Coronavirus y el cambio climático
El aire en China e Italia está extrañamente limpio; los animales salvajes han regresado a lugares habitados normalmente por humanos; en múltiples ciudades de E.U.A. la bruma de la contaminación se ha levantado. Fuera del caótico ambiente en el que la enfermedad y la muerte nos rodean, el paro mundial se ha vuelto un extraño aliado de la lucha contra el cambio climático.
Alrededor del mundo nos han llamado a detenernos. La buena noticia de esto es que incluye gran parte de las fábricas, el uso de automóviles y la mayoría de las actividades que utilizan combustible. La respuesta tajante y rápida en la mayoría de los países para prevenir el contagio, ha provocado efectos secundarios ambientales. En China, las estrictas restricciones de las autoridades lograron que las emisiones hayan bajado en un 25% en febrero.
En Venecia, los canales regresaron a su esplendor original con agua transparente. Las reglas de distanciamiento social han disminuido el turismo y el transporte, dejando que la naturaleza de arena en el fondo, los diminutos peces y la plantas marinas fluyan sin interrupciones. Los locales, en sus restringidos movimientos a farmacias o supermercados, están experimentando una ciudad sin visitantes, una transformación radical comparada con protestas recientes por el exceso de turismo bajo el lema de “No Grande Navi“, es decir: no más cruceros.
“No es sorprendente que hayan peces en el canal de Venecia. Si no los hubiera, entonces todos deberíamos estar preocupados ya que la laguna es un ecosistema frágil. Las personas necesitan darse cuenta que, si controlamos y reducimos el tráfico de los botes en Venecia y en su laguna, podríamos descubrir una biosfera única”, expresó Matteo Bisol a The Guardian. Él es un restaurantero local en la isla de Mazzorbo en Venecia y lleva tiempo luchando por un turismo sustentable para el futuro.
El virus también ha detenido eventos que giran alrededor del combustible. De manera directa: la feria de automóviles Geneva Motor Show en Suiza, el evento anual CeraWeek enfocado en el petróleo en Houston, y algunas de las carreras de la Fórmula 1. Y de forma indirecta, las cancelaciones de conciertos, desfiles de moda, parques de diversiones y eventos deportivos, como por ejemplo South by Southwest en Texas, o el Congreso de Desarrolladores de Videojuegos en San Francisco, que implican una reducción de las toneladas de CO2 que se gastan en vuelos internacionales y locales de los asistentes. El tráfico mundial aéreo bajo en un 4.3% en febrero. Esto ha abierto la discusión, de nuevo, de qué tanto necesitamos viajar o no y qué cambios podríamos implementar para el beneficio del planeta, como viajar en tren.
En Gales, el fenómeno es más curioso, ya que los animales parecen querer recuperar su entorno. En las calles desiertas de la ciudad de Llandudno, las cabras silvestres de Great Orme bajaron de las montañas para pasearse y ocasionalmente comer un arbusto, aprovechando que están solas.
Expertos en el tema como Rob Jackson del Global Carbon Project, esperan que, al tener que encontrar nuevos modos de reunirnos de manera digital, como la reunión del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional que se celebrará por primera vez en una conferencia virtual, se vuelvan la norma para lograr un impacto a largo plazo y no solo un receso momentáneo. Bill McKibben, ambientalista estadounidense expresa su optimismo sobre lo que esta crisis puede probar y qué se puede cambiar y adaptar a nuevos patrones, como el trabajar desde casa. “La idea de que necesitamos viajar hacia una oficina central para hacer nuestro trabajo es el resultado de la inercia, más que otra cosa. Al enfrentarnos con la necesidad real de viajar por un mouse (de computadora) en vez de un coche, es posible que veamos los beneficios de la flexibilidad en el lugar de trabajo que se extiende hasta el consumo de la gasolina o la necesidad de extensos conjuntos de oficinas”.
El secretario general de la ONU recientemente comentó que la amenaza de la pandemia es temporal, mientras que el peligro del cambio climático se mantendrá con nosotros por años. Por lo que nuestra respuesta a esta crisis de salud moldeará los efectos que tenga en la crisis ambiental, al igual que las posibles soluciones que aprenderemos y que podremos implementar en las décadas siguientes.