¿Por qué América Latina sigue siendo la región de la eterna crisis (y de la esperanza)?
“México mágico”. Cuántas veces lo hemos visto en redes, en memes, en artículos, aquí, allá. Y no somos los únicos: somos parte de una región surrealista —América Latina—, donde 11 de los 20 países que la conforman están en el top 50 de las naciones más felices, según el Índice Mundial de Felicidad de las Naciones Unidas… al mismo ritmo que viven, en carne propia, la desigualdad, corrupción y violencia a diario y a la vuelta de cada esquina.
Cada país es un mundo y cada uno tiene contextos sociales, culturales, políticos y económicos distintos. Sin embargo, hay similitudes en los retos que se enfrentan interna y externamente porque venimos todos de un pasado histórico semejante. Si todo el continente americano fue colonizado por potencias europeas, ¿por qué los países de esta región no tienen una economía estable y pujante como Estados Unidos después de sus independencias? ¿Cuál es la raíz de los problemas de América Latina?
El patio trasero
Resumen histórico blitz: cuando Estados Unidos se declaró independiente en 1776, logró mantener relaciones estables con el Reino Unido y desarrolló un sistema político y electoral funcional (y algo complicado, valga aceptarlo) en el que las colonias funcionarían en armonía. En cambio, los países del Río Bravo para abajo tuvieron fuertes movimientos anticolonizadores y rechazaron por completo el sistema político o cualquier herencia impuesta, lo que los hizo buscar ayuda de otras potencias para poder entablar una estabilidad interna a prueba y error.
Y, entre estas potencias que permitieron que tuvieran voz en las decisiones de los nuevos países, se encontraba Estados Unidos, una nación que desde su fundación está obsesionada con el control global, que despliega sus estrategias (políticas, diplomáticas, bélicas, cosmonáuticas) para sacar el mayor provecho y que tiene fama por sus intromisiones perpetuas en la región —Panamá, Chile, Nicaragua, Colombia, Cuba, por decir algunas.
Sin embargo, entre héroes (Juan Domingo Perón en Argentina) y villanos (Papa Doc en Haití) y héroes que se convirtieron en villanos (Fidel Castro en Cuba) y villanos que se convirtieron en héroes (Hugo Chávez en Venezuela), la raíz de los problemas está en el gobierno: en los actores políticos que toman las decisiones que marcan las riendas del país y en las instituciones encargadas de ejecutar los planes para los ciudadanos
Pocos son los gobiernos en América Latina que han sabido crear un bienestar real sin aprovecharse de las personas. Si observamos el Índice de Democracia 2019 en la tabla, los tres países considerados como democracias plenas (puntuación arriba de 8) son Chile, Costa Rica y Uruguay, países tengan lugares presumibles en transparencia, paz y felicidad.
El resto de los países están en categorías de democracias fallidas, regímenes híbridos y regímenes autoritarios, y en estos se puede notar cómo las percepciones de corrupción y de inseguridad son mucho mayores que las de los países considerados democracias plenas —e, increíble, que muestran altos niveles de felicidad en la gente.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL), la crisis económica es un fenómeno estructural en esta región: el gobierno mantiene la desigualdad constante para que continúen habiendo solo unos cuantos grupos privilegiados en el poder. ¿Cómo analizarlos? Los agrupamos en tres.
Los más pasables
A finales de 2019, cuando se pensaba en Chile, lo primero que venía a la mente eran las protestas masivas por la subida al precio del transporte público. Esto fue solo el inicio que desató muchas otras protestas contra la desigualdad, y que llevaron a una consulta en 2020 para cambiar la constitución de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) a una propuesta de constitución escrita por los ciudadanos. La excelente noticia es que el 78% de los chilenos votó a favor de este cambio.
En Costa Rica, la denominada “Suiza Centroamericana”, también hubo protestas que iniciaron en septiembre de 2020, en las que la gente salió a reclamar y mostrar su rechazo por un acuerdo entre el gobierno y el Fondo Monetario Internacional sobre aumento de impuestos. En octubre, el gobierno retiró esta propuesta y, a cambio, declaró que se va a trabajar con la ciudadanía y otros expertos en mesas de diálogo para buscar otras soluciones a la crisis financiera.
