Si no eres digital, no existes

Hace tiempo, impartí en el Departamento de Arte de la UDEM, la materia de Pintura Asistida por Computadora. Encontré un dilema con el que me familiarizaría: ¿cómo se resguarda el arte digital? Si pienso en los juegos de Nintendo de 1990, no basta con preservar el software, se debe conservar la consola donde se jugaba.

En los ochenta existía el arte ASCII, en el cual utilizaban caracteres para crear imágenes. Al comparar esas imágenes con las fotografías actuales que se pueden imprimir, la diferencia es abismal, pero si se piensa en términos de lo que se podía hacer en ese entonces con una impresora de cadena, el arte ASCII era algo complejísimo.

Pensando en las alumnas de aquel curso, sus obras de arte tenían una resolución muy pobre para estándares actuales y cabían en un disquete de 31⁄2. Las computadoras que usaron hace 15 años no se comparan con las de hoy —respetando su contexto, son obras admirables.

Todos hemos visto el mural de La última cena, de Leonardo da Vinci. Creo que Da Vinci no esperaba que este mural durara más de 100 años pero, de hecho, ya tiene más de 500 y su deterioro es evidente. Ahora, ubiquémonos en 2020. La mayoría de las creaciones artísticas están digitalizadas. En un instante puedes consultarlas en Google. ¡Qué bueno que ahora podemos digitalizar todo para que, de ocurrir una catástrofe, no se pierdan los tesoros de la humanidad! Es genial digitalizar la historia: fotografías, videos, libros y un sinfín de obras creadas por el hombre.

Sin embargo, ¿cuál sería el impacto si un viento solar produjera tal radiación electromagnética que borrara de golpe todo el contenido de los servidores en el planeta? Es un escenario poco probable, aunque posible. Imagínense qué sería para ustedes perder en un instante todas sus fotos, videos, música, correos y documentos. Desaparecerían todos los registros que la humanidad tenía resguardados en medios digitales.

Por otro lado, hay otra razón más poderosa: piensen en sus últimas vacaciones y miren una foto de ese viaje. ¿Creen que es lo mismo ver una foto que estar en el lugar? Estar frente a la puerta de Brandenburgo o las pirámides de Teotihuacán nunca se comparará con mirar una foto del lugar. Los sonidos, olores, el clima y el simple hecho de poder voltear a todos lados, convierten la experiencia en algo muy diferente.

Recuerdo la primera vez que llevé a mi hijo menor a París y vimos Los girasoles de Van Gogh. Tiempo después, su maestra de arte me contó que, cuando ella le mostró una foto del cuadro, él comenzó a describir con entusiasmo la diferencia que hay entre ver manchones de pintura al acercarse al óleo y comenzar a ver las flores al situarse a unos metros de distancia. Es decir, una vivencia no tiene comparación. Por eso, cuando me dicen “si no eres digital, no existes”, yo respondo: existes porque no eres digital, pero qué cómodo es tener un respaldo.

La Dra. Marta Sylvia del Río es profesora en la UDEM y directora regional UXPA para América Latina. Es coautora de cinco libros y tiene más de 30 años como profesora en Ciencias Computacionales. Es consultora y conferencista internacional sobre temas de experiencia de usuario y diseño inclusivo. Fue directora de los posgrados UDEM en Diseño e Ingeniería. Tiene un doctorado por la Universidad de La Laguna, Tenerife.