Aceptemos la incertidumbre

En la “infodemia” en la que vivimos –término propuesto por la OMS en febrero–, con miles de infografías que explican a detalle que si el Coronavirus tiene tal o cual cualidad, los medios, políticos y científicos nos han saturado de información.

Entre las fake news y los datos duros, buscamos respuestas concretas a la problemática actual en fuentes confiables y guías, pero solo nos encontramos con más confusión que aumenta nuestro agobio y miedo.

Algunas personas entran en modo de “cerebro de lagartija”, es decir, simplifican lo más que pueden los mensajes cruzados para sobrevivir el día. Este pensamiento reduccionista nos hace caer en trampas mentales, al tratar de poner temas complejos con matices en categorías binarias, es decir en “blanco” y “negro”.

Así enfrentamos los cinco dilemas comunes de la pandemia: salud vs. economía, asintomáticos vs. síntomas, gotas vs. spray, cubrebocas para todos vs. sin cubrebocas o confinamiento indefinido vs. reapertura ilimitada.

Crédito: COVID-19 and false dichotomies: time to change the black-or-white messaging about health, economy, SARS-CoV-2 transmission, and masks.

Fuera de ser incorrecta, esta manera de pensar es peligrosa ya que las personas tienden a rechazar prematuramente medidas que aportan hacia una solución, como la distancia social, el uso de cubrebocas o las vacunas.

¿La solución? Angela Rasmussen, viróloga de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Columbia, propone en un nuevo artículo científico, que abracemos los tonos de gris. “‘No sé’ tiende a ser una respuesta poco satisfactoria para las personas, pero para la ciencia, una gran parte de su trabajo es lidiar con la incertidumbre”, explicó Rasmussen a Inverse.

En vez de pensar en categorías, debemos pensar de forma continúa, entendiendo la situación por lo que es: complejas sombras grises. Esto nos abre las posibilidades de qué podemos hacer y cómo podemos sobrellevar la situación. En los cinco dilemas, no se debe pensar en que son decisiones que pelean una contra la otra sino que están conectados y que dependen de circunstancias, investigaciones y un punto medio que implique el menor riesgo. Por ejemplo, la salud y la economía que dependen una de la otra y han encontrar puntos medios con nuevas formas de negocio por entregas, internet o cambios físicos en los espacios para cuidar la salud de las personas.

La confusión en esta crisis mundial es que no estamos acostumbrados a ver cómo se desarrolla la ciencia en tiempo real. Y esto implica muchas respuestas que se quedan a la mitad. Mientras los investigadores y científicos están corriendo por encontrar una vacuna, la comunicación que se hace de este proceso tiende a fallar en explicar todas las complejidades que conlleva, con malinterpretaciones de los descubrimientos y conclusiones apresuradas.

Sumemos la polarización política que diluye o desacredita estos mensajes aunque se traten de datos duros basados en evidencia concreta y entendemos por qué caemos en estas trampas mentales.

Si sabemos que el mundo no funciona en blanco y negro y que rara vez hay una respuesta fácil, ¿por que insistimos en verlo así?