Oda a Martin Scorsese (y a Marvel… pero no tanto)

En la primavera de 2018, en pleno Turner Classic Movies Film Festival –el festival de cine del canal TCM, ese que tiene películas en blanco y negro y que seguro, como la mayoría, pasas sin ver–, el director de cine Martin Scorsese (Nueva York, 1942), recibió el mayor honor del evento, el Robert Osborne Award. Desde el podio, advirtió una amenaza latente que llevaría a la devaluación del cine como lo conocemos. Esa amenaza es la palabra “contenido”.

“Ahora las personas pueden ver películas cuándo y dónde quieran, en computadoras portátiles, tablets, teléfonos, incluso relojes”, dijo Scorsese, “y no queremos que la gente vea películas de esta manera, pero lo hacen. Si el cine es sólo otra mera distracción destinada a entretenernos momentáneamente, ¿por qué las futuras generaciones deberían tomarlo en serio como una forma de arte? Es una buena pregunta y una que debería hacer que los que trabajan en la industria del cine se den cuenta del poder de las palabras que utilizan para describir su arte más querido”.

Endgame es la película más taquillera de la historia del cine.

Éste bien podría ser un preámbulo del pleito verbal más interesante de 2019, en donde Scorsese se metió a las patadas con Marvel. En octubre pasado, en entrevista para Empire Magazine, Scorsese dijo, grosso modo, que las películas de Marvel no eran cine, y que las consideraba más como “parques temáticos”. Esto enfureció a los fanáticos de las películas de superhéroes y la guerra comenzó en redes sociales con mensajes como “¿Quién se cree este viejito para criticar las mejores películas de la década?” o “Boicot a las películas de Scorsese”. Para echarle más gasolina a la casa en llamas, otros dos maestres se sumaron a Scorsese y le aventaron lodo a Marvel: Francis Ford Coppola calificó sus películas como “despreciables”, y Ken Loach (ganador de dos Palmas de Oro de Cannes), aseguró que son aburridas y un ejercicio de marketing que nada tiene que ver con el arte del cine.

Francis Frod Coppola, director de El Padrino 1 y 2 (y sí, también de la decepcionante 3).

James Gunn, director de ambas Guardianes de la Galaxia, fue uno de los primeros en salir a defender y refutar lo dicho por Scorsese, Loach y Ford Coppola: “Muchos de nuestros abuelos pensaron que todas las películas de gánsteres eran iguales, y a menudo las llamaban ‘despreciables’. Algunos de nuestros bisabuelos pensaban lo mismo de los westerns, y creían que las películas de John Ford, Sam Peckinpah y Sergio Leone eran exactamente iguales. Los superhéroes son simplemente los gánsteres y los vaqueros de hoy. Algunas películas de superhéroes son horribles, algunas son hermosas. Al igual que los westerns y las películas de gánsteres, no todos las van a apreciar, incluidos algunos genios. Y eso está bien”. Su post en Instagram obtuvo 158 mil likes.

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Además, varios artículos al respecto invadieron la red. Fueron variados y analizaban, por ejemplo, el dinero: las 23 películas de Marvel han generado el doble de ganancias (8.5 mil millones de dólares) que todas las películas de Scorsese y Ford Coppola combinadas (4.17 mil millones de dólares). Otros analizaban el fenómeno de la taquilla y las audiencias en la década: Scott Mendelson, editor en Forbes, puntualiza que a las películas de superhéroes les va bien en taquilla porque las audiencias están ignorando todo lo demás y ya es una opción viable (con la enorme cantidad de servicios de streaming) esperarse a verlas en casa. “El problema reside no tanto en lo que Hollywood ofrece en los multicinemas, sino en qué escoge la audiencia cuando paga una entrada al cine”, concluyó Mendelson.

A la defensa también salieron Kevin Smith (director de cine y fanboy #1 de los cómics), y dijo que, vaya, Scorsese es un genio y que prácticamente inventó el cine, pero también que él dirigió La última tentación de Cristo, la película del superhéroe más grande de la historia. Por su lado, Jon Favreau (director de Iron Man y Happy en las dos de Spider-Man), dijo que Ford Coppola y Scorsese tienen el derecho de opinar lo que quieran, al ser “dos de los más grandes”. Kevin Feige, jefe máximo de los Marvel Studios, aseguró que él y todos los que trabajan en esos proyectos aman el cine y la experiencia común de ver una película en una sala llena de gente.

