La “nueva realidad”: un mundo sin contacto físico pero ansioso de contacto emocional


Es increíble la gran cantidad de objetos y superficies comunes que acostumbramos tocar en nuestras vidas cotidianas: perillas de puertas, botones de elevadores y de estacionamientos, pasamanos, llaves de baños, carritos del supermercado, teclados de cajeros automáticos, entre muchísimos otros. Además, el contacto físico con otros también era abundante: saludos de mano, abrazos, besos, caricias sutiles.

Y un virus vino a recordarnos que todo ese contacto es útil, pero riesgoso porque permite la propagación de enfermedades si no se toman las medidas sanitarias necesarias, y que la vida es frágil por más fuerte que se crea el ser humano.

Pero es precisamente en tiempos difíciles cuando la innovación y la creatividad repuntan, y gracias a la oportuna aplicación de la tecnología se van encontrando soluciones para reactivar las actividades económicas.

Por ejemplo, la empresa tecnológica NEC publica abiertamente soluciones tecnológicas que pueden “ayudar a los negocios y gobiernos a adaptarse y regresar a la actividad pública con una experiencia de usuario sin contacto e higiénica”; RRD (empresa de comunicación y marketing) anunció su línea de productos Touchless World que promete “soluciones seguras, sin contacto para activar datos poderosos”; Elenium Automation, junto con SimpliFlying, compartió un reporte con su visión acerca de cómo debe ser la experiencia sin contacto en los aeropuertos.

Sin embargo, el reto para aliviar la falta de contacto emocional es mayor. Y, aunque los grupos de WhatsApp y las videollamadas por Zoom ayudan (un poco), lo cierto es que tanto los negocios, como las escuelas y las familias, están obligadas a comprometerse con la innovación para reinventar la manera de interactuar y evitar convertirnos en una sociedad indiferente.

Olivia Barrón, la autora de esta nota, es directora del Departamento de Ciencias Computacionales en la Universidad de Monterrey. Recibió su licenciatura en Sistemas Electrónicos, la maestría en Ciencias Computacionales y el doctorado en Inteligencia Artificial en el ITESM, campus Monterrey, en 1989, 1992 y 2003, respectivamente. Es socia fundadora de Soluciones en Dispositivos Médicos, empresa que ha obtenido financiamiento de universidades, inversionistas y el gobierno para realizar investigación en el área de desarrollo de dispositivos inteligentes para diagnóstico médico. Además, colabora en IA2030MX, la coalición multisectorial del ecosistema digital y de Inteligencia Artificial en México.