Las cosas que no dije
Por Elías Patiño, exaUDEM
Desde que era niño, siempre sentí que mi refugio eran las palabras. No solo las mías, sino las de otras personas. Cantantes, escritores, artistas, siempre invitándome a los mundos que creaban. La pregunta siempre existió en mí y surgió a una edad muy corta: ¿podré ser como ellos?, ¿tendré lo que se necesita para crear mundos e invitar a los demás a ellos?
Crecí con esa cuestión en el fondo de mi cabeza y, creo que mantenerla ahí, me ayudó. Lento pero seguro, me di cuenta, mientras crecía, que el mundo se sentía un poquito diferente para mí, así que empecé a escribir de él. Sentía que el mundo era distinto para mí porque siempre había un poco de dolor cerca, siempre algo que me devolvía a la realidad. Comencé a sentir que no podía soñar, que no era seguro hacerlo; tenía miedo de ganarme caídas cada vez más fuertes, de lugares cada vez más altos.
Así que me apagué, pero algo más se encendió en mí: la poesía.
Para mí, escribir se convirtió en mi forma de experimentar el mundo bajo mis propios términos. Ver mi verdad a la cara, enfrentar mis miedos, retarlos y sobre todo aprender de ellos. Empecé a escribir y a escribir y a escribir, tenía tantas ideas. Sin embargo, siempre se sintió como algo adyacente a mi vida real. Nunca pensé que escribir se convertiría en lo que es hoy, nunca pensé que escribir me daría una nueva vida, con más propósito, más cerca de quién soy.
Una parte de mí siempre quiso ser visto, escuchado, apreciado por el mundo; una búsqueda constante de validación instantánea de la que todos somos víctimas hoy en día, gracias a las redes sociales. Así que comencé a publicar mi poesía en Instagram y para mi sorpresa, la gente la leyó y la leyó y la leyó y la volvió a leer.
Empecé a escribir todos los días, todos mis poemas dedicados a viejos amores, a mí mismo, a mis demonios, y todo al alcance de cualquiera en mi perfil de Instagram. Después de un tiempo recordé la pregunta que creció en mí cuando era más pequeño: ¿tendré lo que se necesita para crear mundos e invitar a los demás a ellos? Por primera vez creí que sí y una nueva pregunta surgió en mí: ¿cómo será el mundo afuera de las redes sociales? ¿Qué tal si me arriesgo a ir más allá?
La idea de publicar un libro surgió acompañada de un sinfín de propuestas, proyectos, títulos y temas. Sin embargo, aún no tenía claro qué quería decir. Pasaron algunos años y después de varios intentos por superar un corazón roto, desempolvé poemas que escribí y nunca publiqué. Así nació “Las cosas que no dije”, mi primer libro de poesía.
Este libro nació de todas las veces que mi corazón se ha roto y escribirlo terminó sanándome de maneras que nunca imaginé. “Las cosas que no dije“ muestra mi evolución en el amor y lo que aprendí en cada una de mis relaciones.
Publicar un libro ha sido una de las aventuras más increíbles que he emprendido y estoy feliz de haberlo hecho de la mano de la editorial ExLibris. Una vez que decidí que el libro estaba terminado, el proceso que siguió fue igual de divertido que exigente. Todos los días en los que mi editora Priscila y yo nos sentábamos a desmenuzar, leer y releer cada poema para encontrar la mejor manera de escribirlo, fueron días de mucho trabajo y dedicación.
Publicar un libro no es fácil, pero tampoco es difícil; no es fácil cuando no tienes nada que decir, cuando las palabras no llegan, cuando quieres imitar a alguien más. Publicar un libro no es difícil cuando tienes tu corazón en el lugar correcto, cuando crees en lo que tienes que decir y eres honesto; no importa el género.
Si yo le pudiera decir algo a cualquier persona que quiera publicar un libro, le diría que se arriesgue. Hoy en día hay muchas opciones para publicar; puedes autopublicar en amazon, o incluso contactar imprentas e imprimir los ejemplares que quieras para venderlos por tu cuenta. El cielo es el límite, al final del día todo se resumirá a qué tanto lo quieres.
Encuentra tu voz, cree en ella y hazlo todo con la convicción de que tienes lo que se necesita para crear cosas grandiosas. Eso fue lo más difícil para mí, creer que podía hacerlo. Lo demás se aprende fácil.