Pero el golpe más duro vino de Bob Iger, CEO de Disney y dueño de Marvel, Star Wars, Fox…y el hombre más poderoso del entretenimiento: en un foro del Wall Street Journal, Iger arremetió contra los dos cineastas y dijo que sus comentarios fueron groseros. “Si quieren criticar películas, están en su derecho. Pero sus comentarios son irrespetuosos con todas las personas que han trabajado durísimo en esas películas. ¿Me están diciendo que Ryan Coogler [director de Black Panther] se esforzó menos en su proyecto que Scorsese o Coppola en los suyos? Por favor…”.

Y entonces, el rey contraatacó: la tarde del 4 de noviembre, las redes se empezaron a infestar de tuits y posts con una columna de The New York Times titulada “Dije que las películas de Marvel no eran cine. Déjenme explicar”. El rey, obvio, es Scorsese. Aquí algunos extractos de su columna:

“Para mí, para los cineastas que llegué a amar y respetar y para mis amigos que comenzaron a hacer películas casi al mismo tiempo que yo, el cine se trataba de revelación estética, emocional y espiritual. Se trataba de personajes: la complejidad de las personas y su naturaleza contradictoria y a veces paradójica; la forma en que pueden lastimarse unos a otros y amarse y de repente encontrarse cara a cara con ellos mismos”.

“Muchos de los elementos que definen el cine como lo conozco están en las películas de Marvel. Lo que no hay es revelación, misterio o peligro emocional genuino. Nada está en riesgo. Las imágenes están hechas para satisfacer un conjunto específico de demandas, y están diseñadas como variaciones en un número finito de temas. Son secuelas de nombre, pero no lo son en espíritu, y todo en ellas está oficialmente sancionado porque realmente no puede ser de otra manera. Esa es la naturaleza de las franquicias de películas modernas: maquinadas para el mercado y probadas para el público, examinadas, modificadas y re modificadas hasta que estén listas para el consumo”.

Creo que no exagero si afirmo que Martin Scorsese (además de ser un excelentísimo cineasta, en el esplendor de toda la palabra) es el mayor fanático, amante, impulsor, enamorado, cinéfilo, obsesivo, conservador, esposo del cine en la historia (sobre Kubrick, Roger Ebert, John Ford o Huston, sobre tu amigo el cinéfilo). Por lo mismo, su cierre en su columna es pletórico y, sí, preocupante: “Hoy, hay algunos en el negocio con absoluta indiferencia a la cuestión misma del arte y una actitud hacia la historia del cine que es a la vez despectiva y propietaria, una combinación letal. La situación, lamentablemente, es que ahora tenemos dos campos separados: entretenimiento audiovisual y cine. Y me temo que el dominio financiero de uno se está utilizando para marginar e incluso menospreciar la existencia del otro. Para cualquiera que sueñe con hacer películas o que recién esté comenzando, la situación en este momento es brutal e inhóspita para el arte. Y el acto de simplemente escribir esas palabras me llena de terrible tristeza”.

Scorsese estrena este mes El irlandés (ya en algunos cines; Netflix a partir del 27.11)

La postura más importante de Scorsese con toda esta batalla es su defensa al auteur. A diferencia de proyectos a los que él está acostumbrado, en donde el director de cine es quien toma las decisiones para cada ángulo de su filme (narrativa, tiempo, tono, guion, actuación, enfoque, edición, leitmotiv), los directores de las películas de Marvel son ejecutivos en una estructura de responsabilidades. Al final, las decisiones importantes de cada proyecto las toman los altos directivos de Marvel Studios… y los de Disney (ambos grupos con objetivos económicos muy específicos). O piensa, ¿cómo se llama el director de Ant-Man? ¿Quién dirigió las tres del Capitán América? ¿Quién es el auteur detrás (o delante) de Dr. Strange? No te preocupes, no tienes que saberlo.

Sin embargo, no debemos tachar a Marvel/Disney como el villano en esta situación. A pesar de las elegantes y atinadas palabras de Scorsese, el fenómeno Marvel ha robustecido los deseos de las audiencias de ver películas en una sala de cine. No han sucumbido del todo a la seductora opción de ver estrenos en sus sillones, en alguna plataforma de streaming. Con Avengers: Endgame en abril pasado, los boletos para las primeras funciones (incluso, de medianoche) se agotaron en minutos, e incluso algunos fueron revendidos por más de mil pesos cada uno. No es una práctica honrosa, pero habla de que las personas siguen buscando experiencias. Y qué mejor que en una sala: es el primer paso para que el cine, del que habla Scorsese, prevalezca… y no se convierta en un “contenido” más.