Selfie de las nuevas generaciones

Algunos de ellos con pelos de colores, algunas de ellas sin aretes. Personajes híper informados que bien pueden opinar sobre cómo la nanociencia controla las moléculas o la muerte de las tortugas que comen plástico en los océanos. Se comunican con emoticones y abreviaturas, se expresan con memes e InstaStories, y sus ídolos son Youtubers. Globalizados y en línea desde el día uno, seguramente con parto filmado como muchos eventos de su corta vida. Sí, son los Centennials (o Generación Z).

Sus predecesores, una generación no menos interesante, también crecieron rodeados de computadoras, aunque la fantasía de las pantallas táctiles llegó después. Son digitales pero algunos alcanzaron a marcar en teléfonos fijos de disco y saben qué es un casete. Su forma de comunicación, los mensajes de texto. Sus sueños ya no son carro y casa, sino las experiencias de vida. Les corre más por viajar que por salir de casa de sus papás, tienen otra idea del éxito. Muchos le apuestan a ser su propio jefe. Ellos son los Millennials (o Generación Y).

Investigadores sociales, cazadores de tendencias y mercadólogos, han tenido su lupa de laboratorio puesta sobre los Millennials. Se preguntan qué piensan, cómo se relacionan con la tecnología y cómo abordan su realidad de adultos trabajadores. Ahora es el turno de los Centennials (1998- 2010) de ser los “bichos raros” examinados, indagados y descubiertos. Hay quienes no se sienten parte de su grupo generacional, sino una mezcla. Otros son perfectos representantes de sus bandas de nacimiento Y o Z.

Se especula, se generaliza, se rotula, pero algo de verdad debe quedar finalmente en el aire. Que los Millennials no son amigos del compromiso. Que los Centennials ven el matrimonio como última opción. Que los Millennials prefieren una mascota antes que el amor romántico. Que los Centennials crean contenidos y los Millennials los comparten. Que los Centennials son más realistas. Que no, que los más realistas y aterrizados son los Millennials, quienes hacen ejercicio por amor a los deportes, mientras que los Centennials se ejercitan por salud. De todo se dice hasta con mediciones específicas: que los Centennials crecieron con periodos de atención más cortos – 8 segundos – que sus hermanos Millennials, y que además 11% de ellos tiene déficit de atención o síndrome de hiperactividad.

Parecidos o diametralmente opuestos por reacción como pasó con la generación X y los Baby Boomers. Para la psicóloga y antropóloga Paula González, las generaciones Y y Z son grupos muy heterogéneos en su interior. Sus modos de ser y estilos de vida dependen mucho de los contextos y países donde hayan nacido y vivan. Pero en contraste, Jason Dorsey, investigador y experto en las generaciones Millennial y Centennial, piensa que los Centennials son un grupo muy compacto: “Alguien de 7 años en Estados Unidos o México tiene más en común con alguien de 7 años en India, que con alguien de 65 años en su mismo país”.

Ellos mismos se ven al espejo y se preguntan sobre los puntos de encuentro y brechas generacionales. Camila (26 años) opina que “somos totalmente diferentes, crecimos en mundos distintos. Desde la forma en cómo se comunican y la concepción del Internet de los Zers. Por ejemplo, un Centennnial nunca fue a un Blockbuster ni les tocó el boom de las rupturas tecnológicas. Eso marca”. Ana María (18 años) dice convencida: “No veo que seamos tan distintos, las personas que me han inspirado a tener un pensamiento global y a interesarme en las causas sociales son justamente los Millennials. Las diferencias, más que generacionales, son de otro tipo”.

Los Millennials son los nacidos entre 1980 y 1997. Crecieron en los noventas y es una época de muchos híbridos y fusiones estéticas, culturales, musicales, gastronómicas. Se acaba el purismo de los setenta y ochenta. Empieza la globalización. Demoraron más en irse de casa si los comparamos con los Centennnials, quienes ya empezaron a emigrar. También se tardan en casarse porque quieren estudiar y viajar más. El reconocido periodista estadounidense Joel Stein menciona en su famoso artículo de 2013 Millennials: The Me Me Me Generation, que la generación Y no siente la necesidad de tomar decisiones de vida tan trascendentales, como casarse y tener hijos, gracias a que la esperanza de vida ha aumentado y a que la tecnología permite que una mujer se embarace a los 40 sin ningún tipo de riesgo.

