¿Qué hay hoy de cenar? Herbicidas y pesticidas en tus verduras
“Come frutas y verduras” es lo que nos dijeron hasta el cansancio para crecer sanos y fuertes (palabras de nuestra mamá, abuela, en anuncios de comida chatarra por obligación del gobierno federal y hasta de Cuauhtémoc Blanco) y lo hacían por los nutrimentos que contienen —básicamente vitaminas, minerales y fibra—. Pero estos alimentos que amamos u odiamos no solo nos aportan lo bueno, también tienen ciertas sustancias químicas enfocadas en matar diversas plagas mientras están en la tierra, que podrían llegar a ser perjudiciales para nuestra salud: los pesticidas y herbicidas.
Organoclorados, carbamatos, ciclodienos, nicotinoides, rotenoides, piretrinas. Son nombres de productos químicos que utilizamos para eliminar todo problema de los alimentos de la tierra. Sin embargo, su aplicación puede contaminar el medio ambiente y, por ello, existe un límite máximo de residuos para mantener un control de su uso. Aún después de cocinar o ingerir esos alimentos, los plaguicidas son capaces de permanecer activos en nuestro cuerpo y ser dañinos, como lo establecen los doctores Pedro Valle y Bernardo Lucas en su libro Toxicología de los alimentos (2000).
¿No es irónico que los pesticidas y herbicidas eliminen las plagas presentes en las frutas, verduras y hortalizas y, al mismo tiempo, nos perjudiquen? ¿Más aún sabiendo que las plagas son vectores de enfermedades y que los plaguicidas ayudan a mejorar la producción de alimentos?
LO QUE NOS COMEMOS
De acuerdo con la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, las lechugas contienen 14 pesticidas y los tomates 27. Estos (junto con las espinacas) son la verdura que más agroquímicos tienen y son de las que más se utilizan en la cocina para la elaboración de platillos (salsas, ensaladas, guarniciones).
En un análisis por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), se evaluó la cantidad de residuos de plaguicidas de las espinacas, fresas, manzanas y verduras de hojas verdes, y más del 90% fue positivo en dos o más residuos. (Específicamente, en las espinacas, 1.8 más que en los demás cultivos). ¿Qué quiere decir esto? Las espinacas son peligrosas si no se lavan y desinfectan correctamente.
Más allá de los residuos de pesticidas y las prácticas de higiene para eliminarlos, es importante ver los efectos que provocan en nuestro organismo. La exposición de plaguicidas a corto plazo puede llegar a causar dolor de cabeza, vómito, diarrea, dolor abdominal y pérdida de la visión. Además, la intoxicación alimentaria por herbicidas ocasiona espasmos musculares. ¿Cómo es que ocurren estos efectos o daños en nuestro organismo? Algunas personas están más expuestas que otras, y los niños son más sensibles porque su organismo está en desarrollo y no tienen la suficiente capacidad para combatir los efectos citotóxicos.
Se pone más delicado. Este tipo de sustancias químicas pueden ser cancerígenas y/o neurotóxicas por la interacción directa con el ADN. Los plaguicidas son capaces de provocar intoxicación, daños en el sistema nervioso central, sistema inmunológico y otros órganos del cuerpo, así como problemas respiratorios —también causan anormalidades en el feto, si son consumidos en exceso por mujeres embarazadas.
UN RIESGO DE MUERTE MUY CERCANO
Teniendo en cuenta que los pesticidas y herbicidas se deben eliminar antes de ingerir nuestros alimentos, ¿cuál es la manera correcta de hacerlo? Primero, lavar las frutas y verduras con un chorro de agua y jabón, con agua y bicarbonato, o con vinagre.
Mientras que el lavado es una vía de “eliminación” o reducción de residuos de plaguicidas, aquellos potencialmente tóxicos (cuya dosis oral de al menos 500 mg es letal) deben tener un signo de advertencia en la etiqueta de sus productos, como lo sugiere la Facultad de Ciencias Agrícolas de la Universidad Penn State. Una persona adulta, con un peso de 70 kg, está en riesgo de morir con una cucharadita u onza de ingesta.
Otra estrategia es el desarrollo de cultivos 100% orgánicos y libres de químicos. ¿Cómo identificarlos? La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) establece que, cuando el código de barras de un alimento es de cuatro dígitos y tiene un cero al inicio, significa que se cultivan de forma habitual y claramente se utilizaron pesticidas. En cambio, si el código de barras es de cinco dígitos e inicia con un nueve, es orgánico y no tiene pesticidas.
Pongamos como ejemplo algunas verduras. En un estudio realizado por el Instituto de Investigación de Cultivos y División de Protección de Cultivos y Sanidad Vegetal, y el Departamento de Análisis de Alimentos y Nutrición de la República Checa, se evaluó el contenido de plaguicidas en la lechuga, la zanahoria, el perejil, el puerro y la cebolla y se obtuvieron los siguientes resultados: la mayor cantidad de residuos químicos se encontraron en la zanahoria y el perejil, y en menor cantidad en la lechuga. Sin embargo, la disipación de pesticidas fue más rápida en la lechuga que en las demás verduras.
Es muy importante tener en cuenta qué es lo que estamos comiendo y qué tipo de sustancias químicas pueden llegar a estar presentes porque, a pesar de considerar y tener buenas prácticas de higiene al momento de utilizar los alimentos, debemos estar conscientes de qué nos aporta cada alimento y qué aspectos están en su manipulación, transporte y distribución.