Fraude y plagio universitario: ¿quién eres realmente?

Quizás a estas alturas nos resulta cansado leer sobre la pandemia o la “nueva normalidad”, pero es inevitable hacerlo, ya que forma parte

de nuestra realidad actual. Esa misma realidad es la que nos obligó a migrar a la educación online y estudiantes y profesores hicimos un esfuerzo muy importante por adaptarnos y lograr —en un tiempo récord— reestablecer el proceso de enseñanza-aprendizaje en un entorno virtual. En todo este movimiento, uno de los aspectos más relevantes que se puso de nuevo so- bre la mesa es la evaluación.

La modalidad de educación a distancia obstaculiza, entre otras cosas, que los profesores se aseguren de que, quien entrega un trabajo o quien presenta un examen, sea quien dice ser.

El Triángulo del fraude, del reconocido criminólo- go Donald R. Cressey, explica que existen tres factores para que un fraude o trampa se materialice:

En The Honest Truth about Dishonesty (2013), Dan Ariely explica puntualmente el Modelo simple de crimen racional, en el que sostiene que los delincuentes hacen un análisis de costo-beneficio antes de cometer un crimen: los beneficios que pueden conseguir, los posibles costos (es decir, la severidad de las posibles consecuencias) y la probabilidad de ser descubiertos (la efectividad de los mecanismos de vigilancia o control).

La educación a distancia es un escenario perfecto para el Triángulo del fraude y para aplicar el modelo de Ariely. Desde luego, la comunidad universitaria no está compuesta por criminales ni por gente fraudulenta, sino por personas talentosas interesadas en aprender.

Si es más fácil hacer trampa en la educación en línea porque nadie nos vigila, ¿qué nos queda por hacer? La integridad es la clave. Si actuamos diferente cuando alguien nos ve o cuando estamos solos, ¿quiénes somos realmente? ¿Qué tanto es tantito? Dan Ariely comenta también en su libro sobre el concepto de “pendiente resbaladiza”, en el que hace referencia al fenómeno de que una falta menor nos lleva luego a cometer faltas mayores. Y si bien un error no nos define, nuestros actos hablan por nosotros.

La honestidad se construye en comunidad

Gábor Orosz, doctor en psicología por la Universidad de Reims (Francia), identificó —junto con otros académicos— una fuerte relación entre el índice de copia en exámenes (a confesión expresa de los alumnos) y el nivel de corrupción en el país. En el artículo académico “Linking Cheating in School and Corruption”, publicado en la revista European Review of Applied Psychology (2018), utilizaron datos de 40 países; los resultados también apoyaron la evidencia de una fuerte relación entre el engaño académico en conjunto y el PIB per cápita.

A esto, Ariely coincide y argumenta que una de las principales causas de la deshonestidad académica es el comportamiento percibido de deshonestidad de nuestros pares: si percibimos que los demás hacen trampa, es más probable que nosotros también la cometamos. Lo bueno es que también funciona de manera inversa: si pensamos y percibimos que los demás rechazan la deshonestidad y actúan con integridad, también lo haremos nosotros. Si nuestra ética está ligada al comportamiento ético de los demás y viceversa, entonces tenemos una responsabilidad enorme con nuestros compañeros y la comunidad.

Un pequeño paso es el inicio de un maratón

¿Qué puedes hacer? Estas son 10 razones para actuar con integridad del International Center for Academic Integrity, que hemos adaptado para que puedas seguirlas.

Si somos honestos y transparentes en nuestros trabajos, tareas, ensayos y entregas:

1. Conservaremos una tranquilidad inquebrantable y no tendremos que preocuparnos de que
nos sorprendan con algún plagio, fraude
o trampa académica.

2. Mantendremos la relación de confianza con nuestros profesores.

3. No desperdiciaremos dinero (o el de nuestros padres) en colegiaturas y, por lo tanto, no tendremos que dar explicaciones sobre cómo malgastamos el dinero.

4. No pasaremos vergüenza frente a nuestros compañeros. Ellos, como tú, quieren justicia y no aprecian la deshonestidad.

5. No perderemos el tiempo con trabajos plagiados de sitios web de dudosa procedencia, ni desperdiciaremos energía copiando respuestas de nuestros compañeros.

6. No tendremos consecuencias indeseadas.
La deshonestidad no es juego y nadie quiere
una marca de “deshonestidad académica” en su expediente, ni ser expulsado de la universidad. No permitas que una mala decisión afecte tu futuro.

7. Le daremos más valor a nuestros títulos profesionales porque son “bien merecidos”.

8. No perderemos empleabilidad por tener una preparación profesional deficiente, al no saber lo que debimos haber aprendido en la universidad.

9. Desarrollaremos hábitos de esfuerzo y trabajo bien hecho que nos servirán para el futuro.

10. Aprenderemos más y mejor.