El siglo XXI es de los GOATs

Miami, hace 20 años. Los Michigan Wolverines y Alabama Crimson Tide estaban a punto de salir al campo para definir al campeón del 2000 Orange Bowl, entre gradas pletóricas de gritos, banderines ondeando y nervios en las miradas de todos. El quarterback de los Wolverines tuvo que soportar dos desventajas de 14 puntos para, al final, lograr el campeonato y ser ovacionado por todo el estadio. ¿Nacía una leyenda? De inicio, no: sus pases no fueron lo suficientemente atractivos para los equipos de la NFL en el Draft 2000, lo relegaron hasta el puesto 199 y los Patriotas de Nueva Inglaterra, ansiosos por tener wikipediazos de gloria en los años entrantes, lo escogieron en la sexta ronda sin mucho ánimo.

Los analistas lo tacharon de delgado, sin poderío físico o potencia en el brazo y reprocharon que sus rivales lo derribaban fácilmente. Sin embargo, toda esa crítica no desmotivó al nuevo jugador de los Pats. Un día, él mismo se le acercó al dueño de su equipo y se presentó: “Hola, señor Kraft. Mi nombre es Tom Brady”, a lo que su patrón le respondió: “Sí, sé quién eres. Eres nuestra pick de sexta ronda”. Brady, con su famosa sonrisa que derrite y con una mirada de láser, se la regresó: “Así es, señor. Y soy la mejor decisión que haya tomado esta organización jamás”.

Brady es uno de los mejores ejemplos de tantas historias individuales de éxito que los deportes nos han dado. A sus 43 años no da señales de decir adiós, a pesar de que todos pensamos que anunciará pronto su retiro. ¿Por qué se retiraría si está jugando mejor que nunca? En 2020, la vida de un atleta de alto rendimiento no es la misma que en 1999. ¿A qué se debe que su carrera deportiva se haya alargado? ¿Por qué tenemos a los mejores de la historia en el siglo XXI? ¿Será una casualidad que vivamos la época dorada del deporte mundial?

Con ustedes, los GOATs

En infinidad de ocasiones, un deportista vive una buena racha y es considerado como un crack, comprometido con el ímpetu de lo que significa su deber con sus pasiones: lo hace bien en una serie de partidos (Dustin Pedroia, béisbol); una temporada completa (Jamie Vardy, futbol); logra ganar una final (Kyle Lowry, básquetbol); medalla en unos Juegos Olímpicos (Ana Gabriela Guevara, atletismo); llega a una final de Grand Slam (Juan Martín del Potro, tenis).

¿Qué pasa con quienes alcanzan esa cúspide y se mantienen ahí varios años? ¿Los que apabullan récords (Usain Bolt, atletismo; Tiger Woods, golf); ganan y ganan y ganan medallas de oro olímpico (Michael Phelps, natación); los máximos anotadores de sus disciplinas (Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, futbol); las que no se cansan de estar en el #1 de su deporte por cinco, 10 o 15 años seguidos (Serena Williams, tenis); los que ganan tantos anillos que no caben en una mano (claro, Brady); las que no les basta con marcar generaciones enteras, sino que marcan un precedente para la historia (Lorena Ochoa, golf); los que son queridos por todo el mundo y nadie niega su grandeza (Roger Federer, tenis; Michael Schumacher, Fórmula 1)?

Ellas y ellos son las y los GOATs del deporte, acrónimo de Greatest Of All Time. ¿Lo verdaderamente sorprendente? Todos los mencionados son (o fueron) dioses deportivos en las últimas dos décadas. En casi todos los deportes, salvo béisbol (Babe Ruth), gimnasia (Nadia Comaneci), Box (Muhammad Ali) y básquetbol (Michael Jordan, a pesar de la luchita de LeBron James), tenemos al y a la mejor del deporte entre 2000 y 2020 en términos históricos.

