La censura en internet: ¿qué tanto es tantito?

Por Linette Lizarazo

Nuestra vida está envuelta en un torbellino de tecnología y redes sociales que alcanza niveles nunca antes vistos. Con la caída de Facebook, WhatsApp e Instagram el 4 de octubre de 2021, muchos de nosotros recurrimos a Twitter u otra red social para quejarnos al respecto. Una de mis amigas lo hizo en Twitter y, de la nada, le llegó una denuncia por mal uso de su cuenta. Ella recuperó su cuenta en unos segundos porque fue su primera advertencia. Lo que más me llamó la atención del suceso es cómo la inteligencia artificial (IA) decidió que lo que había dicho era ofensivo, cuando en otras cuentas se puede encontrar contenido más altisonante sin reprimirlas. Es el principal problema de censurar algo en específico, sin evaluar todo el conjunto.

Pongamos como ejemplo YouTube: mientras cargas un video, la inteligencia artificial que utilizan realiza un escaneo de cada palabra que se menciona en el contenido y cada imagen que aparece y, antes de dar clic en el botón de “subir video”, te manda un mensaje de “no se puede monetizar este contenido”. Esto les pasa a canales de educación sexual, por ejemplo. Muchas personas hemos recurrido a estas plataformas en busca de información o videos explicativos pero, al mencionar palabras que tienen que ver con genitales, sexo y demás, los videos no se pueden subir, mucho menos monetizar.

Otro caso muy sonado y que vemos mucho en redes sociales en octubre (mes del cáncer de mama) es sobre la exploración mamaria. Las creadoras de este tipo de contenido saben que no pueden dar una explicación gráfica de cómo hacer una correcta exploración, por lo que prefieren usar un modelo masculino para esto. Una gran ironía, ¿no es así? Muchas usuarias se han quejado de cómo esta censura afecta una sana exploración, o el inicio de una vida sexual responsable y libre de estigmas por la IA que no sabe identificar lo pornográfico de lo educativo.

También existe un debate de cómo en redes sociales existen cuentas dedicadas a esparcir odio hacia sectores vulnerables y noticias o información falsa de cualquier cosa. Lo polémico es que la IA no hace nada para detenerlas. Al no usar palabras altisonantes o de índole sexual no se les sanciona porque no detecta ese mensaje como “malo”.

Esta problemática parece extenderse con el crecimiento de redes sociales como TikTok. La plataforma china solo utiliza la IA, a diferencia de otras, donde el filtro es doble (IA + humano). Por esto, muchos creadores no suben contenido con la supuesta libertad de expresión que tenemos en internet, pues el miedo a que les censuren su perfil y perderlo (y que tanto esfuerzo les costó) es más grande.

Todo este tema de la censura nos lleva a la libertad de expresión. Gozamos de ella y su mal uso daña a otras personas (“mi libertad termina donde empieza la de los demás”). Pero, desde mi punto de vista, nuestra libertad de expresión debe ser monitoreada por nosotros, por nuestros valores e identificar dónde tenemos nuestros filtros de censura y en qué situaciones. No debería ser algo manipulado por algo que no existe.