La amistad, una vacuna psicológica
Por María Mirón, profesora UDEM de la Escuela de Psicología.
Una parte integral de las estructuras sociales humanas, desde el punto de vista psicológico, es la filiación platónica, en otras palabras, la amistad. Estamos optimizados evolutivamente para formar comunidad, preocuparnos por nuestro rol en esta y buscar la intimidad emocional con nuestros pares. En el presente artículo vamos a profundizar un poco en los mecanismos por los cuáles la amistad resulta esencial para el bienestar integral.
Sullivan (1953), enfatizó desde hace décadas que la amistad sirve para múltiples propósitos psicológicos como otorgar intimidad emocional y apoyo práctico ante retos cotidianos, aumentar la percepción de seguridad social y de los recursos psicológicos, proveernos de validación y representar un laboratorio en el cuál sin importar la edad entrenamos y mejoramos nuestras capacidades de comunicación y de resolución de conflictos.
Las amistades facilitan las transiciones normales de vida y nos proveen de un marco de continuidad, incluso a través de largas distancias. También son un factor predictor de la resiliencia: cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles, los lazos de amistad son un factor protector contra el estrés agudo o la posibilidad de desarrollar estrés postraumático. Así, podemos decir entonces que la amistad es como una “vacuna psicológica”.
Estos son algunos de los mecanismos que se han encontrado relacionando la amistad con la salud mental y la salud física:
1. La amistad es una red de seguridad para la salud mental.
Cuando se trata de mantener o recuperar la salud mental, el apoyo social de amistades cercanas es un factor de protección contra los efectos negativos tanto de estresores ambientales como de predisposiciones genéticas. Encontraron que el apoyo de amigos tiene efectos positivos en la salud mental antes, durante, y después de un acontecimiento como la pérdida de un ser querido, dificultades económicas, de salud o desastres ambientales.
2. La integración social predice un riesgo menor de enfermedad cardiovascular.
Tener amistades cercanas y estar integrado a varios grupos de pares durante la adolescencia predice una presión sanguínea saludable incluso hasta 20 años después, sin importar otros factores de confusión como el IMC.
3. Socializar nos hace mejores resolviendo problemas.
Se ha encontrado que las habilidades ejecutivas superiores (focalización de atención, memoria de trabajo, planeación de tareas y autocontrol) mejoran en el contexto de interacciones sociales amistosas al enfatizar la relación entre la cognición social y las capacidades cognitivas generales.
4. Percibimos nuestros problemas como menos intimidantes cuando estamos acompañados de amigos.
Las personas que realizan una tarea física difícil como cargar un objeto pesado subiendo una colina, tienen menor reactividad cardiaca cuando están acompañados de amigos.
Es indudable que tener conexiones psicosociales fuertes es uno de los predictores más confiables de una vida longeva, saludable y satisfactoria y resulta tan primordial como la nutrición, el ejercicio y el descanso.
Por lo tanto, es importante privilegiar los tiempos y espacios de intercambio y conexión con los demás, literalmente como si nuestra salud dependiera de ello. Un pequeño tip que me ha resultado útil es el siguiente: cuando durante el día pienso de paso en algún ser querido, incluso si es alguna amiga de colegio con quién tengo años sin hablar, en vez de ignorarlo o meterme a redes sociales para obtener pasivamente un update de su vida, le escribo un breve mensaje. A todos nos gusta saber que nuestros amigos piensan en nosotros. Estas interacciones crean oportunidades para reconectar, y claro, ninguna relación es perfecta, pero justamente las amistades nos permiten, en todas las etapas de la vida, espejearnos con el otro, aprender, compartir, contrastar y crecer juntos.
Si quieres saber más sobre este tema, te invito a leer los artículos en las referencias o tomar una vía más pragmática y aprovechar la ocasión para escribirle a ese amigo o amiga que tienes mucho tiempo de no ver.
Referencias
Cundiff, J. M., & Matthews, K. A. (2018). Friends With Health Benefits: The Long-Term Benefits of Early Peer Social Integration for Blood Pressure and Obesity in Midlife. Psychological science, 29(5), 814–823. https://doi.org/10.1177/0956797617746510
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Sapolsky, R. M. (2017). Behave: The biology of humans at our best and worst. Penguin Books.
Schnall, S., Harber, K., Stefabucci, J. & Proffitt, D. (2008). Social support and the perception of geographical slant. Journal of Experimental Social Psychology 44(5) 1246-1255.
Sullivan, H. S. (1953). The interpersonal theory of psychiatry. New York, NY: Norton. doi:10.10 37/ h0050700
Turner, R. J., & Brown, R. L. (2010). Social support and mental health: A handbook for the study of mental health; Social contexts, theories, and systems (2nd ed). New York, NY: Cambridge University Press.