Los Centennials son los nacidos entre 1998 y 2010. Son demasiado jóvenes para recordar el 9/11. Han crecido en un mundo más convulsionado, marcado por la guerra contra el terrorismo y en recesión financiera. Quizás por eso tienden a ahorrar más que los Millennials y sienten la apremiante necesidad de mejorar el mundo, de hacerlo un lugar mejor para todos. El hecho de que Estados Unidos haya tenido un presidente afroamericano, para los Centennials es algo natural, para nada un avance de la humanidad. Tan natural como que se amen personas del mismo sexo y sus teléfonos siempre hayan sido inteligentes.

En contraste, la vida de los Millennials ha sido de permanentes                transformaciones. Trasegaron por la vía del Betamax, VHS, DVD y Blu-Ray hasta llegar a Netflix. Vieron cómo la información se guardaba en disquetes, luego se quemaban CDs, tuvieron en su bolsa un USB y ya sienten el alivio de que todo lo importante esté ahí, justo así: en la nube. Uno de sus objetos más preciados de antaño fue el epónimo Walkman.

Mientras tanto, los Gen Z “son gente que va a mil, habla de cualquier tema, opinan de todo. No les importa tanto su imagen porque justamente es la generación de la selfie y YouTube que democratizan la información y las estéticas. En este grupo se tiende a observar mayor conciencia y respeto por la diversidad en todas sus expresiones, parece ser una generación sin prejuicios”, según Paula González. No son una especie nueva, solamente han estado mutando para adaptarse a su entorno, se han vuelto una generación positiva, que acepta las subculturas. Dejó de existir el nosotros contra ellos para convertirse en un nosotros.

Centennials: lo digital, el diferenciador

No hay duda, Internet y la evolución de sus juguetes marcan toda la diferencia. Muchos Millennials fueron niños sin teléfonos celulares y su conexión con la red dependía de la computadora de escritorio de la familia. Los más antiguos de esta generación, nacidos al inicio de la década de 1980, se conectaron a Internet por vía telefónica y si entraba una llamada, se cortaba la señal. El Internet móvil fue asunto de su adolescencia, el Facebook omnipresente inició en 2008 y el primer iPhone se inventó casi a la par.

Los Centennials, también conocidos como screenagers, son los primeros nativos digitales de pura cepa. Muchas de sus relaciones más cercanas se han consolidado en Tinder, Tumblr e Instagram y procesan la información a ritmos vertiginosos. Para nosotros, dice Orlando (15 años), “no existe un mundo sin Internet. Lo vemos en las películas o nos lo cuentan. En nuestra realidad siempre hemos tenido una computadora inteligente en el bolsillo”.

Si los jóvenes Y son multitasking, los Z son multimultitasking. Los primeros fueron precursores de la tendencia multipantalla con el mix de computadora y celular, pero los Zers manejan hasta cinco pantallas a la vez. Puede ser que los Z tengan más activado su chip de la privacidad y por eso prefieren comunicarse con Snapchat, Secret, o Whisper. Los Y, sin recelo, tienden más a anunciarle al mundo dónde están mediante apps como Foursquare. Comparten qué hacen, qué comen, con quién están y cómo se sienten. Pero la Gen Z es fan de co-crear, transmitir en vivo y tener voz y voto. De ahí los Youtubers, como los populares Dross, Quéparió y Luisito comunica. La privacidad digital es un término que no encaja con los Centennials.

En sus años de adolescencia, los Millennials alcanzaron a reunirse a jugar a las escondidas y a “las traes”, fútbol o Nintendo, mientras que buena parte de los Centennials no recuerdan la vida sin redes sociales y consideran normal que en las llamadas telefónicas pueda uno ver a la persona con la que está hablando. De hecho, los Z quieren y necesitan su primer smartphone a los 12 o 13 años, cuando los Millennials seguro lo recibieron de regalo de cumpleaños a sus 18.

“Nosotros nunca llegamos a buscar en una enciclopedia”, dice Pablo (20), “toda la vida hemos tenido internet y no hemos tenido que buscar otros recursos porque, literalmente, todo lo tenemos al alcance de las manos para investigar y comunicarnos. Los avances no nos sorprenden en absoluto”. Sandy (15) complementa: “Todo en nuestra generación es inmediato, los textos y mensajes envían en un abrir y cerrar de ojos. Somos menos pacientes que otras generaciones porque estamos acostumbrados a tener gratificación instantánea”.

Millennials: ¿Éxito o felicidad?

