Democracia en crisis

El corazón del debate sobre los políticos jóvenes y su papel en la política contemporánea se caracteriza
por una dualidad fundamental: la esperanza y la decepción. ¿Qué peso tienen estos dos conceptos?

La crisis de la democracia moderna es, en realidad, una crisis de la democracia representativa y, por lo tanto, una crisis de las instituciones políticas que la componen. ¿Cuáles son estas instituciones y qué desafío encontramos al momento de analizar e intentar proponer algunas soluciones que sean asequibles para todos los sectores de la sociedad?

Por ejemplo, las instituciones que se encuentran en crisis en México, de acuerdo con el Latinobarómetro (2021), son: 1) los partidos políticos, 2) el congreso, 3) la policía, 4) el poder judicial y 5) el gobierno. Esto se debe a que la población les tiene muy poca confianza y la tendencia se repite a nivel Latinoamérica. De tal forma que deberíamos de cuestionarnos el porqué de ello y, muy seguramente, encontraremos respuesta en que la baja confianza no es nada más y nada menos que el resultado de una serie de fallas estructurales y de desigualdades que han recorrido, y recorren, América Latina.

Bajo esa perspectiva, resulta importante analizar el papel que han tenido los políticos jóvenes en la dinámica política para enfrentar la crisis de las democracias y, con ello, establecer algunos alcances y esbozar algunas posibles soluciones a lo que también se ha denominado como fatiga con la democracia. Aspecto que se refiere principalmente a la crisis de representación política que afecta a los partidos políticos en tres sentidos: 1) la ciudadanía ya no se siente representada por los partidos, 2) los partidos han sido capturados por cúpulas y grupos oligárquicos y 3) los partidos políticos se han fragmentado.

De tal manera que tenemos a nuestro alcance no solo el conocimiento claro de que existe crisis de la democracia y que los partidos políticos están debilitados en su papel fundamental de ser organizaciones representativas; sino que también identificamos en nuestra problemática que las elecciones no bastan para mejorar la democracia, y que en un momento en donde las políticas públicas, el estado de derecho y la rendición de cuentas en el combate a la corrupción no es algo tangible. Bajo ese argumento es conveniente preguntarnos, ¿Qué sucede con las juventudes en un momento en la historia donde la democracia precisa de nuevos perfiles y de nuevas vías para su mejora? ¿Los políticos jóvenes son la solución?

En el corazón del debate sobre los políticos jóvenes y su papel en la política contemporánea se caracteriza por una dualidad fundamental: la esperanza y la decepción. Estos dos conceptos representan la complejidad del panorama político actual, donde los líderes emergentes se debaten entre promesas incumplidas y la búsqueda constante de un cambio significativo.

La esperanza política representa una idea optimista donde existe la posibilidad de un cambio positivo en el sistema político, impulsada por la esperanza y la determinación de las personas para llevar a cabo la transformación social. En contraste, la “decepción política” se refiere a la frustración causada por aquellos errores percibidos en los procedimientos políticos, lo cual refleja obstáculos sistémicos e incoherencias ideológicas. En este contexto, podemos entender que las experiencias de los jóvenes políticos en

México y el mundo nos brindan una comprensión valiosa de las complejidades de la gobernanza contemporánea, así como oportunidades para aprender tanto de los logros como de los fracasos. Una de las ventajas más grandes de los políticos jóvenes es el uso de las redes sociales para dar visibilidad a sus ideas y poder darse a conocer en un medio de comunicación donde predominan las generaciones de jóvenes. Estos nuevos políticos han aprendido el impacto que tienen las redes sociales en la selección de candidatos dentro de los partidos políticos, en la campaña para ganar una elección de representación política y como medio de comunicación por el cual muchos ciudadanos se informan sobre asuntos políticos.

Al examinar el panorama de los políticos jóvenes en México, podemos encontrar figuras como Samuel García, gobernador de Nuevo León, quien utilizó las redes sociales para materializar las aspiraciones de las y los neoleoneses a través de su imagen y la de su esposa, Mariana Rodríguez para sacar a los partidos tradicionales de la gubernatura en el estado. Al igual que Pedro Kumamoto, ex diputado local por la vía independiente en el estado de Jalisco, quien refleja las complejidades y desafíos inherentes al panorama político, pues se convirtió en el primer diputado local independiente quien, junto con Jaime Rodríguez
“El Bronco”, demostraron las fallas y la falta de credibilidad de los partidos políticos tradicionales.

Si bien, en todo el mundo podemos observar estas nuevas figuras políticas jóvenes donde existe su compromiso por fomentar un cambio hacia las nuevas generaciones. Los políticos jóvenes adoptan una variedad de enfoques e ideologías, como Gabriel Boric, el presidente más joven de la historia de Chile, quien derrotó a un candidato de extrema derecha con la promesa de convertir a Chile en un “estado de bienestar”.

Alexandria Ocasio-Cortez del partido demócrata de Estados Unidos quien aboga por políticas progresistas y reformas de justicia social. O Maren Grøthe de Noruega, que fue elegida como miembro de la asamblea nacional, el Storting, con solo 20 años dándole una representación a los jóvenes y luchando por sus intereses. Estas figuras políticas, tanto de México como del resto del mundo, nos muestran un progreso en el ámbito político yel cambio en las dinámicas de representación. Sin embargo, ¿verdaderamente se están atenuando las consecuencias de la crisis de la democracia al momento en que se incorporan jóvenes a la toma de decisiones? Al observar las trayectorias de los jóvenes políticos, es evidente que no están exentos de errores. Pero tampoco, para el caso de México y de Nuevo León en lo particular, suponen un mejoramiento sustantivo, y tangible, de la democracia.

¿Cómo podemos combatir esta crisis? En términos simples, asumimos la respuesta que realiza el profesor Dieter Nohlen: frente a los valores de salida que generalmente se espera de un régimen democrático, como lo son la libertad, pluralismo, desarrollo económico y social, alternancia, entre otros, se deberán anteponer los valores de entrada que representan los pilares de la democracia, estos son la tolerancia, la responsabilidad y la confianza.

Si el reto consiste en mejorar la confianza para mejorar el papel de las instituciones y con ello la democracia y su aspecto representativo, consideramos que la ética de la responsabilidad, así como la ética de la convicción en términos weberianos, deberá primar en los jóvenes que transitan hacia los puestos de representación política y que se encuentran en el centro de la toma de decisiones.

Con mesura en el actuar político, pasión por la cosa pública y responsabilidad en el ejercicio de sus funciones, los jóvenes políticos podrían ser los portadores de soluciones innovadoras para disminuir la crisis de la democracia o, en su defecto, demostrar que la edad y el uso de tecnologías no abonan al mejoramiento de las condiciones de vida de la ciudadanía y tampoco fortalecen la democracia.