Por qué no podemos dejar de vernos en Zoom
¿Te pasa que, mientras estás en una llamada por Zoom (clase, junta, chat con amigas y amigos), no puedes dejar de verte a ti mismo/a en el Zoom (o Meets o Teams)? No eres el único… y no está mal.
Tenemos la costumbre de vernos a nosotros mismos de manera fija (en un espejo, en fotos), pero en las videollamadas nos vemos hablando, reaccionando, riendo, interactuando o argumentando una idea o posicionamiento… algo que no es posible en nuestro día a día (a menos que cargues siempre un espejo y lo uses mientras platicas con alguien).
Lo que ven nuestros amigos, padres, hermanos o compañeros es lo no podemos ver nosotos, o sea, a nosotros mismo. Por eso nos da curiosidad.
Zoom, por supuesto, no es un espejo ordinario, ni siquiera un espejo digital ordinario. No ofrece la imagen estática y equilibrada que estás acostumbrado a ver en el tocador del baño o la vista de la selfie de la cámara de tu teléfono, una pizarra en blanco en la que puedes proyectar tus posturas fijas, sino el yo que habla y ríe, hace gestos y reacciona.
Es extraño recordar lo poco común que era esta visión del yo en acción hasta hace poco. En tu vida anterior, es posible que ocasionalmente te hayas visto riendo en el espejo de un bar o te hayas distraído momentáneamente al verte hablando con el vendedor que está detrás de ti en el espejo de una tienda departamental.
Pero no fue hasta hace un año que nos vimos constantemente, sin descanso, obligados a observarnos en tiempo real mientras interactuamos con los demás, para ver nuestras miradas de consternación, nuestros asentimientos empáticos, nuestros gestos apasionados, todos los cuales parecían tan diferentes de cómo los habíamos imaginado… si es que los imaginamos.
Con información de Wired