Todo cabe en una isla sabiéndolo acomodar
En estas islas no existe el espacio personal, aquí cada centímetro se aprovecha al máximo por los nativos que viven en limitados espacios a la mitad del mar.
Imagina vivir en una isla tan densamente poblada, donde en apenas 2,000 metros cuadrados (el tamaño de un campo de futbol), hay alrededor de 500 personas. Así es Migingo, el estado más pequeño de África, ubicado en el lago Victoria entre Kenia y Uganda. Sus residentes viven en construcciones metálicas improvisadas y la mayoría se dedican a la pesca de la perca del Nilo, un pez muy codiciado de la zona. En el contado espacio, hay un salón de belleza, una farmacia, cinco bares y un pequeño puerto.
En otras latitudes del continente americano, se encuentra Santa Cruz del Islote, una isla artificial en la costa caribeña de Colombia que es considerada la más densamente poblada del mundo. Mide una hectárea, el tamaño de dos canchas de futbol y dentro de ella viven alrededor de 1,000 personas en 115 casas abarrotadas una encima de otra. Fue construida sobre una plataforma de corales por lo que depende de una planta de combustible y paneles solares para su energía. Tiene cuatro calles principales pero no hay autos ni motos. Las casas son heredadas de generación en generación manteniendo un espíritu juvenil ya que el 60% de la población son niños.
Aparte de su tamaño, tanto Santa Cruz del Islote como Migingo tienen un factor común. Los nativos de estas islas se rehusan a dejarlas y acercarse a las poblaciones cercanas. En el caso de la primera, el cariño que han contagiado por generaciones (y la falta de mosquitos) parecen ser razones suficientes para quedarse en un estilo de vida relajado. Para los oriundos de Migingo, se consideran ciudadanos de un Estado independiente y creen que la isla contigua, Usingo, está poseída por un espíritu maligno.