La experiencia del streaming

Qué nostalgia poder recordar la emoción que se sentía al ir al cine para ver la película que habías estado esperando por mucho tiempo. Era el momento: esperabas la hora, tenías el ticket (físico, claro), hacías la fila para comprar palomitas y estabas dispuesto a sentarte y disfrutar. Hay que decir también, que muchos teníamos el ritual de comentar la película en el recorrido de regreso a casa. Críticas al reparto, a la historia, si había valido la pena y otros puntos más.

Lo cierto es que los protocolos siguen, cada uno lo adecúa a su manera a nuestros tiempos, pero lo que sí es curioso es cómo han cambiado tanto las formas de disponer del contenido que nos ofrecen.

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Los años pasaron y ocurrió un evento trascendental: la pandemia de aquel no tan lejano 2020. Ante el confinamiento, surgía la pregunta ¿qué pasaría con las visitas al cine? Todos (o casi todos) buscamos casi desesperadamente un contacto con esa fantasía que se siente en los filmes, y así, dirigimos nuestra mirada a los aclamados servicios de streaming.

Netflix fue la primera plataforma que nos traía un amplio catálogo de películas que nos causaban melancolía ¿podíamos tener cualquier cinta con tan solo un clic? Era increíble pensarlo. Entre las muchas opciones había filmes independientes que en nuestra vida sabíamos que existían, así, poco a poco fueron saliendo a la luz y la plataforma sacó provecho de esto exponencialmente.

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Amazon Prime Video llegó casi a la par para hacer una sana competencia con Netflix, uno tenía lo que el otro no. Eso estaba bien, parecían complementarse perfecto. Pero ¿esto cuánto nos costaría?, ¿estaría al alcance de todos? Todo tiene un precio, y ver tu peli favorita una y otra vez no sería gratis. Poco a poco fue valiendo la pena, incluso porque la opción de compartir la plataforma con tu familia era posible. Todos podían regocijarse con lo que le gustaba a cada uno, incluso al mismo tiempo. Aun así, la casi ceremonia de acudir a la sala de proyección y deleitarse con los avances y tu saga favorita seguía haciendo mucha falta.

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Las plataformas hicieron su trabajo y terminaron realizando lo impensable: estreno exclusivo para ver desde casa lo que revolucionó completamente la idea de cómo consumir películas y ocasionó que más plataformas se sumaran a ello.

Al poco tiempo después, llegó el maravilloso Disney+. Con un montón de añoranza, cumplió las expectativas de chicos y grandes (y muy grandes también) trayéndonos clásicos de clásicos, filmes nuevos y conciertos en vivo.

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Para este punto surgió la pregunta, ¿cómo cambió el compartir la experiencia de disfrutar todo este gran material? Si bien, ya puede seguir la experiencia placentera de acudir a nuestro cine favorito, los servicios de streaming ofrecieron la posibilidad de ver sus creaciones en grupo en tiempo real; desde nuestro perfil elegimos qué censurar y qué no, hasta programar recordatorios y hacer una lista de todos nuestros gustos. En conclusión, lo cierto es que la inmediatez y el exceso también nos alcanzan pasando de una a otra sin saber qué queremos ver realmente, por lo que debemos seguir pendientes de preguntarnos cuánto material vale la pena tener a nuestro alcance para sentirnos tranquilos.