El k-pop es cosa seria

El pop coreano ha sido una fábrica de éxitos que hasta hace poco solo habían tenido alcance nacional (con algunas excepciones), pero con el lanzamiento de “Gangnam Style” de Psy en 2012 el mundo occidental empezó a volver a ver a Corea del Sur como un importante productor y exportador de cultura. Esto hizo que tanto el gobierno como empresarios redoblaran esfuerzos para sumergir al mundo en la Ola Coreana, Esto impulsó el consumo de la cultura coreana, desde la comida hasta productos de higiene persona y el k-pop. 

Este género musical ya sobresalía y dominaba las listas de popularidad. Pero ha sabido ganarse la atención y el corazón de millones de fans gracias a que los grupos y artistas tienen una fuerte presencia en redes sociales. 

Esta interacción ha generado un sentimiento de comunidad y pertenencia entre las legiones de seguidores, y esto, a su vez ha creado un efecto inesperado: el activismo social liderado por fans del k-pop. 

Después de hacernos bailar masivamente por primera vez hace 10 años, el pop coreano nos ha atacado por todos lados y ya es parte de nuestra cultura globalizada. ¿Hasta dónde ha llegado? Más lejos (y con más fuerza) de lo que te imaginas: sus fans son un ejército de las buenas causas.

Transpórtate al año 2012. En la tele pasaban la última temporada de Gossip Girl, el crucero Costa Concordia naufragó y murieron 400 personas, las Olimpiadas de Londres nos emocionaron durante agosto, Vicente Fernández anunció su retiro de los escenarios (que siempre no) y los Gigantes de Nueva York ganaron el Super Bowl XLVI (otra vez, contra los Patriotas de Brady).

Todos tenemos recuerdos predominantes diferentes de ese año, pero si algo trascendió gustos, nacionalidades y edad fue ese “Oppa Gangnam Style”. Dejábamos todo y empezábamos a bailar como si fuera el Payaso de rodeo, de Caballo Dorado.

El k-pop irrumpió en la conciencia colectiva occidental en 2012 con esta pegajosísima canción de Psy (“eeeeeh, sexy lady”) y llegó acompañado de un (excelente) video musical con jóvenes de rostros perfectos, coreografías impecables y —al parecer— el poder de unir a personas y movilizar a las masas: fue el primer videoclip en llegar a las mil millones de vistas en YouTube y “rompió internet” durante varias semanas (su siguiente canción, “Gentleman”, no tuvo el mismo éxito).

Apuesta ganadora al Soft Power

Este éxito fue el clímax de la orquestación del gobierno surcoreano para explotar y exportar su cultura. Esos esfuerzos se gestaron desde hace 30 años y se conocen como Hallyu, “ola coreana”. Empezó cuando Seo Taiji and Boys hicieron su debut en 1992 y aceleró la revolución musical en Corea del Sur. Pocos años después, tanto el gobierno como los empresarios se dieron cuenta que la música, las películas, la televisión, la moda, la comida —la cultura entera— podrían convertirse en productos de comercio internacional. ¿Sus más recientes éxitos? El boom de las BBQ coreanas, Parasite, el huracán de los Oscar 2020 y, por supuesto, Squid Game, un monstruo de serie que se convirtió en pocas semanas en un fenómeno cultural mundial.

Casi una década después del Gangnam Style, estamos completamente inmersos en la k-beauty, los k-dramas y, por supuesto, el k-pop de la ola coreana. Bandas como BTS, EXO, Black Pink y Twice se posicionaron como fuertes competidores de sus homólogos occidentales y ahora dominan, con sus canciones pegajosas y melodías animadas, las listas de popularidad y las entregas de premios. Pensarás que el k-pop es solo para surcoreanos o asiáticos, pero no: es para todos. Tu sobrina escucha playlists repletas de BTS, un adolescente en Colima tiene un póster en su cuarto de Sana (de la banda Twice), una mamá en Río de Janeiro tararea las canciones de GOT7 mientras maneja por su hija al kínder.

