Arte: un viaje catártico

Por Abril Michelle Garza Trejo, Coordinadora de Departamento de Arte y Diseño

Durante mucho tiempo se ha intentado entender enigmáticas obras de arte de diferentes épocas como pinturas, esculturas, música, cine, fotografías y demás. Cada pieza refleja particularidades del creador y sería complejo explicar cada una de ellas en este momento, sin embargo, podemos intentar expresar qué es lo que puede movilizarse dentro de cada persona para dar paso a la creatividad.

Cortesía: Foto de Khara Woods en Unsplash.

En la maravillosa película Beetlejuice (1988) el personaje de Delia Deetz mostraba con orgullo sus obras de arte, y no decía que eran suyas porque las compró, sino porque las hizo. Pero, ¿qué conmueve tanto a este personaje de la cultura popular para poder crear estas esculturas que parecen resultado de desfiguraciones oníricas? Aunque no se sabe a ciencia cierta, solo se puede intuir por los rasgos del personaje que definitivamente había algo que quería explorar, un proceso psicológico donde algo en ella reacciona en lo emocional y lo afectivo. A gusto propio, las esculturas de Delia no son tan bellas (algo perturbadoras, si somos sinceros) pero resultan llamativas por eso mismo: en primer lugar, por el aspecto de estas y en segundo, por la gallardía de mostrarlas.

Cortesía: Foto de Debby Hudson en Unsplash.

Exploramos este ejemplo, de hecho, porque a partir de una opinión individual se puede comenzar un proceso en la psique de las personas que crean, donde se observa una obra, conmueve, se le agrega un valor propio; ya sea una fuerza, un sentido, un sentimiento, o algo imaginario. Incluso, esta llega a causar melancolía o desagrado cuando se presenta algo relacionado con un recuerdo personal. Entonces, se llega a desear crear algo, una pieza de arte sin a veces tener la intención como tal de hacer eso, arte.

Lo que a veces conmoverá a engendrar obras como tal, será el intento de transmitir algo a los demás. Sí, hacer de algo íntimo muy público, incluso si solo se le pudiese mostrar a una persona. En otras ocasiones será con el propósito de realizar una catarsis que nos deje en libertad de los afectos que no deseamos sentir tan insistentemente.

Cortesía: Foto de Tim Arterbury en Unsplash.

Por lo tanto, esto es importante también dentro de un proceso psicoterapéutico. El acto de realizar una purificación, tal como lo es la catarsis, es vital para el ser humano. No obstante, el acto catártico representará algo meramente superficial para el proceso de curación. Lo más sustancial y benéfico, será tomar ese material drenado y explorarlo después para saber qué hacer con ello. Vendrá a ser responsabilidad de cada persona, incluso con acompañamiento, el poder hacer algo con los afectos propios del dolor, la angustia, felicidad, la desesperanza y algunos aún más profundos. 

En conclusión, las opiniones y miradas podrán ser recibidas, sin embargo, solo el creador sabrá con más exactitud lo que dejó en su obra: un descubrimiento de sí mismo.

Referencia:
Nasio, J. D. (2016). Arte y psicoanálisis. Paidós.