faltaras a la escuela o al trabajo porque tu mascota falleció, puede que seas juzgado(a) o que tus acciones sean consideradas como exageradas. Quienes pasan por este duelo suelen sentirse aislados e incomprendidos, por lo que se dificulta la expresión y el proceso sano del duelo. Otros ejemplos de duelo no validado son cuando muere una expareja o se tiene un aborto espontáneo.

Worden (2009) propone un modelo de cuatro tareas que se tienen que seguir para poder superar un duelo:
- Aceptar la realidad de la pérdida: La primera tarea es reconocer el hecho de que el ser querido se ha ido y no habrá un reencuentro. Es importante no minimizar la pérdida; ejemplos de lo contrario serían tirar todas sus cosas o negar que le extrañamos.
- Trabajar desde las emociones y el dolor de la pérdida: En la segunda tarea hay que reconocer los sentimientos y no evitarlos; si el dolor se suprime, solo se prolongará. Muchas veces, la sociedad hace más difícil este paso, ya que las personas se incomodan con los sentimientos de quien sufre un duelo.
- Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente: En esta tarea se recomienda reordenar la vida cotidiana; por ejemplo, si a cierta hora había que pasear a la mascota, ese tiempo se puede redirigir a un tiempo personal. De igual manera, se tiene que asumir que ya no se es cuidador y transformar eso en un recuerdo cálido.
- Recolocar emocionalmente al fallecido y seguir viviendo: En esta tarea, la persona logra recordar al ser querido con amor mientras el dolor va disminuyendo gradualmente. Implica encontrar un lugar emocional para mantener su recuerdo sin que esto impida seguir con la vida ni experimentar sentimientos positivos hacia otras personas. Esta tarea no significa que se haya olvidado al ser querido.

El vínculo afectivo que tenemos con nuestras mascotas tiene un valor genuino y muy profundo; es por esto que validar el dolor que sienten las personas que recientemente han perdido una mascota es fundamental para llevar un proceso sano de duelo y recuperarse de manera gradual. Reconocer estos duelos no solo aprecia más los lazos humano-animal, sino que también promueve una sociedad más empática y comprensiva hacia otras formas de amor y compañía.
Referencias
Doka, K. J. (Ed.). (1989). Disenfranchised grief: Recognizing hidden sorrow. Lexington Books/D. C. Heath and Com.
Odendaal, J. S., & Meintjes, R. A. (2003). Neurophysiological correlates of affiliative behaviour between humans and dogs. Veterinary journal (London, England : 1997), 165(3), 296–301.
Worden, J. W. (2009). Grief counseling and grief therapy: A handbook for the mental health practitioner (4th ed.). Springer Publishing Company

