Nutrición y crisis climática: o te aclimatas o te aclimueres

Ante la situación alarmante de nuestro plane- ta —crisis climática, desnutrición, obesidad—, nos urgen cambios. Hoy en día somos 7.7 mil millones de humanos en los cinco continentes y, para 2050, se estima que seremos 9.1 mil millones (la ONU calculó en 2018 que 68% de la población mundial vivi- rá en zonas urbanas, con los mayores incrementos en Asia y África, continentes que históricamente tienen mayor población en zonas rurales).

Esto implica, por supuesto, un incremento considerable en la demanda global de alimentos y dietas diversificadas: la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) prevé que, entre 2005 y 2050, la producción alimentaria aumente un 70% en todo el mundo.

Para que te des una idea: nuestros ritmos y hábitos de consumo y los sistemas alimentarios han arrojado los siguientes resultados negativos para el medio ambiente:

Es demoledor, ¿no? Y, claro, todo esto en medio de la crisis climática, una de las mayores amenazas para la humanidad —si no es que la que más—. ¿Qué podemos cambiar? De entrada, nuestros consumos alimenticios. Podemos empezar con apostar por la sostenibilidad.

La sostenibilidad es el futuro

Según el Comité Permanente de Nutrición de las Naciones Unidas (UNSCN), la producción y el consumo de alimentos son responsables de:

Es por eso que debemos hacer cambios. La agricultura sostenible garantiza prácticas sanas y alimentos saludables para hoy y mañana. Es una disciplina que protege el suelo, el agua y el clima, promoviendo la biodiversidad; no contamina el medio ambiente con agroquímicos ni con cultivos transgénicos.

Además, los cultivos son más viables a nivel económico y utilizan el reciclaje: el estiércol y los residuos de cultivos pueden utilizarse como fertilizantes, así como el agua de lluvia en sistemas de riego.

La buena noticia es que ya se están buscando estrategias y maneras de adaptarse a la crisis climática.

De acuerdo con el UNSCN, las estrategias que benefician la salud humana, la nutrición, el medio ambiente y el clima son:

Además, el UNSCN argumenta que, si no se hace un cambio para antes de 2050, las sequías, las lluvias y las nevadas dañarían las cosechas y conllevaría a un aumento en los precios del consumo de alimentos.

Se pone peor: las personas de bajos recursos económicos morirían de hambre o consumirían alimentos menos nutritivos —desnutrición, carencia de micronutrientes, sobrepeso u obesidad a la orden del día.

Las dietas sostenibles: ¡es hora de reducir!

Las dietas sostenibles son aquellas que generan un im- pacto ambiental reducido y que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutrimental. Están diseñadas para ver que generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable, protejan y respeten la biodiversidad y los ecosistemas. Un punto a favor es que son culturalmente aceptables, accesibles, económicamente justas, nutrimentalmente adecuadas, inocuas y saludables.

Una dieta sostenible tiene beneficios como disminuir la emisión de gases de efecto invernadero y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles. Si se compara este tipo de dieta con una omnívora, las tasas de incidencia de la diabetes tipo 2 se reducen entre 16 y 41%, y las de cáncer entre 7 y 13%.