Una característica común en las diversas radiografías de los Millennials es su retraso a las etapas de la vida adulta. Muchos se lo otorgan a la alta tasa de divorcios de sus papás; otros como Miguel (25), piensa que  “el crecimiento de la clase media hace que los Millenials nos demoremos más en salir de la casa de los papás y ser económicamente independientes”. También influye que sus papás, de la generación X y algunos Baby Boomers, vivieron endeudados y trabajaron incansablemente en cosas que no siempre les apasionaban.

Entonces para los Millennials, el trabajo no es un medio en sí mismo, sino un fin para ser felices. Juliana, 24 años, reflexiona que “a los Millennials no nos gusta estar atados, por eso nos arriesgamos a ser freelancers, porque valoramos nuestro tiempo libre, ganamos mejor y no tenemos que pedir vacaciones para irnos de viaje. Escogemos los proyectos en los que queremos trabajar y nos vamos moviendo más rápido en nuestro medio, haciendo contactos y enfocándonos en lo que queremos hacer en el futuro. No nos atamos a una empresa, a menos de que sea nuestra”.

Aunque la mayoría de los Millennials crecieron en tiempos económicos prósperos, hoy son más pobres que sus padres a su edad. Nicolás (25) piensa que su generación tiene una idea de aseguramiento hacia el futuro menos fuerte que las anteriores. Muchos prefieren no gastar más de lo básico en seguros de salud o de vida, por ejemplo.

Un estudio de Manpower Group, organización global experta en recursos humanos, revela que para 2020 los Millennials representarán el 35% de la fuerza de trabajo mundial. Su encuesta en más de 20 países concluye que se trata de una generación optimista respecto a sus carreras profesionales: 62% confía en que si pierden su principal fuente de ingresos mañana, podrían encontrar un trabajo igualmente bueno o mejor dentro de los tres meses. En general, los Millennials en México, China, Suiza y Alemania son los más positivos, mientras que los de Japón, Grecia e Italia son los menos; un reflejo de los factores económicos, políticos y culturales de cada país.

La mayoría de los Millennials ve un futuro prometedor. Se desmitifica, además, eso de que los representantes de la generación Y son perezosos o “ninis”. Los datos cuentan una historia diferente. Están trabajando tan duro, o más, que otras generaciones. En México, el 79% afirma que trabaja más de 40 horas a la semana, y más de una tercera parte lo hace por más de 50 horas. Incluso, 42% de los Millennials mexicanos tiene dos o más puestos de trabajo. Es por eso que algunas compañías han decidido actualizarse para tener un mejor ambiente laboral y así permitir el crecimiento de sus trabajadores.

Además, los Y no van a trabajar en el mismo puesto hasta el día que mueran, según Manpower. Por eso la industria laboral ya los rotuló como “difíciles de retener en el empleo”. Atrás quedaron los empleados de 35 años en la misma empresa, el recorrido laboral de los Millennials es cambiante y sobre un terreno irregular y lleno de sorpresas. Saben que tendrán que trabajar más tiempo que las generaciones anteriores, pero valoran mucho eso de pasarla bien. Van a paso desigual, se vale aburrirse, y no dejan de hacer pausas regulares para pensar en sí mismos.

Así es, los Millennials piensan en sí mismos. María (30) confirma esa bandera libertaria: “Somos una generación un poco egoísta. La razón de ser de las generaciones anteriores era trabajar para tener una familia y sostenerla y ya. Para nosotros primero está satisfacer las necesidades individuales en cuanto a trabajo, viajes, vida sentimental y economía… y luego, sí, compartir la vida con alguien”. Doron Ofir, el director del casting de Jersey Shore, dijo que “la mayoría de las personas nunca definen quién son hasta los 30. Así que el hecho de que actualmente los jóvenes estén definiendo su personalidad a los 14 años es una gran evolución”.

Detestan los trabajos mecánicos y rutinarios, no conciben sentirse como robots. Por eso, sin problema, se van despidiendo de los empleos. Para Helena (25), “lo bueno es que no nos conformamos con cualquier cosa, siempre buscamos mejorar y no estancarnos, no le tenemos miedo al cambio ni a arriesgarnos, pero puede no ser tan positivo el no amarrarse a nada y estar en permanente cambio”. Los Millennials son optimistas, pragmáticos y son más pensadores que soñadores. No logran identificarse con grandes instituciones porque prefieren vivir nuevas experiencias.

Transformando esquemas

La aceptación de las diversas formas de familia es otro chip integrado en muchos de los representantes de estas generaciones. Los Millennials fueron la primera generación que apoyó abrumadoramente el matrimonio entre personas del mismo sexo. La misma apertura se da en términos de la orientación sexual. Orlando (15) comparte que en su grupo de amigos, muchos, sino es que la mayoría, pertenecen a la comunidad LGBT+ y no tienen ningún pudor en ejercer libremente su sexualidad.

