Nuestra fijación con las historias felices

¿Te ha pasado que recuerdas más los detalles de una historia feliz que de una triste? ¿Crees que es solo cuestión de gusto? La ciencia respondió esta duda existencial y todo tiene que ver con la conexión que generamos con las historias.

Ya sea una leyenda, un mito, un cuento o hasta la propia historia documental, los humanos por naturaleza nos hemos dedicado siempre a contar historias. Un estudio de eNeuro se dio a la tarea de entender cómo procesamos las historias con diferentes tonos, es decir, si son tristes, alegres, etc. y cómo reacciona nuestro cerebro.

Reunieron a un grupo de personas, en las que la mayoría escuchaba la historia y el narrador veía una historia que luego compartía con los demás. Después, se les pregunto a los que escucharon que recordaran qué pasaba en esta. Y que midieran qué tan conectados se sentían con la historia. Eran narracciones tristes, felices y neutras.

Descubrieron que las historias felices nos causan una mayor impresión y recordamos mejor los detalles porque las personas nos sentimos más conectadas a quien nos cuente la historia cuando termina bien. Además, en otros estudios confirman que, a veces, hasta se sincroniza nuestro ritmo cardíaco en momentos clave de la historia.