Aprender a soltar
Por Daniela Torres, estudiante UDEM de 7.° semestre en el programa académico de Ingeniería en Gestión Empresarial
¿Sabías que en Indonesia existe una práctica en la que, para cazar monos, meten una naranja dentro de una caja? Ellos ingresan su mano y recogen la fruta, sin embargo, cuando quieren sacar la mano no lo consiguen, pues no quieren soltar la naranja que está dentro de la caja. Consecuentemente, se quedan inmovilizados y terminan por ser capturados.
Esta pequeña historia fue contada por uno de mis mentores y para mí es el ejemplo perfecto del comportamiento humano. Todos nosotros también tenemos nuestras “naranjas” por así decirlo: cosas, personas, etapas, eventos o actitudes que por más que sabemos que nos hacen daño, no nos atrevemos a soltar.
El cambio puede ser algo aterrador; en mi caso, estoy viviendo la experiencia de dejar ir mis comodidades y a las personas que amo por emprender un nuevo reto al realizar mi maestría en el extranjero. Mi última semana para viajar a Europa parecía un chiste en la que la suerte no estaba a mi favor. Mi visa se retrasó, adelantaron mi vuelo, perdí mi maleta, mi teléfono y tarjeta mexicana dejaron de funcionar. Estas situaciones me hicieron aferrarme a la Dani de México y el rol que tomaba ahí; me convertí en el mono de la historia. Estaba aferrándome a muchas naranjas que me dejaban inmovilizada. Si no hacía algo al respecto, terminaría capturada.
Para “soltar”, es importante entender que se trata de un proceso y que dicha expresión proviene del concepto desapego. El desapego en la psicología implica la disminución de la dependencia emocional hacia los objetos, personas, creencias o experiencias, con el objetivo de alcanzar un mayor equilibrio emocional y autonomía.
De acuerdo a John Bowlby, un influyente psicólogo del siglo XX, este se origina en la Teoría del apego, que sugiere que los seres humanos desarrollan la capacidad de formar vínculos emocionales desde la infancia, pero también deben equilibrar la necesidad de cercanía con la de autonomía a lo largo de la vida (1969).
Es importante recordar que el desapego no implica la eliminación total de los lazos emocionales, sino una adaptación saludable que permite mayor independencia emocional. En palabras de Rollo May, un destacado psicólogo existencialista, el desapego también se relaciona con la idea de “la ansiedad existencial” y la búsqueda de la autenticidad en la vida (1953). La capacidad de desapegarse de creencias limitantes y abrazar una mentalidad más flexible es esencial para el crecimiento personal y la autorrealización.
¿Cómo puedo desapegarme de esa naranja? Si te lo estás preguntando, te comparto una serie de prácticas que me han ayudado con el acto de desprenderme.
- Autoconciencia. El primer paso es reconocer qué o quién te está generando apego y entender por qué es importante liberarte de ello. Para esto, debes reflexionar cómo esta dependencia afecta tu bienestar emocional y, así, querer dar el primer paso para soltar.
- Recuerda que somos responsables de nosotros mismos. No dependas de los demás para ser feliz. La única persona que tiene que cumplir con tus expectativas eres tú.
- Vive el hoy y asume que las pérdidas van a suceder. Acepta la realidad en la que vives y reconoce que este es un mundo cambiante. En este mundo la única constante es el cambio y nada permanece como empezó en un primer instante.
- Practica la atención plena y reemplaza los pensamientos negativos. La meditación y la atención plena pueden ayudarte a vivir el presente, en lugar de preocuparte por el pasado o el futuro. Esto te permitirá soltar las preocupaciones innecesarias, y, por ende, pensamientos con afirmaciones positivas sobre tu independencia y bienestar.
- Establece límites. Aprende a decir “no” cuando sea necesario. Establecer límites personales es esencial y saludable para evitar la sobre dependencia emocional hacia otros.
- Comparte tus sentimientos. Hablar de tus emociones y preocupaciones con amigos, familiares o un terapeuta puede ser muy liberador. A veces, solo expresar lo que sientes puede aliviar el peso del apego.
Recordando que no soy psicóloga, estas son mis prácticas. No obstante, en casos de un apego emocional intenso o prolongado, la ayuda de un profesional puede ser beneficiosa para abordar estos desafíos, así como contar con un acompañamiento en tu progreso.
Recuerda que el desapego es un proceso único para cada individuo. Lo humano es querer aferrarnos. Yo sigo en mi proceso de soltar y de aprender a desapegarme. Reconozco que es un proceso que tendrá sus altas y bajas. Desapegarse duele. Sin embargo, quiero soltar para ir más liviana por la vida, aceptar los cambios para crecer e ir más allá de mí.