“Aunque sí depende de las familias”, agrega Orlando, “porque hay muchas que desinforman y satanizan estos temas. Somos una generación abierta a nuevas posturas”. Luna (13) apoya esta postura: “En nuestra generación estamos mucho más abiertos a los asuntos de libertad de género y orientación sexual. No tenemos ningún problema, pensamos que estas decisiones de los demás no nos afectan en nada”.

Se perfila, así, una tendencia a la aceptación y el respeto por la diversidad. Los Centennials también se caracterizan por la exploración de nuevas formas de género. Muchas chicas viven libremente su gusto por no ser femeninas y no ponerse aretes, y grandes cantidades de muchachos dan rienda suelta a su creatividad para vestirse, usar accesorios y maquillarse. Jason Dorsey, quien también es conferencista y autor del libro Y-Size Your Business: How Gen Y Employees Can Save You Money and Grow Your Business, señala que la Gen Z es la generación más diversa de la historia hasta ahora. “Son tan diversos, que sólo pueden ver la diversidad cuando ésta falta”. Los Zers están acostumbrados a consumir entretenimiento proveniente de distintas partes del mundo. Sus ídolos son personajes con acentos y formas de vivir distintos a los de sus compañeros de la escuela. Punto clave que define la bandera de “Todos somos libres y diferentes”.

Almas globalizadas y altruistas

 Sin embargo, el exceso de herramientas también limita. Chris (30) reflexiona: “Mi generación está más conectada con las redes sociales que con la literatura. Aunque abogamos por las causas sociales, a veces ignoramos la historia y creemos que estamos viviendo cosas por primera vez en la historia de la humanidad. Somos seres híper conectados pero incomunicados”.

 Los jóvenes hoy son más diversos que los de cualquier época: neo hipsters que no leen best sellers; lumbersexuales con sus frondosas barbas y camisas de leñador a cuadros; normcore a lo Mark Zuckerberg; veganos o bobos (burgués-bohemio); muppies (mix entre Millennial y yuppie); yuccies (Young Urban Creatives); runners, animalistas, ecoextremos o cuantas combinaciones, fusiones e híbridos puedan darse, no pueden deslindarse de la realidad de formar parte de una población que en poco tiempo será más de la mitad de la humanidad.

México, en particular, es joven: son alrededor de 30 millones de Centennials. Lo que más resuena es que grupos generacionales están inquietos por el cuidado del medio ambiente y son sensibles a las causas sociales: pobreza e inequidad, desigualdad de género y derechos de las minorías, entre otros.

Su activismo está representado por los más maravillosos, anónimos y disímiles figuras. Malala Yousafzai (21), la pakistaní defensora del derecho a la educación se lleva la corona por ser la persona más joven en recibir el Premio Nobel de la Paz. Emma González, una sobreviviente del tiroteo de Parkland, Estados Unidos, se dedica a sus 18 años a llevar al mundo el inaplazable mensaje sobre el control de las armas en su país. Zendaya (20), fue la cantante que exigió a productores de Disney incluir una familia afroamericana en su serie K.C. Undercover. También es abanderada de los derechos de la mujer y lucha contra los estándares de belleza establecidos.

A Mikaila Ulmer (13) le picaron dos abejas en 2009, cuando tenía apenas cuatro años. A su corta edad descubrió que estos insectos se encuentran en peligro de extinción y que son sencillamente esenciales para la existencia de la humanidad. Hoy tiene The Healthy Hive Foundation, una fundación que apoya a los grupos que preservan estos animales con las ventas de limonadas endulzadas con miel local, las cuales se distribuyen en 300 supermercados en Estados Unidos. Vende 360 mil botellas al año.

Por su parte, el puertorriqueño Salvador Gómez Colón (15) no se quedó quieto tras el devastador paso del huracán María por su país. Emprendió Light and Hope for Puerto Rico, campaña para reunir fondos y comprar lámparas solares y lavadoras manuales. En apenas cuatro días, Salvador recolectó cerca de 36 mil dólares. Y a Rayouf Alhumedhi (16) le debemos la llegada del emoji femenino con turbante, propuesta de la joven musulmana a Apple porque ningún emoticón se parecía a ella y sus amigas.

Miles de jóvenes, a su modo y desde su pequeña trinchera, están haciendo transformaciones valiosas. Este equipo Y + Z apuesta cada día por su particular concepto de felicidad. Empiezan por cambiar su propio mundo para así cambiar el mundo.