Una vida aesthetic no lo es todo

Por Nilsa Farías Fornés, staff 360°

Cottagecore, Dark y Light Academia, Old Money, Y2K, Normcore, Balletcore, That Girl… Todos estos términos son aesthetics o estilos que puedes encontrar en redes sociales, en espacial en TikTok e Instagram. Esencialmente, una aesthetic es un set de reglas de vestir, hobbies y estilo de vida que han cobrado una inmensurable popularidad en años recientes y los adolescentes y jóvenes las han adoptado como una nueva forma de vivir en redes sociales. 

Si uno se identifica con alguno de los estilos, basta con buscar el tag en redes sociales y encontrar inspiración en una de las miles de publicaciones o cuentas para hacer honor al aesthetic. Estas son muy diferentes entre sí, pero una cosa que tienen en común es que son consumistas y, a veces, excluyentes.

Antes, previo al auge del internet y las redes sociales, la convergencia en elementos estéticos era indispensable para la construcción y prosperidad de una cultura o subcultura. Piensa en los emos de los 2000s, en los goths de los 90s o en los punks de los 70s y 80s. Sin embargo, ahora estas subculturas o aesthetics se mueven extremadamente rápido y el internet, como colectivo, tiene la necesidad de categorizar y nombrar todo lo que sea remotamente popular. Es así que surgen estas microtendencias, las cuales a su vez (lo queramos o no) son productos consumibles. 

Crédito: Foto de Social Cut en Unsplash.

Si te identificas con alguna de las aesthetics necesitas invertir mucho dinero y diseñar tu ropa, apariencia, redes sociales y hasta vacaciones para proyectar la realidad deseada. Sin embargo, para cuando crees que ya estás en la cima más aesthetically pleasing, captas una nueva microtendencia o tus gustos cambian y el ciclo se repite. 

Es por esto que es una forma de vivir muy consumista, porque gastas dinero que no tienes, que podrías ahorrar o invertir en otras cosas más duraderas y gratificantes. Además, después de cada aesthetic se deja un rastro de ropa fast fashion; prendas de mala calidad que son difíciles de incorporar a cualquier clóset y que muy probablemente terminen en un basurero de un país en vías de desarrollo. 

Crédito: Foto de Cam Morin en Unsplash.

Por otra parte, se debe considerar que no todos tienen los recursos financieros o de tiempo para adoptar un nuevo estilo de vida cada tres meses o menos. Asimismo, estas microtendencias promueven la exclusividad puesto que los cánones de la aesthetic son poco flexibles.

A esto se le tiene que sumar el daño a la salud mental y emocional por el estrés de seguirle el paso a tendencias efímeras y superficiales. No está mal ser aficionado de una aesthetic y querer replicarla, siempre y cuando se tengan límites. ¿Cómo se puede lograr esto? Al comprar de forma sostenible, disfrutar a fondo del estilo, relacionarse con la comunidad y entender que se adquirió como una forma de canalizar y expresar la personalidad, no para alimentar el algoritmo y vivir de la validación de likes. Esa es la forma más aesthetic de vivir.