Su éxito se debe a una combinación de factores que influyen intrínsecamente en su vida como atletas: la tecnología y alimentación que los faculta para entrenar y llevar al máximo su cuerpo de una manera más específica; las ganancias estratosféricas en premios y patrocinios; la acomodada vida personal y privada, con asistentes para todo, que le permiten al jugador enfocarse solamente en su carrera; la inquebrantable disciplina deportiva a la que están acostumbrados. Gracias a estos ingredientes nos es cotidiano escuchar que un nadador rompió un nuevo récord, que una final de Grand Slam es otra vez entre los dos mismos tenistas, que Messi volvió a ganar otro Ballon d’Or. Así es la época de los Greatest.

Dieta, fisioterapia y pastillas no son suficientes

Un factor innegable y obvio es el proceso evolutivo de la alimentación y los fuertes avances tecnológicos de la medicina deportiva. Los nuevos progresos en este siglo ayudaron a la prolongación del rendimiento físico en condiciones óptimas de los deportistas —al grado de tener mejor desempeño que jóvenes atletas de 20 años—. Según especialistas, los deportistas “más viejos” pueden darse el lujo de entrenar menos, al beneficiarse con métodos de entrenamiento “hechos a la medida”.

Hoy en día, lo primero que hace un deportista en el post-match es una recuperación como parte de una rutina obligatoria. Estrategias nutrimentales, hidroterapia, masajes, estiramientos, electroestimulación o la recuperación activa son algunas de las técnicas que científicamente se han implementado para reducir el riesgo de lesiones y así precipitar el tiempo de restauración muscular. ¿La típica imagen de un futbolista como Neymar Jr. en una tina de hielo después de un partido? En la época de Pelé o Maradona esos métodos eran inconcebibles, simplemente no existían.

¿Es esta la única respuesta? ¿Dieta, fisioterapia y pastillas? En realidad, no. Para ser el mejor, entrenar durísimo y alimentarse bien todos los días no basta. Otro factor importante y denominador común entre los GOATs es su vida fuera de las canchas y reflectores.

Pongamos como ejemplo la vida personal y privada de Cristiano Ronaldo, y el monto millonario que invierte en sí mismo. Un día, Rio Ferdinand, su otrora compañero en el Manchester United, lo visitó en su casa y se sorprendió de ver al menos a 10 personas: “Es mi equipo de trabajo: hay un cocinero, el fisioterapeuta, un doctor, mi entrenador personal…”. Ferdinand se quedó boquiabierto.

No solo eso: el ambiente familiar que construyeron los GOATs es fundamental para concentrarse en lo que pasa en las canchas. Es común ver a Mirka Federer en la tribuna de los partidos de su esposo Roger; a la mamá, a la pareja y a los hijos de Cristiano Ronaldo en sus festejos; a LeBron James en los partidos de básquetbol de su hijo, Bronny James. Los expertos en el tema aducen que una relación interactiva y recíproca entre el deportista y su familia forma un clima motivacional que se relaciona directamente con el bienestar emocional, la concentración y el rendimiento en la cancha. Y lo cumplen al pie de las reglas: es difícil pensar en escándalos, abusos o indisciplinas de las y los GOATs mencionados antes que pudieran manchar su carrera —salvo Tiger Woods y sus escándalos maritales en 2009.

Con dinero (y disciplina) baila el perro

¿Cómo le hace Cristiano Ronaldo para mantener a esa cuadrilla de asistentes? Con ingresos millonarios en patrocinios y salarios —sobre todo patrocinios: Business Insider reportó que CR7, como se le conoce a este monumento, ganó en 2019 48 millones de dólares por sus posts en Instagram y “solo” 34 millones por su contrato con la Juventus—. Roger Federer, por su parte, recibió 100 millones de dólares de sus 12 patrocinadores en el último año, lo que lo convirtió en el deportista mejor pagado del mundo.

