La vuelta al mundo en bici

El boleto más barato los llevó a Azerbaiyán. La recepción fue cálida: tan cálida que se volvió infernal. Las temperaturas eran tan altas en este país ex soviético que, entre el desierto, yacían animales cuya exposición al sol los habría deshidratado. Entre todo esto, un hombre deambulaba junto a su caballo. Un paisaje sombrío y vasto. Toño y Emmanuel venían con hambre de camino, de su extensión hacia cualquier aventura a la que pudieran llegar en bici. Azerbaiyán: principio de una ruta por rincones asiáticos repletos de vida.

Toño Gallardo, de 32, tomó la bici desde los ocho años, y su primer viaje sobre ruedas fue desde Tijuana hacia San Francisco. En 2016, probó su suerte yendo de Roma hasta Estanbul y aunque el viaje se terminó antes de lo esperado, fue suficiente para encender la curiosidad por Asia. Sería en 2018 cuando Toño y Emmanuel –amigos desde la prepa– emprenderían el viaje que los llevó a esa escena casi delirante de Azerbaiyán. El hombre que llevaba el caballo se acercó con señas hacia el dúo. No había otro lenguaje en el que coincidieran pero, finalmente, entendieron los gestos: el caballo estaba herido y él quería que se lo llevaran. Una propuesta interesante, pero el minimalismo es filosofía importante para dos viajeros en ruedas.

Nunca se está realmente preparado para los tiempos burocráticos, ya sea aquí, en China o en Irán. Toño y Emmanuel se quedaron 31 días varados en Irán, a la espera de recibir los documentos para poder cruzar Turkmenistán, para lo cual tenían que comprobar que podían entrar a Uzbekistán, y el tiempo pasaba, mientras que las bicis y los músculos se quedaban en descanso involuntario.

Pero esta pausa no fue mal aprovechada: habían muchos platillos que probar. Como en la comida mexicana, la magia está en el sabor y no tanto en la variedad de los ingredientes: arroz, papa, cordero y kéfir (producto muy parecido al yogurt) son a Irán como la tortilla, chile, carne y crema son a México. Con la música, así como con la comida, se activan sentidos que despiertan hasta al menos patriota, a pesar de que se encuentre a 12,000 km de distancia. Todos los que alguna vez se han ido de México saben lo que significa escuchar el himno no autorizado del país: “México lindo y querido”. Y esta vez, a Emmanuel no le tocó escucharlo sino interpretarlo, invitado por Alfonso


Zegbe, embajador de México en Irán. Al noveno día de visita en este país musulmán, el dúo ya empezaba a sentir desesperación. El embajador los acogió y aprovechó su visita para organizar una fiesta de celebración por la Independencia de México.

A Toño lo estafaron en Irán cuando confió en un hombre que le prometió un cambio de moneda a su conveniencia, pero también lo recibió un hombre que lo acogió en las montañas uzbekas de camino al impactante Pamir. Bellos contrastes. Se encontró, entonces, en la meseta más alta del mundo, con un hombre que le dio techo, pan recién horneado y té negro. Parte del misterio indescifrable que nos hace humanos: un extraño acogiendo a otros extraños en las montañas tayikas, creando un hogar temporal. Listo para rodar en la mañana, Toño se enfrentó a un frío extremo que congeló la cadena e impedía el movimiento de la bici. Una vez más la impotencia de lo incontrolable, pero la solución estaba al alcance de sus manos: un poco de pipí y de regreso a la ruta.

Pamir, “el techo del mundo”, es una cordillera asiática que se extiende sobre varios países. El objetivo de Toño era llegar el Al-Baikal pedaleando, el punto más alto accesible por la legendaria carretera M41. Y otra vez, el frío: Las temperaturas extremas congelaron la posibilidad de llegar hasta la cima, pero así, posibilidad pausada, le permitió a Toño tener un alfiler en el tablero para regresar a esta gran montaña. Dejó también, mucha ropa y demás objetos para que otros viajeros se encontraran con ellos. Muchos lo perseguían para regresarle lo olvidado, pero lo que se pierde voluntariamente es con la intención de encontrarle otro dueño.

Dude, everyday
I consider how lucky I Am to be able to spend a whole year just cycling around and taking photos

Un amigo viajero de Toño

 

Curiosidad y sorpresa

Estar en otro continente es encontrarse en un punto medio entre lo ajeno y lo que provoca una curiosidad casi instintiva. Es poder ver más allá de lo que conoces. Es lo que despierta la curiosidad de descubrir el sabor de la carne de caballo y sorprenderse al darse cuenta de que no es tan extraña. O estar en el público de un juego de buzkashi: deporte que consiste en que los jinetes (conocidos como chapandoz) lleven el cuerpo de una cabra decapitada hacia un extremo del campo y arrojarla al centro de un espacio delimitado.  O comer escorpiones fritos en Tailandia. Viajar es vivir una vida completa en un par de horas. Comer en Filipinas balut, huevo de pato ya fecundado (¡puedes sentir cuando masticas su pico!), saborear jugo de caña en la India. Tomar un sauna soviético, en donde el baño incluye un golpeteo de hojas sobre la espalda. El miedo que provoca perder de vista las bicis por unas horas cuando viajan en tren. Viajar es saciar la sed, sabiendo que pronto estará de regreso.

También hay desencuentros, lugares donde las creencias no se tocan. El budismo theravada, que Toño encontró en Myanmar, no es el mismo que había encontrado antes en Norte de India. Por ejemplo: la presencia de un infierno, representado en las paredes de un templo budista con imágenes extremadamente violentas, no iba con la idea de la religión que conocía. O Kuhajuraho, centro de templos cubiertos de estatuillas eróticas, contrasta con el silencio impuesto hacia el sexo en la cultura occidental. En realidad,
las imágenes de Theravada representaban al ego y las estatuillas hindúes un ascenso espiritual en la tierra.

La siguiente ruta aún no está escrita. Emmanuel ya regresó a México, Toño sigue rodando. ¿Hacia dónde va? “A Corea del Sur, tal vez, o Vietnam”. Desde que empezó, hasta ahora, el siguiente destino es un volado, y al viaje lo acompañan una cámara, una mochila y una bici. “Navegar es necesario, vivir no lo es”, dijo Pompeyo. Para Toño, rodar es necesario, vivir no lo es.