Es inteligencia pero también es artificial

Imaginar un escenario catastrófico quizá te resulte exagerado en una época en la que los avances tecnológicos aplican también para implementar medidas preventivas. Sin embargo, es importante conocer todos los extremos. Desmenucemos un poco.

La Inteligencia Artificial (IA) aún no cuenta con una definición única, es decir, la descripción de “máquinas inteligentes” no explica qué es realmente la inteligencia artificial ni qué hace que una máquina sea inteligente. Entre lo abstracto y lo complejo que pudiera ser tratar de definirla, al final se ha establecido como una ciencia informática que se enfoca en crear sistemas que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción.

Ahora bien, si nos enfocamos en lo artificial, se define como algo que no es natural ni hecho por el humano. Esto puede generar una multiplicidad de opiniones al respecto de que solo lo humano sea válido o trascendental, porque lo cierto es que esta inteligencia al parecer ha rebasado lo humano.

Recordemos el caso de la foto viral del abrigo del Papa, las imágenes donde supuestamente Donald Trump estaba siendo arrestado o el video de Obama y Jordan Peele. Todos fueron acontecimientos que se hicieron virales en tiempo récord y con el común denominador de que eran “falsos” y creados por aplicaciones de IA. Estos fenómenos sociales conocidos como deepfake provienen de la combinación de las palabras deep learning y fake, para representar algo falso que es resultado de la tecnología de aprendizaje profundo.

EL PAPA A LA MODA
El caso del “Papa Balenciaga”, como se le denominó luego de haberse viralizado, fue creado con la herramienta de IA Midjourney, el nombre de un laboratorio independiente que investiga sobre la Inteligencia Artificial. También así le han puesto a su IA que sirve para crear imágenes a partir de texto, lo que se conoce como text to image.

Según el portal estadounidense BuzzFeed News, Pablo Xavier (el creador de este deepfake) se encontraba bajo los efectos de unas setas alucinógenas cuando se le ocurrió la idea de generar la imagen y nunca creyó que, minutos después de haberla publicado, se convertiría en una conmoción social. Cuántas personas lo creyeron o no, no es lo relevante, sino la fascinación que evocó al crear una imagen que se veía “tan real”.

El periodista Eliot Higgins, fundador de Bellingcat (un sitio web de periodismo de investigación que se
especializa en verificación de hechos e inteligencia de fuentes abiertas) cuenta que, aunque las versiones más recientes de herramientas que generan imágenes por IA (como la mencionada Midjourney o Stable Diffusion) están progresando considerablemente, los errores en los detalles más pequeños siguen siendo un signo común de las imágenes falsas.

Ante esto, Higgins recomienda algunos tips para no caer en estas trampas de lo artificial. Por ejemplo, en las imágenes de Trump, aunque la cara y las manos parecen bastante convincentes, al examinar las proporciones del cuerpo, estas se ven contorsionadas o fundidas con otros elementos de la imagen.

También es necesario buscar más pistas en el ambiente de la imagen que parezcan extrañas o hasta sin sentido. Otra forma adicional es buscar expresiones faciales exageradas, pero, aun con todas estas medidas de precaución, verdaderamente es posible que con más entrenamiento y perfeccionamiento el algoritmo pueda evitar esas partes “raras” del cuerpo.

LA BOCA DE OBAMA
Con aplicaciones de IA, investigadores lograron crear una red neuronal artificial que simuló la boca y básicamente pudo hacer coincidir cualquier audio del expresidente Barack Obama con su modelo virtual. La profesora Ira Kemelmacher comentó a la BBC que lo interesante de crear esta tecnología es que, una vez que se comprende a profundidad, también se pueden crear métodos para distinguir cuando un video ha sido manipulado. Sin embargo, la presentación del video generó también el cuestionamiento sobre la posibilidad de que pueda ser usado para crear “falsas noticias”. Con todo este contexto ahondemos en los peligros que pueden generarse con el mal uso de estas tecnologías, es decir, alterar de forma tan convincente la realidad pudiera sonar transformador, interesante y un tanto divertido.

Lo que en un inicio pudiera sentirse como una manera creativa y propositiva de innovar o de pasar el rato, si se sale de control, puede derivar en catástrofes, como el fraude en línea y la desinformación, o incluso en ciberguerras.

Aunque no todas las apps de deepfakes son peligrosas o de dudosa naturaleza legal y ética, todo apunta a que si estas no se usan con sabiduría y límites sociales, podemos exponernos y exponer a los demás a engaños masivos y que pueden causar daño.

LAS TRES ETAPAS DE LA IA
Es aquí donde el humano sigue teniendo un punto a favor y en el que es importante centrarnos ante u escenario futuro casi fatídico. Lo humano aún tiene aspectos particularmente no alcanzables por la IA: emociones, sentido común, valores y autenticidad.

Y quizás esta última pudiera ser la base donde se encuentre el punto de equilibrio ante una era que parece amenazante. Si volvemos al ejemplo del inicio, donde con el mal uso de estas herramientas se pudiera llegar a un fraude financiero, una extorsión o un chantaje, en todos los casos, lo que ciertamente puede hacer la diferencia es el poder humano de tomar decisiones sensatas y respetuosas, algo qu definitivamente una IA no puede hacer.

Se ha hablado de tres etapas en la IA. La primera es conocida como IA Estrecha, denominada así porque se enfoca estrechamente en una sola tarea, realizando un trabajo repetitivo dentro de un rango predefinido por sus creadores. La segunda se conoce como IA General y se alcanza cuando una máquina adquiere capacidades cognitivas a nivel humano. La tercera se llama Súper IA y ocurre cuando la inteligencia sintética supera la humana. ¿Suena atemorizante? ¿Será que la hemos alcanzado ya?

Las respuestas a estas cuestiones pueden generar incluso debates, pero, volvamos al punto de equilibrio. La clave no está en condenar la invención, sino en mantenernos auténticos, analizar con detenimiento
antes de actuar y, sobre todo, mirar con prudencia las posibles consecuencias de hacer un mal uso de ella. Podemos evolucionar de la mano de la innovación, es decir, utilizar la IA con responsabilidad y manteniendo el enfoque en nuestros valores humanos, esos que nos hacen reconocernos a nosotros mismos desde la propia autenticidad, aspirar a ser mejores personas y alcanzar un beneficio global como sociedad.