¿Confías en la fecha de caducidad?

Siempre presente en las botellas, latas y envases de comida que vemos todos los días en nuestra cocina, está la temida fecha de caducidad. Lista para momento en el que dudas si comértelo porque caduca hoy o si ya urge tirarlo aunque este cerrado. Si crees que nos han educado para confiar ciegamente en esta fecha y que puede ser una exageración, tienes razón…pero no completamente. Te explicamos el porqué.

En una entrevista para Inverse, Anderson y Nwadike explicaron un estudio realizado por la Universidad del Estado de Kansas y de la Universidad de Missouri de la seguridad de la comida, sobre las etiquetas y su verdadero significado. Explicaron que no hay un estándar en la industria sobre las fechas.

Por lo general cuando vemos un “consumir preferentemente antes del…”, “antes de”, “vender hasta” o el clásico “fecha de caducidad”, tienen más que ver con una referencia de cuándo la comida se verá mejor o tendrá el mejor sabor, que estará en su punto. Esto no quiere decir que ya está echada a perder o que te hará daño inmediatamente. La única excepción es lo que aparece en la formula para bebé que sí esta regulada y en el que la fecha indica que el contenido nutricional se pierde con el tiempo por lo que no ayudaría al bebé cómo debe.

Fuera de eso, las etiquetas de caducidad en el resto de la comida son un indicador de un momento en el que los ingenieros en nutrición junto con las compañías calculan cuando será la mejor fecha de consumo, pero hay varias comidas que duran más de la fecha. Por supuesto, hay unas obvias como la leche que apesta cuando esta mal o algunas que debes tener mayor cuidado como el pollo que es muy sensible a cambios de temperatura.

Por otro lado, hay que tener cierta lógica y conocimiento de la comida que nos ayude a evitar desperdicios. Un cereal viejo podrá perder sabor pero no te enfermarías. Una leche que está a punto de caducar puede usarse para preparar una avena caliente que, aprovecha el calor, para matar las bacterias que podrían haber empezado a surgir. No hay que caer en la exageración, solo medirlo en la justa proporción.

Los autores de esta entrevista, Anderson y Nwadike, explicaron que puedes seguir comiendo esa comida con un poco de precaución. Solo fíjate en cambios en estas cinco características para evitar enfermarte: color, textura, consistencia, olor y sabor. Y, si dudas, mejor tíralo.