El misterio de las muertes por COVID-19, resuelto

En México, calcular las muertes causadas por el Coronavirus ha sido particularmente complicado. La respuesta a la pandemia ha sido dirigida por científicos altamente capacitados, incluida la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, quien cuenta con un doctorado en ingeniería energética.

Los expertos produjeron informes detallados de mortalidad, pero estos fueron publicados mucho después, al tiempo que se anunciaron cifras diarias de muertes por COVID-19 sospechosamente más bajas. Esto, por supuesto, levantó las dudas respecto al quehacer del gobierno federal y de la CDMX, que parecía ocultar la magnitud del desastre.

En todo el mundo, los recuentos de muertes por COVID-19, que aparecieron en las pantallas de televisión y en los titulares de los periódicos se convirtieron en un barómetro clave de la crisis de salud mundial más profunda de los últimos 100 años. Rara vez un dato de este tipo ha tenido tal poder para influir en el público o para guiar la políticas del gobierno. O al menos eso pensaban Laurianne Despeghel, una consultora financiera de 31 años, y Mario Romero Zavala, un entusiasta del bitcoin y emprendedor tecnológico, cuando se conocieron en un grupo de WhatsApp en mayo pasado. “Lo que queríamos era encontrar los números reales”, dijo Despeghel en una entrevista con The Washington Post .

Su primera pista provino de un informe de Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) emitido el 18 de mayo. La investigación reveló que hubo al menos 4.577 muertes confirmadas o sospechosas por Coronavirus en la Ciudad de México, tres veces el recuento oficial. La fuente fue un archivo filtrado de certificados de defunción.

Al día siguiente, Despeghel estudió el informe del grupo. Analizó cómo los investigadores de MCCI lograron acceder a la base de datos del Registro Civil: simplemente escribieron los números de un certificado de defunción y aparecieron, “un poco como cuando descargas una tarjeta de embarque con un número de confirmación de vuelo”, detalló.

El problema es que “necesitas la información de cada uno” de los certificados de defunción, explicó Despeghel a Romero Zavala.

Sin embargo, aquello no le impidió seguir jugando con el sitio y conectando números. Por su parte, Zavala se dio cuenta de algo extraño. Los certificados de defunción habían sido emitidos en orden ascendente por cada uno de los 52 juzgados del Registro Civil en la Ciudad de México, empezando con el No. 1 en 2020. “Un error de novato si esa fue la decisión del programador”, señaló Romero Zavala al periódico estadounidense. Y así se dio cuenta de algo elemental: todo lo que tenían que hacer era identificar los certificados con los números más altos en cada oficina, y luego irlos sumando.

Un algoritmo podría hacer el trabajo y Romero Zavala lo escribió. Actuaría como un ciudadano que buscaba una copia de un certificado de defunción, pero a la vez bombardearía al sistema con conjeturas cada vez más refinadas sobre los números principales.

Romero Zavala y Despeghel descifraron 8.072 muertes más que las reportadas oficialmente en la capital desde el 1 de enero hasta el 20 de mayo, mientras que el gobierno había confirmado solo 1.832 muertes por Covid-19. Ese fue publicado en Nexos, en la investigación titulada “Qué nos dicen las actas de defunción de la CDMX” del 25 de mayo, la cual explotó en las redes sociales y se extendió por la prensa mexicana e internacional.

Para el 7 de junio, encontraron un exceso de 17.310 muertes en la ciudad. Aquello saltó a 22,705 a finales de junio. Y a fines de agosto, el total se había disparado a más de 31.000.

Después de 10 meses de revelar más números y de “pelearse” con las autoridades correspondientes, la colaboración entre Romero Zavala y Despeghel terminó. También para la Ciudad de México había terminado una era. Por primera vez en casi un año, la capital registró tres días seguidos sin exceso de muertes. La pandemia se ha calmado, por ahora.

Con información de The Washington Post