Es una fuerza masiva con mucha popularidad e ingenio. “Todo en el Top 40 es de un tempo medio-bajo. El sentimiento que te deja el k-pop es alegre y positivo”, explicó Leslie Whittle, directora de programación de radio en la estación KRBE de Houston, Texas, para The Rolling Stone en 2018. Los compositores Rodnae “Chikk” Bell y Claude Kelly señalaron en la misma publicación que las canciones del pop surcoreano son más complicadas al usar más melodías y armonías que otros pops; incluso han entendido mejor el R&B que el pop estadounidense. “Literalmente nos están reintroduciendo nuestras mismas cosas. Nos dicen ‘Oye, esto que hiciste fue genial y todavía lo amamos’”, dijo Kelly. 

Esta fórmula de música producida a la perfección, diseñada específicamente para producir un sentimiento feel good, fue lo que enganchó a miles de millones de fans alrededor del mundo, en combinación con la constante presencia de los ídolos en redes sociales, para llegar a un fenómeno inesperado, pero inevitable: activismo y justicia social. No te la esperabas, ¿verdad?

El origen del fandom

El fandom ya es digital y altamente participativo. Las redes sociales han acercado a los fans a sus ídolos y crearon un sentido de comunidad, de pertenencia. No por nada, las fans de Taylor Swift son los Swifties, los de Justin Bieber son los Beliebers, Lady Gaga llama a los suyos Little Monsters y los de BTS son el Army.

El fandom no descansa: si tu artista favorito lanza un nuevo sencillo, lo escuchas infinitamente en una plataforma de stream; si publican un tuit sobre su nueva gira de concierto, lo retuiteas con un corazón; si postean una foto de “Buenos días”, le das like; si actúan en una película, la ves el día del estreno; si sacan mercancía nueva, compras lo que puedes… y si comparten una noticia sobre algún tema de interés político, pondrás atención.

En medio de un clima social y político extremadamente volátil, tanto nacional como global, esta identidad y sentido de pertenencia sólidos hicieron que los fans del k-pop se movilizaran para crear un impacto positivo en su comunidad y demostrarles a los grupos vulnerables que tienen un aliado en ellos.

De hecho, un estudio del Instituto Dún Laoghaire de Arte, Diseño y Tecnología (República de Irlanda), afirma que pertenecer a un fandom de k-pop incrementa la felicidad, el autoestima y la conectividad social de los participantes.

Los hashtags de la acción social 

El activismo digital del k-pop inició hace cuatro años:  En 2018, gracias a las bandas surcoreanas y a sus fans, se popularizó #WeWantJustice en Twitter para visibilizar los abusos y la censura del Gobierno de Bangladesh a los estudiantes, luego de un choque mortal entre dos autobuses. A finales de 2019, Chile estalló con protestas contra del gobierno de Sebastián Piñera por el pésimo manejo de la economía y la falta de apoyo a la población. Lograron congregaciones masivas de jóvenes y enfrentamientos con la policía que el gobierno atribuyó a la “influencia de extranjeros” en un informe posterior. 

Entre los agentes de caos que listó el gobierno chileno, de acuerdo al sitio La Tercera, estaban los k-popers, quienes fueron los que más poder de convocatoria tuvieron. A partir de ahí se puede ver una tendencia clara y marcada: los fans del k-pop son una fuerza que no hay que subestimar (como un ejército, vaya).

El activismo más macizo de los fans del k-pop se notó durante #BlackLivesMatter (#BLM) en Estados Unidos, en mayo de 2020. Fueron protestas en todo el país (y decenas de ciudades en el mundo) por la muerte de George Floyd a manos de un policía y #BLM recibió apoyo de toda clase de personas (de todos los colores, edades y orígenes); parte de este apoyo se vio reflejado en donaciones a la causa, luego de que BTS anunciara en su cuenta de Twitter que donaría un millón de dólares al movimiento. Conmovidos por el altruismo de los artistas, sus seguidores crearon el hashtag #MatchAMillion y lograron recaudar otro millón para #BLM. 

MAGA: Make America Great Again(st Trump)

Los fans del k-pop reafirmaron su poder pocos días después al “spammear” una app de denuncia anónima del departamento de Policía de Dallas, Texas. Los uniformados, por medio de Twitter, pidieron apoyo del público para que compartieran casos de “actividad ilegal” durante las manifestaciones de #BLM vía la app. En vez del apoyo comunitario que la Policía esperaba, lo que sucedió fue que la plataforma se saturó con memes, GIFs, comentarios y, claro está, contenido de k-pop, al grado que quedó inhabilitada. 

