
El café como aliado del estudio y el trabajo
Por: Valeria Cruz, estudiante UDEM de Psicología Clínica
El café, más que una bebida, es un pequeño ritual que despierta los sentidos y acompaña los momentos de concentración. Una taza de café estimula y aclara la mente, pero tiene sus límites: demasiado puede robar la calma y el descanso.
Entre estudiantes y trabajadores pocas bebidas tienen tanta presencia como el café; desde la taza de la mañana antes de salir de casa, hasta la que acompaña una jornada laboral intensa o una clase larga, el café se ha convertido en un compañero indispensable. Es por ello que es una de las bebidas más consumidas en el mundo, apreciada por su sabor, su historia y sus efectos sobre el cuerpo y la mente. En la vida académica y profesional es común escuchar frases como: “necesito un café”, “no dormí bien, necesito un café para despertar” o “sin café no funciono igual”. Estas expresiones reflejan la creencia de que la cafeína potencia el rendimiento pero, ¿realmente mejora la concentración?, ¿cuáles son sus beneficios y sus limitaciones?, ¿cómo actúa en nuestro cerebro?
El café y el cerebro: ¿Qué ocurre cuando lo bebemos?
El principal componente activo del café es la cafeína, un estimulante del sistema nervioso central. Su efecto se produce al bloquear los receptores de adenosina, una sustancia que se acumula durante el día y genera una sensación de cansancio y sueño. Al impedir que la adenosina actúe, la cafeína aumenta la liberación de dopamina y noradrenalina, neurotransmisores relacionados con el estado de ánimo, la atención y el rendimiento cognitivo (Nehlig, 2010; Einöther & Giesbrecht, 2012).
Es importante aclarar que la cafeína no incrementa la inteligencia ni la memoria a largo plazo. Sin embargo, produce un estado fisiológico que facilita el enfoque y la concentración, especialmente cuando la información se recibe de manera activa. Por eso, muchos estudiantes y profesionales reportan sentirse más despiertos y productivos después de una taza de café.

Beneficios cuando se consume con moderación
El café no solo da un impulso inmediato para sentir más energía y enfocarse en las actividades rutinarias. Cuando se consume de manera moderada y constante, puede tener beneficios que van más allá de tomar una taza de café. Estudios han demostrado que aquellos que consumen café regularmente tienden a tener un menor riesgo de que su memoria se deteriore con la edad, ya que el café contiene antioxidantes (Gil et al., 2017; Kløve & Petersen, 2025).
Diversos estudios respaldan la percepción de que el café mejora la concentración en la vida cotidiana cuando se consume de forma moderada; aumenta la atención sostenida y reduce los tiempos de reacción, por lo que damos respuestas más eficaces y más rápidas con mayor precisión en tareas cognitivas; el tomar una sola taza de café puede marcar una diferencia en tareas sencillas, como vigilar estímulos o reaccionar ante señales visuales. Pero esto no significa que proteja completamente contra las enfermedades cerebrales, se sugiere que el consumo responsable puede contribuir a que la mente se mantenga más sana con el paso del tiempo.
Más allá de sus efectos químicos, el café también tiene un valor simbólico y social. El simple hecho de preparar, comprar y tomar una taza de café actúa como un simple ritual en donde nos da un momento para descansar y recuperar energía, ayudando, a su vez, a organizar nuestro día de manera inconsciente y mejorar la habilidad para concentrarnos.
Limitaciones y precauciones
¿Cómo saber cuándo el café nos está afectando? La diferencia entre beneficio y perjuicio está en la cantidad y en el momento en que se consume.
El exceso de café puede provocar nerviosismo, ansiedad, temblores, palpitaciones y dificultad para dormir. Los efectos dependen de la persona, ya que, en quienes son más sensibles, estos síntomas pueden aparecer desde la primera taza de café; por otro lado, el ingerir una gran cantidad de cafeína (entre cuatro y cinco tazas) podría desarrollar síntomas como ansiedad, insomnio, palpitaciones, entre otros.
Es fundamental considerar el momento del día en el que se consume. Tomar café por la tarde o por la noche puede alterar la calidad del sueño, y esto termina afectando la concentración y el rendimiento al día siguiente. Lo que parecía ser una ayuda para mantenerse alerta puede convertirse en un obstáculo si no se tiene en cuenta la hora de consumo. La respuesta al café es, además, altamente individual, los factores genéticos determinan qué tan rápido metaboliza cada persona la cafeína. Por ello, algunos pueden dormir después de varias tazas, mientras que otros sufren insomnio con una sola. Conocer nuestros propios límites es fundamental para no volvernos dependientes del café como único recurso de concentración.

Pero ¿cómo puedo consumir café de buena manera, sin que me afecte?, ¿cómo aprovecharlo mejor? Consumir café de manera inteligente significa acompañarlo de hábitos saludables. Lo ideal es no superar dos tazas al día, ya que a partir de la tercera aumenta el riesgo de insomnio y el mal dormir alimenta la ansiedad. Asimismo, se recomienda beberlo en momentos adecuados, como a media mañana o antes de un trabajo pesado ya sea laboral o académico, pero evitarlo en ayunas y por la tarde noche.
El café por sí solo no garantiza el aprendizaje ni la productividad. Su efecto es temporal y depende del esfuerzo mental, de la práctica activa de la memoria y de cómo nos relacionamos con la información. Por eso, lo mejor es combinarlo con un buen descanso, como dormir entre siete y nueve horas; hidratarse adecuadamente, puesto que el café no sustituye el agua; hacer pausas activas como descansos o realizar actividades que nos ayuden a despejar la mente; y organizar nuestro tiempo y espacio, pues un entorno ordenado y estructurado facilita la concentración.

El café no es solo un estimulante, también es parte de la experiencia de estudio y trabajo, ayudando a predisponer al cerebro para la concentración. Sus beneficios más notables están asociados con la mejora de la atención y la vigilancia, siempre dentro de ciertos márgenes. En conclusión, una taza de café puede ser un gran apoyo para quienes buscan concentración y productividad, siempre que se consuma con mesura y en los momentos adecuados del día. El café nos recuerda que el rendimiento no depende únicamente de la química, sino también de cómo gestionamos nuestro tiempo, energía y prioridades.