Manifiesto 360º #2: La hora que cambiará tu vida

El acelere es cosa de todos los días (y adictivo). Sentirnos multitask es gratificante (y adictivo). Estar conectados 24/7 es emocionante (y, por supuesto, adictivo). ¿Qué pasaría si paramos, por lo menos, una hora? Nuestro Manifiesto 360º para este inicio a clases.

Cuando George Shultz fue Secretario de Estado de Estados Unidos en los 80, solía agendar sí o sí una hora a la semana para sentarse a reflexionar. Entraba a su oficina con pluma y papel (fue hace 40 años, no existían ni las máquinas de fax) y antes de cerrar la puerta le decía a su asistente que solamente lo interrumpiera si dos personas lo buscaban:

“Mi esposa… o el presidente Reagan”.

Así lo describe David Leonhardt en su columna del The New York Times en abril de 2017, quien tuvo la oportunidad de entrevistarlo (Shultz tenía casi 100 años).

Además, el exsecretario le aseguró que esa hora de soledad reflexiva era el único momento de toda su semana en donde podía pensar sobre los “aspectos estratégicos de su trabajo” (uno de los más demandantes del mundo durante la Guerra Fría). Por la naturaleza de sus funciones, Shultz era constantemente jalado a asuntos tácticos del momento; sin esa hora de reflexión, no hubiera tenido la posibilidad de enfocarse en las preguntas clave del interés nacional.

Y la única manera de hacer un gran trabajo es encontrar tiempo para considerar (e intentar contestar) las preguntas clave.

Proyectos a ritmos frenéticos no es una manera productiva o disfrutable de vivir. Pero sí es una manera tentadora de vivir: tenemos celulares pegados al cuerpo, WhatsApp todas las horas (no te pierdas nuestro artículo sobre cómo esta app ha revolucionado nuestras vidas), nuestros correos, redes, todo. Hay personas que gustan de presumir que su agenda está llena hasta el 2022 –y que la mañana del día de su boda seguían enviando correos de trabajo–. Nosotros te decimos: no está bien.

Queremos persuadirte, como lo hizo Leonhardt (el del New York Times) con nosotros: agrega una “Hora Shultz” a tu vida. Una hora a la semana. Sabemos que es difícil (a muchos les es imposible agregar espacios de “Haz ejercicios aeróbicos 15 minutos al día”, o “Medita por lo menos cinco minutos por la mañana”). Pero si te animas a integrar una hora de reflexión a tu agenda, es sencillo y con reglas claras:

Puedes poner en tu celular que recibas solo llamadas de tu pareja: a diferencia de Shultz, que su jefe podía iniciar una guerra nuclear en el espacio de un instante, tú puedes ignorar llamadas por una hora.

– 60 minutos a solas.
– Papel y pluma (no, una compu no).
– Nada de llamadas ni WhatsApp.
– Nada de correos.
– Nada de Twitter, ni Facebook, ni Instagram (ni Snapchat, ni YouTube, ni Telegram, ni Tik Tok… ya sabes a qué nos referimos).
– Nada de podcasts, alertas en el celular o distracciones (básicamente, apaga el celular).

– ¿Música? Sí, si no será una distracción de tu tren de pensamiento. Es muy fácil concentrarse en la melodía o en lo maravillosa que es tu playlist y no en lo importante, que es profundizar(te).

– ¿Café o té? Claro, es una hora para ti y no un boot- camp.

– Si prefieres, mejor da un paseo de una hora, pero lleva pluma y papel (nada de apuntar en dispositivos electrónicos).

PLANTÉATE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS SEMANA A SEMANA E INTENTA RESPONDERLAS:

–  ¿Cuáles son los aspectos estratégicos de tu profesión o actividad?

–  ¿Qué están haciendo positiva o negativamente las demás personas involucradas en tu industria o en tu disciplina? ¿Cómo están ellas y ellos llevando a cabo sus acciones?

–  ¿Qué hiciste esta semana para mejorar tu entorno? ¿Para ser mejor estudiante? ¿Mejor persona?

–  ¿Qué harás (o haces) para ser mejor contigo mismo? ¿Para aprovechar al máximo tus talentos? ¿Para sacar adelante tus proyectos personales y profesionales?

–  ¿Cómo puedes ser mejor con los demás? ¿Qué hiciste (o harás) para refrescar tus amistades (familia, amigos, colegas, tu peluquero o el barista de la cafetería de tus mañanas).

Como un resultado idóneo de largo plazo, naturalmente empezarás a extender en más momentos de tu semana la “Hora Shultz”, y tendrás una especie de “Sabbat tecnológico”, que te ayudará a reflexionar sobre ti, tu profesión y tu entorno. Puedes profundizar aún más, conforme más horas semanales puedas ir sumando a tu vida:

– ¿Cuál es mi verdadera misión en la vida? ¿Cómo puedo empezar a llevarla a cabo?

–  ¿Qué lecturas pueden ayudarme a enriquecer mi visión, mi profesión, mi vida?

–  ¿Cómo nutro las relaciones con la gente que quiero?

–  ¿Soy consciente de mis pensamientos, sentimientos, emociones y acciones?

– ¿Cómo contribuyo a que en algún momento del día sonrían? ¿Soy una repercusión positiva en sus vidas?

– ¿Cuál es mi concepto de buen ciudadano?


– ¿Contribuyo a la mejora de la sociedad de alguna manera? ¿Cómo puedo contribuir con más energía y repercusión?