Por último, Uruguay es un país líder en cuanto a las medidas tomadas por la pandemia del COVID-19. De marzo a noviembre de 2020, solo tuvieron 3,500 casos de contagios en todo el país y 62 fallecidos, y nunca fue necesario obligar a la gente a hacer una cuarentena. Pero esto no frenó a los uruguayos a que se manifestaran porque no había políticas sociales y económicas suficientes; el gobierno respondió con una medida: la gente trabajará medio turno y tendrá el 75% de su salario.
¿Qué tienen en común estos tres países líderes de la región? Si a la gente no le parece algo, se moviliza y no se detienen hasta que el gobierno los escuche. Además, el gobierno promueve la cooperación y que los problemas se resuelvan a través del diálogo y trabajo en conjunto con la ciudadanía.
Democracias defectuosas
Hablar de cada uno de estos países tomaría decenas de páginas (lo pensamos… no nos alcanza la revista) pero, sabiendo que México está aquí, puedes darte una idea de qué tipo de crisis enfrentan estas naciones.
Se caracterizan por ser democráticas, donde se celebran elecciones legítimas y donde hay leyes claras sobre los derechos de la población. Sin embargo, el problema radica en el incumplimiento de las leyes en todos los niveles. Además, es notable el incremento en la pobreza, la pandemia de los feminicidios, los asesinatos a periodistas sin resolver y el elevad(ísim)o índice de homicidios, así como la reducción de presupuesto a centros de investigación y los dramas que se viven día a día en sus congresos.
Y ahora, el Coronavirus y la crisis que significa: el Banco Mundial proyectó que Argentina tendrá un retroceso de seis puntos en su Producto Interno Bruto; Brasil, de 10 puntos; México, de 8.7 puntos. Prácticamente el resto de los países en esta categoría tienen números de decrecimiento similares, pero a comparación de lo que se le proyecta con Chile (-4.5 puntos), Costa Rica (-3.6 puntos) y Uruguay (-3.8 puntos), se nota la gran diferencia en el manejo de los gobiernos en tiempos de crisis.
Ni muy democráticos, ni tan autoritarios
Aquí entran los que tienen elecciones irregulares, los que tienen fama de una libertad de expresión que no lo es, y donde no hay igualdad de oportunidades. Pero aún así intentan, o muestran intentar, ser países donde sí se llevan procesos legítimos. Justamente Bolivia tuvo en octubre de 2020 elecciones generales, en donde la izquierda (el partido MAS-IPSP) ganó con contundencia, a pesar de la renuncia (forzada) y exilio político de Evo Morales en noviembre de 2019.
Guatemala sufre otra crisis de legitimidad desde 2019 por la corrupción en la Suprema Corte y su sistema de justicia. Haití también renovó presidente en 2020, después de un año con puros gobernantes interinos; sin embargo, el nuevo presidente no fue electo por el Congreso como corresponde, porque el Poder Legislativo está disuelto, lo que agrava las manifestaciones ya existentes en contra del gobierno. Honduras también está en una grave crisis desde la aprobación de unas reformas educativas y de salud que desataron manifestaciones en 2019. La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) en Honduras reportó que en 190 días de confinamiento, se realizaron 477 manifestaciones.
Ni cómo defenderlos
Gente desesperada por tener un nivel de bienestar mínimo, mientras sus líderes autoritarios no hacen más que militarizar el país, pretender ser justos y alargan indefinidamente su tiempo como presidentes. Estos tres países son el ejemplo en América Latina.
No todo está perdido: esta es la región de la esperanzaCada nación tiene sus luchas y se nota la diferencia entre los países más democráticos (que logran manejar sus crisis) de los regímenes híbridos o autoritarios que ni siquiera intentan esconder su aprovechamiento y corrupción.
América Latina es un continente lleno de recursos naturales, gente talentosa, trabajadora y de oportunidades para desarrollar nuevas industrias. El problema reside en que los gobiernos no saben administrarse y no permiten que la ciudadanía se involucre en la toma de decisiones directas.
Con el Índice de Felicidad observamos que la mayoría de los países cuentan con una población contenta con su entorno. Estoy segura de que, si hubieran mejores gobernantes, la felicidad aumentaría mucho más. Las ganas de la gente por querer cambiar sus países no se han ido a ningún lado y se comprueba con las manifestaciones que existen en cada lugar; el problema es que el gobierno escuche y tome en cuenta a las personas.
Debemos luchar desde las urnas, con campañas para que la mayor parte de la población sepa las verdaderas intenciones de los candidatos y que las elecciones sean, realmente, un lugar para mejorar el gobierno y no empeorarlo.
El cambio está más cerca de lo que parece.