Los drones pautan el futuro del trabajo
¿Es la tecnología un camino a seguir cuando hablamos de progreso social? Es una pregunta sin respuesta (aparentemente). El ser humano avanza a pasos agigantados en cuanto a que sus herramientas mejoran la calidad de vida. Desde hace poco más de medio siglo, la tecnología ha crecido como nada en la historia. Desde teléfonos que parecían ladrillos, hasta nanotecnología en procesos quirúrgicos, hemos desarrollado herramientas que responden afirmativamente a nuestra pregunta inicial.
En esta ocasión me refiero a los drones. ¿Sabías que estos “aviones no tripulados” datan de 1849, cuando los austriacos enviaron cerca de 200 globos aerostáticos no tripulados con bombas sobre las aguas de Venecia? Los drones nacieron justamente bajo esa idea: la de ser vehículos no tripulados con fines militares. Pero lo que nació como una herramienta bélica fue evolucionando hasta nuestros días.
En 1898, Nikola Tesla desarrolló el control remoto. Gracias a este invento, se potenció la idea de un avión sin piloto que pudiese sobrevolar los aires con distintos propósitos, ya no solamente bélicos. Sin embargo, el tema de la violencia y los drones no deja de preocupar, desde entonces a la fecha: su vasto desarrollo al día de hoy permite preguntarnos si será una herramienta ampliamente benéfica al respecto de las guerras. Lo explicamos a continuación.
Si necesitamos un disparo a distancia, ¿qué mejor que un dron? Si se necesita soltar bombas en cierto lugar, ¿qué mejor que un dron? Si se necesita enviar cargamentos bélicos de un lugar a otro, ¿qué mejor que un dron? Dejemos de lado la perspectiva bélica y centrémonos en la última pregunta: ¿qué pasa si necesitamos enviar cargamentos de un lado a otro? Quizá la vía marítima o el transporte aéreo/terrestre sea la primera idea, pero todas estas opciones tienen algo en común: hasta hoy, han necesitado de un piloto o conductor.
Si bien la posibilidad de agilizar procesos, reducir riesgos humanos y abrir nuevas oportunidades en la relación de tecnologías y humanos es enorme, prevalece la pregunta de qué pasará con todos aquellos trabajadores cuyos empleos quedarán obsoletos. Es un miedo de todas las generaciones.
SI LA TECNOLOGÍA REEMPLAZA A LA HUMANIDAD, ¿CUÁL ES EL LEGADO QUE PONDREMOS EN NUESTRAS ESPALDAS?
Podríamos pensar que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Si bien los drones reemplazarán a los conductores, se presenta la necesidad de que haya alguien que maneje estos drones y que, incluso, los construya.
Más que una solución, es un parche. La llegada de la inteligencia artificial desplaza cada vez más las ya escasas posibilidades laborales novedosas. Con sus avances es más factible pensar que ni los drones ni las futuras tecnologías necesitarán ni de pilotos, ni de constructores ni de quién los maneje a distancia.
Se avecinan nuevas oportunidades laborales que respondan a nuevos desafíos y retos conforme a la época en que vivimos. Si bien se van cerrando puertas que tradicionalmente estaban abiertas, hay posibilidades alternas que cada día parecen menos posibilidades y más realidades.
Dejar de pensar la tecnología como ajena sino como hermana, como ayudante y no solo como herramienta, es un primer paso hacia la conquista del futuro: uno que se avecina complejo, sí, pero esperanzador.
Al final del día quedan preguntas sin resolver y anécdotas por contar, pero sin duda una idea que no sale de mi mente al pasar por estos lares es: ¿qué le dejaremos al futuro? Si la tecnología reemplaza a la humanidad, ¿cuál es el legado que pondremos en nuestras espaldas? Ofrezco una posible respuesta: la ética.