La revolución empieza en el jardín

Necesitamos mas Ron Finleys en nuestras vidas. Apodado Gangsta Gardener, este jardinero en Los Ángeles se dedica a algo más que cultivar y cuidar las plantas. Para él, no se trata de tener una flor perfecta, sino de hacer crecer a las personas. Es una forma de protestar, en la que el efecto secundario es tener un jardín lleno de hermosas plantas y vegetales.

Vive en South Central en Los Ángeles, una comunidad predominantemente latina y negra, conocida por pandillas, violencia, pobreza y “desiertos alimentarios”. Este caso en la que la comida real, es decir la comida fresca y no procesada, es escasa. Con su labor diaria en su jardín cultiva alimentos que ofrece a sus vecinos y con los que quiere cambiar su mentalidad. Este concepto seguía siendo extraño para el resto de la población, hasta ahora. Bajo el encierro, muchas personas han volteado a ver a Finley ante la falta de alimentos prefabricados en el supermercado y las semillas se han vuelto el nuevo objeto de deseo, con muchas personas que ahora quieren adoptar el estilo de vida de auto suficiencia alimenticia.

Crédito: The Guardian

Aunque no todos pueden cumplir completamente el sueño de producir toda su comida en casa por factores climáticos o falta de espacio, la nueva tendencia es crear un jardín en el balcón, en el patio o en el marco de la ventana. Para Finley, cultivar puede ser terapéutico y desafía a un mundo que está acostumbrado a lo instantáneo, nos enseña cómo cuidar a las cosas y a nosotros mismos.

Todo comenzó hace diez años, cuando decidió dejar de manejar largas distancias por una manzana o un vegetal – que probablemente contenía pesticidas–, así que creó un jardín entre su casa y la calle en un pedazo de tierra. En ese momento le dijeron que era ilegal hacerlo, así que peleó hasta cambiar la ley. Una década después ha ayudado a crear jardines comunitarios en espacios abandonados en Los Ángeles; tiene una pláticas en TED con 3.5 millones de vistas; fue parte del documental Can You Dig This sobre el poder de los jardines para ayudar a las comunidades aledañas y tiene una Masterclass.

Y por si fuera poco, Finley se ha alimentado esta cuarentena desde su propio jardín de 21 x 12 metros en el que tiene todo lo que necesita: solo ha salido una vez por pescado desde el 11 de marzo. Piensa que la pandemia ayudará a crear un cambio con más personas que se sumen a ser auto-sustentables y empujen su rebeldía para ayudarse entre todos. “No me gusta usa la palabra ‘esperanza’, prefiero ‘oportunidad’. Al diablo con la esperanza. No va a cambiar las cosas. Es la oportunidad de hacer que las cosas pasen…Muchos gobiernos y ayuntamientos necesitan poner dinero en esto, que no han hecho todavía”, le dijo Finley a The Guardian en entrevista.