Las herramientas de la resiliencia

La manera en la que lidiamos con la adversidad varia de una persona a otra. Nuestra infancia y nuestras relaciones cercanas, entre otros factores, son las claves de por que algunos tiene mayor resiliencia que otros.

Cuando navegamos en una crisis –como la que estamos viviendo ahora– o vivimos un evento traumático, dependemos en gran parte de nuestra resiliencia, la habilidad de recuperarnos de cambios impredecibles e incontrolables, de experiencias difíciles, para adaptarnos y seguir adelante (e incluso crecer). De acuerdo a Karestan Koenen, profesor de psiquiatría epidemiológica en la Chan School of Public Health de Harvard, aunque tenemos rasgos de personalidad con los que nacemos, la resilencia no es uno de ellos. Nuestra historia personal y emocional es la que determina cómo lidiamos con las situaciones.

El factor más determinante según cualquier estudio del tema en los últimos 50 años es la calidad de nuestras relaciones personales, principalmente la de nuestros padres o cuidadores. “Los primeros 20 años de vida y las experiencias que tengamos en estos impactan nuestras expectativas, percepciones e interpretaciones moldeando nuestro cerebro, un órgano que depende de su uso”, según el Dr. Bessel van del Kolk, fundador del Trauma Research Foundation en Boston, EUA.

La resiliencia es una serie de herramientas que también pueden aprenderse. Usualmente son el resultado de una experiencia difícil en la que al superarla, obtenemos mecanismos útiles para el futuro. Crear esta caja de herramientas puede ser diferente para cada quién. Algunos pueden confundir qué debe contener usando mecanismos como comprar, comer de más, apostar o consumir alcohol como parte de las herramientas, pero esto no ayuda a crear resiliencia. En cambio, las personas más resilientes “guardan” mecanismos saludables como un optimismo realista, un compás moral, creencias espirituales o religiosas, flexibilidad emocional y cognitiva además de conexiones sociales. Tampoco se quedan atorados en lo negativo sino que buscan oportunidades aún en las situaciones difíciles. Se enfocan en un día a la vez sin agobiarse por la siguiente semana, mes o año. En tiempos de #QuedateEnCasa por el Covid-19, lo podemos ver en personas que aprovechan el tiempo para aprender un nuevo idioma, retomar un hobby o ayudar a los demás. Dedicarse a una causa o tener una creencia religiosa o espiritual tiene un efecto secundario en que aumenta tu resilencia.

La ventaja es que todos podemos encontrar el camino después de un evento traumático. George Bonanno, profesor de psicología clínica y director del Laboratorio de Trauma, Pérdida y Emociones de la Universidad de Columbia, estudió a 67 personas que pasaron por tiroteos, huracanes, heridas graves, entre otras situaciones y descubrió que 2/3 de ellos lograron superarlo en un corto periodo de tiempo. Los mecanismos que agregaron a su caja de herramientas como lo mencionamos anteriormente los ayudaron a salir adelante, pero lo más importante es que no lo hacen solos, son parte de un sistema de apoyo social y de una comunidad.