¿Qué significa ser competitivo?
Por Eduardo Treviño, profesor UDEM de tiempo completo en el área de Negocios.
¿Cuál es la definición de la competitividad? ¿Contra quién o contra qué competimos realmente? De acuerdo con el diccionario de Oxford, la palabra competitivo significa “que algo o alguien es capaz de competir con otros que aspiran a un mismo objetivo o a la superioridad en algo”. Si analizamos el término como adjetivo la Real Academia Española lo define como “la capacidad de competir”.
Siempre escuchamos hablar de las personas, empresas y países competitivos, o sobre la competitividad como característica fundamental para tener éxito. En el deporte (así como en casi todas las actividades) esto es fundamental; ya lo decía el lema oficial de las olimpiadas Citius, Altius, Fortius que en latín significa más rápido, más alto, más fuerte. Este lema no era visto solo como un conjunto de palabras, sino como una filosofía de vida, de nuestras cualidades físicas, intelectuales y emocionales.
Sin embargo, el concepto es mucho más complejo si se analiza a detalle. Las empresas y los países son como las personas, únicas e irrepetibles, con cualidades esenciales y propias de cada uno. Y si entonces somos distintos y competimos todo el tiempo, inclusive de forma consciente o inconsciente y en todas las áreas, ¿por qué es importante ser competitivo?
La competencia no se trata de ganar siempre, más bien se relaciona con mejorar contínuamente en lo que somos y hacemos. Implica compararnos de manera crítica y objetiva para evolucionar no solo como individuos, sino también como profesionales y así inspirar nuestra mejor versión, como bien dicta el lema de la UDEM. Es decir, desafiar el statu quo para poder perfeccionarnos, crecer, liderar un cambio positivo en nuestro entorno y ser una influencia positiva para quienes nos rodean.
Pero, ¿cómo se consigue? Aquí te dejo varios puntos claves a tomar en cuenta para ser competitivo:
1. Planificación: genera claridad en lo que quieres y debes hacer.
2. Autoconocimiento: conoce tus fuerzas y debilidades.
3. Motivación: mantente positivo en cuanto a mejorar y desarrollar tu adaptabilidad.
3. Innovación: inspírate para conseguir ser más creativo.
4. Autocrítico: la crítica como reflexión de la mejora continua.
5. Ético: sé disciplinado, enfocado en tus esfuerzos, manteniendo una firme ética personal y profesional.
6. Constante: sigue aprendiendo nuevas formas y creencias.
El gran tenista Rafael Nadal comentaba: “Yo no lucho por ser el número uno del mundo, solo poder ser competitivo en cada torneo”. Nadal siendo considerado como el mejor tenista de la historia de canchas de tierra y de todos los tiempos, con más de 22 títulos de Gran Slam y un sinfín de medallas en varios continentes, lo ve como si fuera un proceso de mejora continua, constante disciplina, entrenamientos, análisis de jugadas y reflexión crítica.
El autor Darren Hardy en su libro El efecto compuesto habla sobre dar un poco más cada día, que este efecto de mejorar algo o a alguien se da en pequeñas y significativas acciones, medidas objetivas que nos llevan a resultados sobresalientes.
Recuerda lo que lo que establecía el físico-matemático Lord Kelvin: “No pueden mejorar lo que no pueden medir, y no pueden medir lo que no pueden entender”.
Continúa preparándote, colaborando y aprendiendo en tus propias actividades personales y profesionales. No olvides que un elemento básico para aprender es querer hacerlo. Aprender a ser altamente crítico y receptivo, a cuestionar las cosas que haces y cómo las haces.