Esperanza: ¿esperar qué?
Por Alejandro Cano, estudiante UDEM de Ingeniería Mecánica Administrativa
Esperanza: Una palabra que se puede decir en muchos contextos y de muchas maneras. A veces es un “Esperemos lo mejor” o un “¡Ya viene, qué emoción!”. Pero lo que significa realmente la esperanza cambia de persona a persona. Para los amantes de las lenguas viene del latín spes que simplemente es “esperar” lo cual no dice mucho. Así que la pregunta entonces debe ser “¿Esperar qué?”.
Estoy seguro de que has escuchado alguna vez la frase “La esperanza es lo último que se pierde” o “Ánimo, no pierdas la esperanza”. Sin ser adivino puedo inferir que te lo dijeron mientras estabas lidiando con una situación difícil, y esa frase pudo pasar de largo como muchas otras palabras de aliento de gente que no sabe por lo que atraviesas, pero que te desea un bien.
Entonces, la esperanza se volvió una frase hecha, un vago pensamiento de algo mejor que puede o no llegar. Vuelvo a la pregunta central “¿Esperar que?” y la transformo ahora en “¿Esperar para qué?” si no hay certeza en ello.
Cuando pasas por un momento difícil, hay muchos pensamientos en tu cabeza, una gran cantidad de emociones se hacen presentes y sientes que te ahogas. Llega a veces un punto donde dices “Ya basta, por favor” y no sabes cómo salir. En esos momentos donde ya no sabes qué hacer, es donde tu esperanza entra al rescate, una enfocada en aquello que más te ayuda. ¿Y sabes qué es lo mejor de todo? Existen muchos enfoques para hacerlo. Aquí te dejo algunos de ellos.
Por ejemplo, si eres una persona religiosa puedes encontrar la esperanza en tu fe, el saber que hay algo que nos espera después de este mundo terreno es un gran consuelo, la fe trae paz y alegría al corazón, pues sabes que no estás solo en este camino difícil, alguien te acompaña a donde quiera que vayas. Entonces, en esos momentos donde te sientes perdido puedes encontrar en tu fe la razón para seguir adelante, sabiendo que ese momento pasará y tú estarás bien.
Otro modo de darle sentido a la esperanza es a través del agradecimiento. Cuando te detienes para darte cuenta de lo afortunado que eres y agradecer cada detalle de tu vida, te vuelves capaz de reconocer la verdadera magnitud de tus problemas para que no se vuelvan agobiantes y no crezcan en tu corazón.
Uno espera no porque quizá venga algo mejor, sino porque hay algo mejor en el aquí y el ahora a nuestro alrededor y vale la pena seguir adelante en agradecimiento al poder experimentarlo.
Por último, otro enfoque, y personalmente mi favorito, es encontrar la esperanza en el amor. El amor de aquellos que siempre están ahí para ti, el amor de tu familia, el amor de tus amigos, de tu pareja, y si eres una persona religiosa, también de Dios. Es ese amor el que, en los momentos difíciles, te puede ayudar a levantarte, el que le dará sentido a la pregunta “¿Esperar para qué?” y te darás cuenta que no es para qué, sino para quién. Es por ellos, por los que nunca nos han fallado ni lo harán, que vale la pena levantarse y seguir adelante a pesar de cualquier reto que se presente.
En conclusión, la esperanza es más que una palabra, una frase hecha o un sentimiento vago, es un saber y ser consciente. Es el saber realmente que lo que estás pasando es temporal y que hay razones, personas y tú mismo que valen más que cualquier reto o momento difícil. A pesar de todo sabrás seguir adelante y habrá mucha gente que esté ahí para apoyarte.
La esperanza es saber que tu vida es mucho más que las situaciones que te pasan y reconocer en cada una de las experiencias aquello que te ayuda a crecer y a lo que no vale la pena darle más vueltas.
¡Te invito a vivir con ganas! A dar todo de ti en lo que hagas y cuando llegue un momento difícil, recuerda que no estás solo. Tu vida vale más que cualquier tribulación.