¿Por qué hay quienes niegan la pandemia?
A pesar de que llevamos casi un año viviendo una pandemia existe una reacción humana natural, por la que varios han pasado que es minimizar el riesgo.
Gonzalo Galván, director de la Escuela de Psicología de la UDEM analizó por qué sucede esta situación y determinó que tener una baja percepción de riesgo es una fallo en el valor que se le da al peligro.
Esto pasa porque las personas se sienten omnipotentes, es decir, que nada les puede pasar y es un engaño que los puede llevar a conductas peligrosas.
Esto no es nuevo, como lo aclaró en una entrevista con la UDEM. Antes de la pandemia, este tipo de comportamiento se daba en situaciones cotidianas, por decir, en personas que siguen fumando a pesar de las evidencias del daño del tabaco o que no se protegen aún cuando conocen el riesgo ante enfermedades intestinales o de transmisión sexual.
En la pandemia se refiere a las personas que no guardan cuarentena, que comparten teorías de conspiración de la pandemia y que no siguen los protocolos.
“Valoran las ventajas inmediatas de asumir ciertos riesgos, poniendo por encima de todo bien común el bien individual, es decir, su comportamiento no tiene las características de un comportamiento de tipo prosocial”, explicó Galván.
Este sesgo es más común entre adolescentes y jóvenes por su relación con la maduración del área prefrontal del cerebro que entre sus funciones mide el peligro. Aunque no es la regla, ya que sucede también con adultos que a pesar de tener desarrollada completamente esta parte, han ignorado las reglas de la pandemia al no poder lidiar con la angustia del encierro. También estas personas se rehusan a verse como vulnerables, por lo que sienten inmunes ante la situación y creen que el azar los favorecerá.
Y, como es de esperarse con la naturaleza de la pandemia, el miedo a la muerte o síntomas severos es el factor principal que causa una de dos reacciones: cautela y cuidado o negación y evitar el tema. Así que para concluir, nos quedamos con la recomendación del director Galván:
“Debemos ejercer el comportamiento prosocial buscando el bienestar de otras personas, persiguiendo fines sociales; a mayor frecuencia e intensidad del uso de estos comportamientos, mayor es la posibilidad de generar una reciprocidad positiva, de calidad y solidaria en el sentido de: ‘si él o ella me cuida, yo lo cuido’”.