Ese verano, los k-poppers no se detuvieron y se convirtieron en el terror de los supremacistas blancos y los seguidores de Donald Trump, quien buscaba la reelección para un segundo término. Lo que hicieron fue “secuestrar” todos los hashtags relacionados con Trump y su plataforma, como #MAGA, #Trump2020, #WomenForTrump y #BuildThatWall. Asimismo, descarrilaron un rally: Trump invitó a sus simpatizantes a participar en una mitin en Tulsa, Oklahoma, a través de un link en sus redes sociales. Todo lo que los interesados tenían que hacer para asistir era registrarse. Pero los fans del k-pop vieron una oportunidad dorada para manifestarse y, de paso, arruinarle la fiesta a un presidente que, en su opinión, no había hecho ni lo más mínimo para unificar al país.  

El rally fue un fracaso. El aforo del recinto era para 19 mil personas y solo asistió una minúscula fracción, de acuerdo con The Guardian. La administración Trump quiso culpar a las Fake News de los resultados, pero no se podía ignorar que la comunidad k-pop tuvo mucho que ver. “Trump ha tratado activamente de enajenar a millones de estadounidenses de muchas maneras y, para mí, esta fue la protesta en la que pude participar”, le expresó una joven neoyorquina a The New York Times

Estos son algunos de los ejemplos más prominentes del activismo en el k-pop, pero existen muchos más. En Tailandia, fans locales del k-pop empezaron a apoyar a conductores de tuk tuk (triciclos motorizados para pasajeros) y vendedores de comida, dos de los negocios más golpeados por el coronavirus, al comprarles publicidad ambulante que festeja a los cumpleaños, lanzamientos de álbum o, simplemente, la existencia de sus ídolos favoritos. 

En Indonesia, para celebrar el cumpleaños de Jimin, miembro de BTS, el Army de Yakarta organizó una recaudación de fondos para plantar mil árboles en zonas que han sido afectadas por la crisis climática. En pocos días, los fans juntaron suficiente dinero para plantar casi nueve mil árboles. Y para cerrar esta sección de logros, en 2020 el Army indio juntó dinero para las víctimas de las inundaciones en el Estado de Assam. Vaya ejército.

Más que simples fans

El activismo de los fanáticos del k-pop a nivel global fue inesperado para muchos, pero para los surcoreanos fue un proceso natural. Para ellos, es normal trasladar la aplicación de sus habilidades para proyectar a sus ídolos a causas sociales y políticas.

“He sido fan del k-pop durante mucho tiempo, sé cómo la gente se reúne y mueve en línea, así que estoy usando mis habilidades para nuestra campaña”, explicó a la agencia Reuters Kim Na-yeon, fan de la banda NCT Dream y parte del grupo Youth 4 Climate Action. 

Un factor que también influyó en el éxito de la visibilización altruista del k-pop fue que la gran mayoría son jóvenes (millennials y centennials) que tienen como valores principales a la justicia social, la filantropía, el desarrollo sustentable y la protección del medio ambiente, entre otros similares. Además, con ayuda de internet, están muy conscientes de que viven en una aldea global; al igual que se identifican con el k-pop a pesar de no hablar coreano, las problemáticas del otro lado del mundo resuenan en ellos. 

El k-pop y su fandom tampoco son inmaculados: dentro de la industria y la comunidad existen problemas serios de racismo, salud mental, xenofobia, misoginia y apropiación cultural, pero esto no resta a que este género musical y sus seguidores son ahora reconocidos, admirados y hasta temidos por su poder de convocatoria, por su rápida respuesta y su capacidad para inclinar la balanza en diferentes contextos. No por nada decimos que el k-pop es cosa seria. Y muy muy pegajoso y ameno de escuchar. 

Destacados: 

  • 4,172,357,380 de vistas tiene el video “Gangnam Style” de Psy en YouTube (a septiembre de 2021).
  • 38,800,000 de personas siguen a BTS en Twitter, la banda con más seguidores en la plataforma.
  • El gobierno y los empresarios de Corea del Sur se dieron cuenta que la música, las películas, la televisión, la moda y la comida podrían convertirse en productos de comercio internacional. 
  • Los k-popers crearon el hashtag #MatchAMillion y lograron recaudar un millón de dólares para esta causa. 
  • Igualaron la donación de un millón de dólares de BTS a #BlackLivesMatter en 24 horas. 

La fórmula de música producida a la perfección, diseñada específicamente para producir un sentimiento feel good.