La ciencia detrás de formar hábitos
Por Jorge Ramírez Treviño, director de Psicología en Prepa UDEM
La vida está compuesta por ciclos que inician y terminan en diferentes etapas de nuestras vidas. Algunos ejemplos de ellos podrían ser iniciar un nuevo año, comenzar un nuevo semestre, pasar de un escalón de edad a otro, cumplir años, cambiar estatus conyugal, etc. En esos momentos, es natural que surjan en nuestras mentes preguntas y juicios al principio o al final de este.
¿Cuándo fue la última vez que pensaste que tenías un mal hábito que deberías cambiar? ¿Qué hiciste al respecto? ¿Funcionó?
Desde pequeños, en casa y en la escuela, nos han hablado de la importancia de establecernos metas cuando queremos mejorar algo en nuestras vidas. Y en ese buen propósito, la mayoría se queda solo en el intento, ya que no cuenta con las herramientas para atravesar esa línea delgada entre la intención, la acción y la consolidación de la misma.
¿A qué se debe eso? Pese a que hace algunos años se popularizó la idea acerca de que un hábito se forma en 21 días, hoy autores, entre ellos Adam Grant, así como revistas de prestigio internacional como Forbes, se han encargado de desmitificar ese “pensamiento mágico generalizado” en sus publicaciones y hacer ver a sus lectores que se necesita más allá de una buena intención y de algunas pocas repeticiones para hacer cambios en nuestras vidas.
En el 2018, James Clear introdujo su libro llamado Hábitos atómicos. En su modelo habla acerca de los cuatro elementos claves que se requieren para formar una nuevo hábito deseado o bien romper con un viejo hábito indeseado. En pocas palabras, dicho modelo habla que para iniciar un nuevo hábito es importante seguir la siguiente fórmula: hacerlo obvio (intencionado) + atractivo (deseado) + sencillo (realizable) + satisfactorio (recompensable). Y, al contrario, cuando queramos dejar atrás un viejo hábito, es preciso hacer lo opuesto: hacerlo invisible (intencionado) + poco atractivo (no deseado) + difícil (no realizable) + insatisfactorio (castigo).
Independientemente de esta u otras teorías, y regresando al punto de partida: ¿qué tan fácil o difícil es para ti, conscientemente y bajo un propósito establecido, hacer un nuevo hábito en tu vida? ¿Cuáles son las letras pequeñas que están detrás de ese propósito, que ayudan o impiden que lo logres esta vez?
Complementado estas ideas que se mencionaron anteriormente, considero que existen algunos otros elementos que son claves para crear un nuevo hábito y que pocos autores las mencionan. Estos elementos son: la motivación (necesidad), la toma de decisiones, la paciencia (tiempo de espera), la autocompasión y la identidad.
¿Cómo funciona esto?
Desde mi muy personal punto de vista, detrás de cualquier cambio o en la formación de nuevos hábitos, siempre debe de existir detrás una necesidad real (no solo el deseo) que nos motive a buscar o necesitar ese cambio. Para dar el paso a la acción, antes de comenzar, tienes que haber tomado la decisión y hacerte responsable de querer hacerlo. Una vez que lo inicias, tienes que ser paciente y constante para ver cómo este cambio o hábito se va consolidando con el tiempo.
En el camino habrá momentos de flaqueza que te hagan retroceder, pero la autocompasión será tu mejor aliada para regresar de nuevo al camino y continuar con tu propósito. Y finalmente, una vez que logres tu meta, y esta se vuelva una constante, es imprescindible creértela e identificarte como eso en lo que te has convertido para poder mantenerte ahí, aunque a veces no suceda. Por ejemplo, soy un deportista, aunque no todos los días hago deporte.
En fin, pese a que existen diversas teorías, libros y textos científicos que hablan de este fenómeno que son los hábitos, no hay mayor ciencia o mejor método que el que uno mismo descubre a lo largo de su vida para su crecimiento personal.
“Cuida tus pensamientos porque se pueden convertir en palabras. Cuida tus palabras porque se pueden convertir en acciones. Cuida tus acciones porque se pueden convertir en hábitos. Cuida tus hábitos porque se pueden convertir en tu destino”. – Mahatma Gandhi