Principalmente, estos activos sirven para invertir en ellos mismos y pensar únicamente en lo más importante de su vida: su familia y ser el #1. El exentrenador del tenista español Feliciano López, José Manuel “Pepo” Clavet, declaró que antes era raro que un jugador viajara con su entrenador; hoy viajan con una comitiva más grande: preparador físico, fisioterapeuta, nutriólogo y hasta psicólogo.

Con esas ganancias millonarias, el talento y los asistentes, cualquiera lo lograría ¿no? Al parecer, no. Falta lo más importante, la sal de cada comida: la disciplina. Es la cualidad que marca la diferencia entre un jugador más y uno “distinto”. Es la combinación de mentalidad, compromiso y talento en un individuo. Si lleva esa disciplina al máximo, el GOAT compite en solo una liga: la suya.

Otra vez pongamos como ejemplo a CR7 (porque podemos): en 2018, después de haber ganado tres Champions de forma consecutiva y tras una salida cuestionable del Real Madrid, el portugués llegó a la Juventus de Turín, con todo y una sorpresa bajo el brazo. Cuando le realizaron los exámenes médicos, Cristiano Ronaldo, de 33 años, promedió números similares a los de un joven de 20. ¿Quieres más? El examen demostró que contaba con 7% de grasa corporal —lo normal en alguien de su edad es del 10%—, y el 50% de su cuerpo era pura masa muscular (lo normal es un 46%). ¿Sorprendido? Nosotros también… pero, vaya, es Cristiano Ronaldo.

¿Dónde jugarán las niñas y los niños?

Gracias a la combinación de factores antes mencionada, los GOATs se pueden concentrar en su profesión (y no preocuparse por pagar la renta, la colegiatura de sus hijos o que ya no haya papel de baño). Su promedio de edad se añejó… pero las nuevas generaciones (1995-2005) les pisan los talones… aunque siguen hincándose ante los referentes de sus respectivas disciplinas.

Kylian Mbappé (19 años) ganó un Mundial y destroza con goles la Ligue 1 y la Champions; Alexander Zverev (20 años) se encuentra en el top 10 del ranking ATP de tenis; Zion Williamson (20) y Pat Mahomes (24) rompen la NBA y la NFL, respectivamente. Notable currículum el de todos, pero lejos de ser el #1. Su momento llegará pronto, pero con un Tom Brady firmando un nuevo contrato a los 43 años con Tampa Bay, un Roger Federer con ganas de jugar en Tokio 2021 y una Serena Williams motivada con el nacimiento de su primera hija para ganarlo todo, ese anunciado retiro del podio, supuestamente a la vuelta de la esquina, parece estar a varias cuadras. En el tenis varonil, por ejemplo, el promedio de edad del top 5 en 2007 era de 24 años; hoy es de 28.5 ¡y son los mismos tres jugadores! ¡Novak Djokovic, Rafael Nadal y Roger Federer!

No es de la noche a la mañana

Un GOAT no se hace de la noche a la mañana… ni en una, dos o cinco temporadas. Un Greatest revoluciona y marca precedentes en la historia que van más allá de una rivalidad, ganar partidos o llevarse trofeos, personales o de equipo. No hay más grandes que ellos, puede que nadie los supere en 50 años, y somos afortunados en ser sus contemporáneos (a la distancia). Algún día se retirarán, pero sería torpe de nuestra parte pensar que será pronto. Ahí tenemos a Tom Brady, con un nuevo reto en los Bucaneros de Tampa Bay.

¿Logrará otro anillo con su nuevo equipo? Difícil. ¿Extrañará a su coach de los Pats, Bill Belichick? Obviamente. ¿Será suficiente la dupla con Rob Gronkowski? Puede ser. ¿Podemos dudar de él? No, nunca.

“Soy la mejor decisión que hayan tomado”, le dijo Brady a Robert Kraft. Dos décadas, infinidad de récords destrozados, estadios llenos, cebollazos por aquí y por allá, decenas de miles de camisetas vendidas y —lo más importante— seis anillos de Super Bowl después, el mejor quarterback de la historia tuvo razón.