Nada como los juegos de la infancia

Por Christian Beas Zertuche

No tengo muchos recuerdos de mi infancia, pero sí de los videojuegos que jugaba y cómo me hacían sentir.

Ninja Gaiden trataba sobre un ninja que tenía que derrotar al malo, pero este juego tenía una historia más rica que contar y lo hacía a través de cinemáticas. Eso era algo sorprendente para la época.

Claro, también había juegos malos… ET de Atari, Tortugas Ninja 1 o Castlevania II Simon’s Quest eran tan confusos que simplemente no entendía qué es lo que se tenía que hacer y no me motivaba jugarlos.

Desde ese tiempo hasta ahora, los videojuegos han evolucionado mucho, con gráficas hiperrealistas, movimientos cada vez más naturales y mucha más interacción. Sin embargo, aquí entra una pregunta:

Por más que la tecnología avance y los juegos sean producciones más grandes e increíbles, ¿la nostalgia nos hará decir que nuestros juegos de la infancia son mejores que los de ahora? ¿En verdad existen juegos malos o se trata simplemente del estándar que hicimos cuando éramos mas jóvenes y que no nos deja ver mas allá?

Por ejemplo, han salido juegos muy buenos, con grandes inversiones y con cientos de personas comprometidas durante años en su desarrollo como Grand Theft Auto V, The Last of Us, Halo y Final Fantasy pero aún así creo que difícilmente superen la satisfacción y el encanto de cuando éramos jóvenes y jugábamos Zelda, Sonic, Mario Bros., Street Fighter o Mortal Kombat.

La verdad no sé a qué se deba… pero creo que de niños nos pusimos metas irreales para el futuro y como son muy difíciles de conseguir, ahora abrazamos tanto la infancia que nos convencemos de que todo era mejor antes.

Y ojo, esto no sólo pasa con videojuegos, puede pasar con muchos productos del arte y el entretenimiento como el cine, la música, los dibujos y hasta los deportes donde muchos prefieren el futbol de antes que el de ahora. Los videojuegos han evolucionado, como todo en este mundo donde nada es estático, pero el simple hecho de que puedas tomar tu videojuego de hace muchos años, ponerlo en tu sistema, jugarlo y saber que nada en él ha cambiado, honestamente… te hace sentir alivio y te hace pensar que, por un momento, todo estará bien.


Foto por Ben Griffiths en Unsplash